Los caminos que recorrieron tanto River como de Boca para llegar al decisivo enfrentamiento por las semifinales de la copa fueron, tal como había ocurrido en las anteriores ediciones de este certamen, bastante accesibles en la primera fase pero mucho más difíciles a partir de los octavos de final.
El equipo millonario formó parte del Grupo 6 junto a Libertad de Paraguay, Deportes Tolima de Colombia y el Deportivo Táchira de Venezuela. Debutó el 11 de febrero con un empate sin goles en territorio venezolano pero luego tuvo una racha de tres victorias consecutivas: 4-1 frente a los paraguayos en Núñez; y 3-2 y 1-0 contra los colombianos.
Con esa seguidilla de triunfos, los dirigidos por Leonardo Astrada se aseguraron prácticamente la clasificación para la siguiente ronda de la copa, por lo que en los dos partidos restantes se vio a un equipo mucho más relajado que terminó regalando puntos: perdió 0-1 contra el Libertad en Paraguay y cerró su participación el 14 de abril con un pobre empate 2-2 contra el Táchira ante su público.
Sin embargo, River no tuvo problemas para asegurarse el primer puesto del grupo con 11 puntos, uno más que el equipo venezolano, que fue una revelación ya que terminó la primera fase de manera invicta.
Por el otro lado, Boca tuvo un comienzo dubitativo en su participación del Grupo 8 al perder el 18 de febrero 1-3 en la altura de La Paz, en Bolivia, frente al Bolívar.
Pero el equipo de Bianchi se recuperó rápidamente al vencer en la Bombonera al Colo Colo chileno por 2-0 y al Deportivo Cali colombiano, de visitante por 1-0 y luego de local por un contundente 3-0.
Luego, los xeneizes perdieron 0-1 en la siguiente fecha en Santiago de Chile y pasaron a compartir la punta de la tabla con el equipo boliviano.
Sin embargo, el 21 de abril Boca recibió al Bolívar en el cierre del grupo y terminó triunfando con un 3-0 que le permitió ser el primero en la clasificación.
Boca quedó en la cima de la tabla de posiciones del grupo al cosechar 12 puntos, tres unidades más que los colombianos, el otro clasificado para la siguiente ronda.
Los octavos de final parecieron ser más accesibles que de costumbre luego de que en los encuentros de ida, Boca y River triunfaran en condición de visitante.
Los millonarios ganaron 1-0 con gol de Cristian Tula al Santos Laguna de México, mientras que los xeneizes derrotaron al Sporting Cristal de Perú, en Lima, por 3-2, tras ir perdiendo 1-2.
River parecía tener casi resuelta la llave frente a los mexicanos pero en el Monumental, el rival se despachó con una victoria por 2-1 y llevó la definición a los penales.
En esa oportunidad, luego de una dudosa tarea del árbitro paraguayo Carlos Torres, quien hizo volver a tirar un penal a favor de River por un supuesto adelantamiento del arquero del Santos que había atajado el remate en la primera instancia, los locales se impusieron por 4-2 y pasaron a los cuartos de final.
En esa etapa lo esperaba el Deportivo Cali, que había eliminado al Cruzeiro de Brasil también por la vía de los penales.
Mientras tanto, el entonces último campeón de la copa, se despachó con un 2-1 en la Bombonera y no sufrió sobresaltos para eliminar al equipo peruano. Una tranquilidad que no se iba a volver a repetir en el resto de la participación en la copa.
En cuartos de final, el equipo de Bianchi enfrentó al Sao Caetano de Brasil, subcampeón de la edición 2002 y que venía de dejar a fuera al América de Cali colombiano con un 2-1 y un 1-1.
En el partido de ida, disputado en la ciudad brasileña de San Pablo, Boca consiguió un valioso empate 0-0 que lo dejaba con buenas chances de conseguir la clasificación para las semifinales.
River, en cambio, disputó el partido de ida de los cuartos de final en su cancha y consiguió un triunfo ante los colombianos por 1-0 que lo dejó algo intranquilo, ya que la diferencia de gol no era definitiva y más teniendo en cuenta que la revancha se iba a disputar en el difícil estadio Pascual Guerrero de Cali, donde los millonarios habían sido eliminados en 2003.
En tanto, los xeneizes debieron sufrir y mucho para obtener la clasificación tan deseada. Frente a los brasileños comenzaron perdiendo por 0-1 pero el equipo logró un agónico empate y definió por la vía que más resultados le daba: la de los penales.
El arquero de Boca, Roberto Abbondanzieri, contuvo dos remates y le dio la clasificación a su equipo en una definición que terminó 4-3 a favor.
Los de la Ribera ya estaban en las semifinales y ahora debían esperar al ganador de River-Deportivo Cali para saber cual sería su rival en esa instancia.
A pesar del exiguo 1-0 de la ida, los dirigidos por Astrada no se metieron atrás cuando fueron a Colombia y dieron una demostración de buen fútbol.
Los de Núñez obtuvieron una victoria categórica por 3-1, luego de dar vuelta el 0-1 inicial con dos goles de Fernando Cavenaghi y uno Marcelo Gallardo y pasaron de ronda.
Ya estaba todo dicho, Boca y River, River y Boca, eternos rivales, archienemigos, primos y todo calificativo que se le ocurra, debían enfrentarse por las semifinales de la Copa Libertadores 2004.
Nunca antes se habían enfrentado en una instancia tan definitoria como la antesala de la gran final. Era un partido de 180 minutos para alquilar balcones, ya que el campeón del mundo estaba dispuesto a mantener su corona y los millonarios no tenían otro objetivo que alzar la copa después de 8 años de frustraciones.
La previa
El jueves 27 de mayo de 2004 River Plate le ganó al Deportivo Cali de Colombia por 3 a 1 y se clasificó para las semifinales de la Copa Libertadores donde lo esperaba nada más y nada menos que su clásico rival: Boca Juniors.
Atrás había dejado el complicado Pascual Guerrero de Cali y la presión que significó para el plantel y los hinchas millonarios que los bosteros hayan entrado entre los mejores cuatro del continente un par de días antes.
Cuando el triunfo de River finalmente se concretó comenzó oficialmente la previa del superclásico más increíble de la historia del fútbol argentino y latinoamericano.
Los hinchas ya se lo imaginaban y la ansiedad ya se palpaba en las calles. Los de Boca querían revancha del partido por el Clausura del 16 de mayo, en el que habían caído por 1 a 0 y quedado malheridos.
Los de River también andaban con sed de venganza. Pero en sus mentes había un recuerdo un poco más viejo. El partido de los cuartos de final de la Copa Libertadores 2000, cuando en cancha de Boca perdieron 3 a 0 y Palermo, en casi una pierna, les hizo un gol de película y los eliminó del certamen.
En Hotel Internacional de Cali el plantel de River armó una fiesta llena de cánticos contra Boca porque no veía la hora de enfrentar a sus primos. En el medio había que seguir jugando el torneo local donde disputaba la punta justamente contra su clásico rival.
Pero poco importaba eso al corazón millonario, el plato fuerte era otro. No quería volver a sufrir lo sucedido en 2003 cuando los xeneizes ganaron la copa continental e intercontinental y dejaron el torneo en manos de River, que sintió minimizado el valor de su logro.
Fernando Cavenaghi fue el primer jugador riverplatense en salir a hablar de las semifinales coperas que se venían. “Hay que disfrutar sin volverse loco, de a poco”, sostuvo el delantero, tratando de restarle importancia al encuentro y de contener la ansiedad que ya inundaba el mundillo futbolístico argentino.
A estas alturas, ¿qué equipo era el favorito? Como ocurre en toda instancia definitiva de una competencia importante, se empezaron a barajar distintas probabilidades.
En una encuesta sobre 600 hinchas en el diario brasileño la Gazeta Esportiva se afirmó que el 43,9 por ciento creía que la final de la Copa la jugarían Boca y el San Pablo de Brasil, que se enfrentaba al sorprendente Once Caldas colombiano, mientras que el 31,9 opinó que la lucha por el título estaría en manos de River y los brasileños.
En Brasil, que si hay algo en lo que son especialistas es en fútbol, veían con más posibilidades al equipo de la Ribera. En tanto, en Argentina, nadie se animaba a hacer un pronóstico porque se sabía que en una instancia tan decisiva cualquier cosa podía pasar y efectivamente pasó de todo.
Atrás había dejado el complicado Pascual Guerrero de Cali y la presión que significó para el plantel y los hinchas millonarios que los bosteros hayan entrado entre los mejores cuatro del continente un par de días antes.
Cuando el triunfo de River finalmente se concretó comenzó oficialmente la previa del superclásico más increíble de la historia del fútbol argentino y latinoamericano.
Los hinchas ya se lo imaginaban y la ansiedad ya se palpaba en las calles. Los de Boca querían revancha del partido por el Clausura del 16 de mayo, en el que habían caído por 1 a 0 y quedado malheridos.
Los de River también andaban con sed de venganza. Pero en sus mentes había un recuerdo un poco más viejo. El partido de los cuartos de final de la Copa Libertadores 2000, cuando en cancha de Boca perdieron 3 a 0 y Palermo, en casi una pierna, les hizo un gol de película y los eliminó del certamen.
En Hotel Internacional de Cali el plantel de River armó una fiesta llena de cánticos contra Boca porque no veía la hora de enfrentar a sus primos. En el medio había que seguir jugando el torneo local donde disputaba la punta justamente contra su clásico rival.
Pero poco importaba eso al corazón millonario, el plato fuerte era otro. No quería volver a sufrir lo sucedido en 2003 cuando los xeneizes ganaron la copa continental e intercontinental y dejaron el torneo en manos de River, que sintió minimizado el valor de su logro.
Fernando Cavenaghi fue el primer jugador riverplatense en salir a hablar de las semifinales coperas que se venían. “Hay que disfrutar sin volverse loco, de a poco”, sostuvo el delantero, tratando de restarle importancia al encuentro y de contener la ansiedad que ya inundaba el mundillo futbolístico argentino.
A estas alturas, ¿qué equipo era el favorito? Como ocurre en toda instancia definitiva de una competencia importante, se empezaron a barajar distintas probabilidades.
En una encuesta sobre 600 hinchas en el diario brasileño la Gazeta Esportiva se afirmó que el 43,9 por ciento creía que la final de la Copa la jugarían Boca y el San Pablo de Brasil, que se enfrentaba al sorprendente Once Caldas colombiano, mientras que el 31,9 opinó que la lucha por el título estaría en manos de River y los brasileños.
En Brasil, que si hay algo en lo que son especialistas es en fútbol, veían con más posibilidades al equipo de la Ribera. En tanto, en Argentina, nadie se animaba a hacer un pronóstico porque se sabía que en una instancia tan decisiva cualquier cosa podía pasar y efectivamente pasó de todo.
Tres horas antes de morir
Podría dar una serie casi interminable de argumentos para convencerlo que, si se considera amante de fútbol, debe leer las páginas que preceden. Pero simplemente me voy a remitir a sólo dos razones que hablan por si mismas.
Primero: En el mes de abril de 2004, el diario inglés The Observer calificó al superclásico del fútbol argentino entre River Plate y Boca Juniors como el primero de los 25 espectáculos deportivos del mundo que una persona debe ver antes de morir.
El segundo: Si la señal de televisión por cable Fox Sports realizó una película sobre los partidos que River y Boca disputaron en junio de 2004 por las semifinales de la Copa Libertadores de ese año, ¿por qué no puedo escribir sobre el mismo tema?
Sin embargo, cabe aclarar que la historia que estoy a punto de contarle, que es de público conocimiento, no es un libro -eso sería un insulto para los verdaderos escritores- sino una larga crónica periodística en donde se recopila material que abundó las páginas de los diarios de la época y las cadenas de radio y televisión.
Dicho esto, usted ya está preparado para disfrutar, sea hincha de Boca, River o de cualquier otro club, de un relato sobre dos partidos que fueron inolvidables, polémicos, intensos, históricos y, sobre todo, únicos.
Es casi imposible que el fútbol argentino, y el mundial quizás, vuelva a regalar a los hinchas de este fantástico deporte un espectáculo como el que se vivió en aquellas jornadas de un junio otoñal.
Prepárese, despójese de todo prejuicio, y por favor, si es hincha xeneize o millonario, quítese la camiseta, porque está apunto de abordar una historia a la que sólo hay que leer por amor a la pelota.
Primero: En el mes de abril de 2004, el diario inglés The Observer calificó al superclásico del fútbol argentino entre River Plate y Boca Juniors como el primero de los 25 espectáculos deportivos del mundo que una persona debe ver antes de morir.
El segundo: Si la señal de televisión por cable Fox Sports realizó una película sobre los partidos que River y Boca disputaron en junio de 2004 por las semifinales de la Copa Libertadores de ese año, ¿por qué no puedo escribir sobre el mismo tema?
Sin embargo, cabe aclarar que la historia que estoy a punto de contarle, que es de público conocimiento, no es un libro -eso sería un insulto para los verdaderos escritores- sino una larga crónica periodística en donde se recopila material que abundó las páginas de los diarios de la época y las cadenas de radio y televisión.
Dicho esto, usted ya está preparado para disfrutar, sea hincha de Boca, River o de cualquier otro club, de un relato sobre dos partidos que fueron inolvidables, polémicos, intensos, históricos y, sobre todo, únicos.
Es casi imposible que el fútbol argentino, y el mundial quizás, vuelva a regalar a los hinchas de este fantástico deporte un espectáculo como el que se vivió en aquellas jornadas de un junio otoñal.
Prepárese, despójese de todo prejuicio, y por favor, si es hincha xeneize o millonario, quítese la camiseta, porque está apunto de abordar una historia a la que sólo hay que leer por amor a la pelota.
X
Otro fiscal y van ...
Las diferencias entre la familia Gullo y el segundo fiscal de la causa llegaron a su momento más tenso en octubre de 2007 cuando el abogado querellante recusó al instructor judicial ante la Justicia de Garantías de Quilmes. Además, pidió el enjuiciamiento del fiscal ante la Procuración Bonaerense y la intervención del fiscal general.
Estos pedidos se basaban en que los peritos forenses oficiales presentaron en agosto de 2007 su informe genético ante el fiscal en el que se cotejó un cabello hallado en el cuerpo de Noelia con el ADN de la sangre de tres hombres investigados por su presunta relación con el crimen. De acuerdo a la querella, el cotejo arrojó que las muestras compartían el mismo haplotipo X, es decir, la rama femenina del perfil genético.
Pero como no había relación de parentesco entre estos hombres y Noelia, la querella quiso que realizara un peritaje de ADN completo con la sangre de la madre de los sospechosos y la de la madre de la víctima, a lo que el fiscal se negó.
La querella también criticó que el fiscal no pidió analizar los correos electrónicos de Galante y que, por otro lado, le entregó el vehículo en el que había estado la víctima por lo que se perdió un esencial medio probatorio.
En febrero de 2008, Juan Gullo y su abogado estuvieron cara a cara con el fiscal, en una audiencia ante la jueza de garantías para sostener los argumentos de la recusación. La discusión fue tan álgida que el padre de Noe se descompensó y decidió retirarse de la oficina de la magistrada que días después rechazó el pedido de recusación, por lo que la querella presente un recurso ante la Cámara de Apelaciones de Quilmes.
Finalmente, los camaristas de la Sala II revirtieron la decisión de la jueza y en mayo de 2008 designaron un nuevo instructor judicial de la causa, el tercero.
La primera medida que automáticamente le pidió la querella fue la detención de Galante, a quien considera “clave” para esclarecer el crimen de Noelia, aunque el joven aún sigue en libertad.... .
AA
Junio 2008
Las diferencias entre la familia Gullo y el segundo fiscal de la causa llegaron a su momento más tenso en octubre de 2007 cuando el abogado querellante recusó al instructor judicial ante la Justicia de Garantías de Quilmes. Además, pidió el enjuiciamiento del fiscal ante la Procuración Bonaerense y la intervención del fiscal general.
Estos pedidos se basaban en que los peritos forenses oficiales presentaron en agosto de 2007 su informe genético ante el fiscal en el que se cotejó un cabello hallado en el cuerpo de Noelia con el ADN de la sangre de tres hombres investigados por su presunta relación con el crimen. De acuerdo a la querella, el cotejo arrojó que las muestras compartían el mismo haplotipo X, es decir, la rama femenina del perfil genético.
Pero como no había relación de parentesco entre estos hombres y Noelia, la querella quiso que realizara un peritaje de ADN completo con la sangre de la madre de los sospechosos y la de la madre de la víctima, a lo que el fiscal se negó.
La querella también criticó que el fiscal no pidió analizar los correos electrónicos de Galante y que, por otro lado, le entregó el vehículo en el que había estado la víctima por lo que se perdió un esencial medio probatorio.
En febrero de 2008, Juan Gullo y su abogado estuvieron cara a cara con el fiscal, en una audiencia ante la jueza de garantías para sostener los argumentos de la recusación. La discusión fue tan álgida que el padre de Noe se descompensó y decidió retirarse de la oficina de la magistrada que días después rechazó el pedido de recusación, por lo que la querella presente un recurso ante la Cámara de Apelaciones de Quilmes.
Finalmente, los camaristas de la Sala II revirtieron la decisión de la jueza y en mayo de 2008 designaron un nuevo instructor judicial de la causa, el tercero.
La primera medida que automáticamente le pidió la querella fue la detención de Galante, a quien considera “clave” para esclarecer el crimen de Noelia, aunque el joven aún sigue en libertad.... .
AA
Junio 2008
IX
Nuevas líneas en al pesquisa
El padre de Noe y su abogado estaban convencidos de la responsabilidad de Galante en el caso y también de que los investigadores policiales y judiciales que intervinieron en un primer momento hicieron mal su trabajo, quizá por negligencia aunque no descartaban la connivencia.
Por esa razón solicitaron a principios de 2005 exhumar el cuerpo de Noelia y realizar una segunda autopsia con nuevos peritos forenses del Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires.
En mayo, desde la Asesoría Pericial de Quilmes encontraron cinco pinchazos en el cuerpo de la víctima compatibles con la aplicación de inyecciones. Estas lesiones, que además demostraban los signos de resistencia de la chica, afirmaban la hipótesis de que Noe fue obnubilada mediante la inyección de tóxicos que no se hallaron en la primera autopsia porque el cadáver fue encontrado cuatro días después de producida la muerte lo que provocó que esas sustancias desaparecieran.
Este hallazgo se convirtió en una pista firme ya que dentro del auto de Galante se había secuestrado una jeringa hipodérmica que hasta antes de descubrir los pinchazos en el cuerpo de Noelia no se sabía con precisión qué hacia allí y la relación que podría tener con el crimen.
Estos nuevos datos fueron tan reveladores desde la Asesoría Pericial de la Suprema Corte bonaerense criticaron duramente a los expertos que habían examinado el cadáver la primera vez por no haber realizado estudios complementarios no sólo al cuerpo sino también a los rastros encontrados en la escena del crimen.
Sin embargo, esta nueva hipótesis delictiva no llevó a que el nuevo fiscal del caso, que reemplazó al anterior cuando ése pasó a ser juez, tomara medidas al respecto y la causa se estancó.
Para ese entonces, el caso ya no tenía detenidos y sólo dos imputados beneficiados con la falta de mérito, el remisero y Galante, quien fue procesado como partícipe necesario de los delitos de "privación ilegal de la libertad agravada por el resultado de la muerte, falsa denuncia y abuso sexual agravado”.
Los padres de Noelia criticaron duramente la falta de acción del nuevo fiscal y la connivencia de Galante con los policías de Berazategui y Florencio Varela, lo que, según ellos, derivó en que sufrieran ataques en su casa y hasta secuestros bajo amenazas para que no hablaran más públicamente del caso.
El padre de Noe y su abogado estaban convencidos de la responsabilidad de Galante en el caso y también de que los investigadores policiales y judiciales que intervinieron en un primer momento hicieron mal su trabajo, quizá por negligencia aunque no descartaban la connivencia.
Por esa razón solicitaron a principios de 2005 exhumar el cuerpo de Noelia y realizar una segunda autopsia con nuevos peritos forenses del Poder Judicial de la provincia de Buenos Aires.
En mayo, desde la Asesoría Pericial de Quilmes encontraron cinco pinchazos en el cuerpo de la víctima compatibles con la aplicación de inyecciones. Estas lesiones, que además demostraban los signos de resistencia de la chica, afirmaban la hipótesis de que Noe fue obnubilada mediante la inyección de tóxicos que no se hallaron en la primera autopsia porque el cadáver fue encontrado cuatro días después de producida la muerte lo que provocó que esas sustancias desaparecieran.
Este hallazgo se convirtió en una pista firme ya que dentro del auto de Galante se había secuestrado una jeringa hipodérmica que hasta antes de descubrir los pinchazos en el cuerpo de Noelia no se sabía con precisión qué hacia allí y la relación que podría tener con el crimen.
Estos nuevos datos fueron tan reveladores desde la Asesoría Pericial de la Suprema Corte bonaerense criticaron duramente a los expertos que habían examinado el cadáver la primera vez por no haber realizado estudios complementarios no sólo al cuerpo sino también a los rastros encontrados en la escena del crimen.
Sin embargo, esta nueva hipótesis delictiva no llevó a que el nuevo fiscal del caso, que reemplazó al anterior cuando ése pasó a ser juez, tomara medidas al respecto y la causa se estancó.
Para ese entonces, el caso ya no tenía detenidos y sólo dos imputados beneficiados con la falta de mérito, el remisero y Galante, quien fue procesado como partícipe necesario de los delitos de "privación ilegal de la libertad agravada por el resultado de la muerte, falsa denuncia y abuso sexual agravado”.
Los padres de Noelia criticaron duramente la falta de acción del nuevo fiscal y la connivencia de Galante con los policías de Berazategui y Florencio Varela, lo que, según ellos, derivó en que sufrieran ataques en su casa y hasta secuestros bajo amenazas para que no hablaran más públicamente del caso.
VIII
Pistas falsas
Luego de la liberación de Natalio Galante, la causa por el crimen de Noelia Gullo se estancó abruptamente por lo que, como ocurre en estos casos, los investigadores, especialmente los policiales, comenzaron a seguir todo tipo de pistas, por más falsas que fueran.
Una de ellas fue la imputación al remisero David Olmos, quien en enero de 2004 fue detenido y acusado de haber robado un automóvil Peugeot 504 blanco y asaltado junto a otros dos cómplices una estación de servicio en Berazategui.
El remisero fue alojado en el penal de Magdalena por esos hechos aunque en mayo del mismo año quedó bajo la lupa por el crimen de Gullo en base a los dichos de dos testigos que declararon en la causa.
Uno de ellos señaló que la madrugada del asesinato estaba en una estación de servicio cercana al lugar donde desapareció la víctima y vio a una chica gritar por la ventanilla de un Peugeot 504 blanco.
Es que, de acuerdo a las averiguaciones de la policía, a Olmos lo había denunciado el mismo día un hombre que aseguró que él le robó un auto de esas características en Hudson, vecina al Parque Pereyra.
El otro testigo identificó al remisero como a uno de los tres delincuentes que asaltaron la madrugada del día después al crimen la estación de servicio de Berazategui.
A estos testimonios se sumó luego el análisis de la soga náutica con un nudo marinero con la que ataron la bolsa que contenía el cadáver de Gullo que llevó a los investigadores policiales hasta un comercio de la zona de El Peligro, en La Plata, donde admitieron que les habían prestado una soga de ese tipo a Olmos y +este nunca la devolvió.
Si bien el vehículo robado nunca volvió a aparecer, con estos elementos el remisero fue imputado en la causa por el crimen de Gullo y permaneció detenido hasta agosto de 2005.
A principios de ese mes, la Sala III de la Cámara de Garantías de Quilmes, en base a un pedido del abogado de la familia Gullo, resolvió liberar a Olmos por falta de mérito, por lo que la causa quedó sin detenidos una vez más.
Los camaristas consideraron “insuficiente” el testimonio que vio el auto y a la chica gritando, y le dio mayor relevancia al de otro testigo que aseguró que la noche del crimen vio al remisero a bordo de un Ford Falcon.
Luego de la liberación de Natalio Galante, la causa por el crimen de Noelia Gullo se estancó abruptamente por lo que, como ocurre en estos casos, los investigadores, especialmente los policiales, comenzaron a seguir todo tipo de pistas, por más falsas que fueran.
Una de ellas fue la imputación al remisero David Olmos, quien en enero de 2004 fue detenido y acusado de haber robado un automóvil Peugeot 504 blanco y asaltado junto a otros dos cómplices una estación de servicio en Berazategui.
El remisero fue alojado en el penal de Magdalena por esos hechos aunque en mayo del mismo año quedó bajo la lupa por el crimen de Gullo en base a los dichos de dos testigos que declararon en la causa.
Uno de ellos señaló que la madrugada del asesinato estaba en una estación de servicio cercana al lugar donde desapareció la víctima y vio a una chica gritar por la ventanilla de un Peugeot 504 blanco.
Es que, de acuerdo a las averiguaciones de la policía, a Olmos lo había denunciado el mismo día un hombre que aseguró que él le robó un auto de esas características en Hudson, vecina al Parque Pereyra.
El otro testigo identificó al remisero como a uno de los tres delincuentes que asaltaron la madrugada del día después al crimen la estación de servicio de Berazategui.
A estos testimonios se sumó luego el análisis de la soga náutica con un nudo marinero con la que ataron la bolsa que contenía el cadáver de Gullo que llevó a los investigadores policiales hasta un comercio de la zona de El Peligro, en La Plata, donde admitieron que les habían prestado una soga de ese tipo a Olmos y +este nunca la devolvió.
Si bien el vehículo robado nunca volvió a aparecer, con estos elementos el remisero fue imputado en la causa por el crimen de Gullo y permaneció detenido hasta agosto de 2005.
A principios de ese mes, la Sala III de la Cámara de Garantías de Quilmes, en base a un pedido del abogado de la familia Gullo, resolvió liberar a Olmos por falta de mérito, por lo que la causa quedó sin detenidos una vez más.
Los camaristas consideraron “insuficiente” el testimonio que vio el auto y a la chica gritando, y le dio mayor relevancia al de otro testigo que aseguró que la noche del crimen vio al remisero a bordo de un Ford Falcon.
VII
Un tiempo en prisión
La familia Gullo insistió con que Galante nunca pudo haber visto tan bien al asesino desde el asiento trasero del auto, en un lugar tan oscuro y cuando se encontraba encima de Noelia. Además, con el hallazgo de una jeringa hipodérmica dentro del vehículo los parientes de la víctima sospechaban que el crimen había sido cometido durante una fiesta en medio del bosque.
Esa hipótesis llevó a comparar el caso Gullo con el de otra chica asesinada en 2000, en Necochea, por tres ex policías y un ex convicto. La prolijidad con la que se cometió el asesinato de Noelia, que su cuerpo apareció cuatro días después en un lugar que ya había sido rastrillado por los investigadores y cercano a un destacamento policial, y que el hecho de que Galante admitió tener amigos efectivo de la fuerza, forzaban la comparación.
Pero no fueron estas especulaciones las que, en definitiva, orientaron la pesquisa hacia el joven. El fiscal del caso, Pelícano, analizó durante días el relato del chico y a fines de enero, en base a contradicciones horarias, pidió su detención, que fue autorizada por la Justicia de Garantías de Quilmes.
Una comisión policial de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Quilmes fue por la mañana hasta la casa de los Galante, le pidió al chico que se bañara y luego se lo llevaron preso acusado de "privación ilegal de la libertad agravada por el resultado de muerte, en concurso ideal con abuso sexual y falsa denuncia”, delito castigado con la prisión o reclusión perpetua.
Una prueba tomada en cuenta por el fiscal para imputarlo como “partícipe necesario” fue el peritaje realizado por expertos de Gendarmería Nacional que establecieron que Noelia no estuvo en el asiento trasero del auto del sospechoso cuando fue rota la ventanilla, tal como había declarado el joven.
Los peritos no hallaron restos de vidrios en la ropa de Noelia y Galante y además determinaron que no se podía encontrar el patrón genético del semen en la bombacha de la chica porque estaba degradado.
Para el fiscal, Noelia y el sospechoso habían estado dentro del auto más tiempo del que sostenía el chico ya que en el vehículo se encontraron cuatro colillas de cigarrillos que fumaron entre los dos. Sin embargo, el joven reiteró su versión de los hechos en su indagatoria del día siguiente a su detención.
A esta altura, para los investigadores, Noelia había sido asesinada por al menos dos hombres, que la golpearon y habrían querido violarla, y luego, ya muerta, la colocaron en la bolsa. Luego, ya sin la participación del sospechoso que estaba vigilado, la arrojaron donde fue encontrada.
El hallazgo de varios rastros de semen en la ropa de Noelia y en el auto confirmó para los pesquisas el abuso sexual, aunque sin acceso carnal. A pesar de que los estudios de ADN demostraron luego que los fluidos no eran del chico sino de al menos otros dos hombres, el fiscal mantuvo la imputación sobre el sospechoso por lo que la defensa de galante apeló el fallo.
A fines de abril, después de casi tres meses de permanecer detenido, Galante fue excarcelado con falta de mérito por la Sala II de la Cámara de Apelaciones de Quilmes que consideró que las pruebas en su contra no eran suficientes.
“Tiempo al tiempo, tarde o temprano se va a saber la verdad y los que hicieron realmente esto lo van a pagar, porque yo con las manos cruzadas no me voy a quedar", sostuvo el sospechoso al salir libre.
La familia Gullo insistió con que Galante nunca pudo haber visto tan bien al asesino desde el asiento trasero del auto, en un lugar tan oscuro y cuando se encontraba encima de Noelia. Además, con el hallazgo de una jeringa hipodérmica dentro del vehículo los parientes de la víctima sospechaban que el crimen había sido cometido durante una fiesta en medio del bosque.
Esa hipótesis llevó a comparar el caso Gullo con el de otra chica asesinada en 2000, en Necochea, por tres ex policías y un ex convicto. La prolijidad con la que se cometió el asesinato de Noelia, que su cuerpo apareció cuatro días después en un lugar que ya había sido rastrillado por los investigadores y cercano a un destacamento policial, y que el hecho de que Galante admitió tener amigos efectivo de la fuerza, forzaban la comparación.
Pero no fueron estas especulaciones las que, en definitiva, orientaron la pesquisa hacia el joven. El fiscal del caso, Pelícano, analizó durante días el relato del chico y a fines de enero, en base a contradicciones horarias, pidió su detención, que fue autorizada por la Justicia de Garantías de Quilmes.
Una comisión policial de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Quilmes fue por la mañana hasta la casa de los Galante, le pidió al chico que se bañara y luego se lo llevaron preso acusado de "privación ilegal de la libertad agravada por el resultado de muerte, en concurso ideal con abuso sexual y falsa denuncia”, delito castigado con la prisión o reclusión perpetua.
Una prueba tomada en cuenta por el fiscal para imputarlo como “partícipe necesario” fue el peritaje realizado por expertos de Gendarmería Nacional que establecieron que Noelia no estuvo en el asiento trasero del auto del sospechoso cuando fue rota la ventanilla, tal como había declarado el joven.
Los peritos no hallaron restos de vidrios en la ropa de Noelia y Galante y además determinaron que no se podía encontrar el patrón genético del semen en la bombacha de la chica porque estaba degradado.
Para el fiscal, Noelia y el sospechoso habían estado dentro del auto más tiempo del que sostenía el chico ya que en el vehículo se encontraron cuatro colillas de cigarrillos que fumaron entre los dos. Sin embargo, el joven reiteró su versión de los hechos en su indagatoria del día siguiente a su detención.
A esta altura, para los investigadores, Noelia había sido asesinada por al menos dos hombres, que la golpearon y habrían querido violarla, y luego, ya muerta, la colocaron en la bolsa. Luego, ya sin la participación del sospechoso que estaba vigilado, la arrojaron donde fue encontrada.
El hallazgo de varios rastros de semen en la ropa de Noelia y en el auto confirmó para los pesquisas el abuso sexual, aunque sin acceso carnal. A pesar de que los estudios de ADN demostraron luego que los fluidos no eran del chico sino de al menos otros dos hombres, el fiscal mantuvo la imputación sobre el sospechoso por lo que la defensa de galante apeló el fallo.
A fines de abril, después de casi tres meses de permanecer detenido, Galante fue excarcelado con falta de mérito por la Sala II de la Cámara de Apelaciones de Quilmes que consideró que las pruebas en su contra no eran suficientes.
“Tiempo al tiempo, tarde o temprano se va a saber la verdad y los que hicieron realmente esto lo van a pagar, porque yo con las manos cruzadas no me voy a quedar", sostuvo el sospechoso al salir libre.
VI
El principal sospechoso
Natalio Galante era para la familia Gullo el principal sospechoso en el caso del crimen de Noelia. El círculo íntimo de la víctima sostenía que el muchacho no decía toda la verdad y desconfiaban de su estilo de vida y, en especial, de sus amistades.
La madre del joven, María Galante, cansada de escuchar cómo apuntaban con el dedo a su hijo salió a defenderlo públicamente: “A mi hijo lo quieren quebrar, pero no van a poder porque dice la verdad”.
La mujer vivía en su casa de Bosques junto a sus dos hijos y su esposo. Desde la puerta de la vivienda se podía ver el edificio de dos plantas del colegio donde Natalio había conocido a Noe.
María recordó que tras terminar la escuela, Natalio comenzó a trabajar como remisero y que en el último tiempo su pareja actual en realidad era una adolescente del barrio y no Noelia.
La mujer dijo que la noche del crimen, su hijo estuvo junto a su novia viendo películas y que luego salió su auto para llevar a la chica a su casa. Marta aseguró que no sabía cuáles eran los planes de Natalio para más tarde pero en el camino de regreso se desvió y terminó siendo víctima de una “fatalidad”.
“Se trató de un robo en un lugar inseguro y con un final trágico”, sostuvo Marta, quien responsabilizó del crimen a “la inseguridad”.
La madre del joven dijo que Natalio y Noelia salían pero como amigos porque su hijo era “bueno, alegre y simpático, al que todos querían”.
Los cruces telefónicos analizados por los investigadores situaron a Natalio llamando a las 2:30 del lunes a su casa desde el celular de Noelia y, de acuerdo a Marta, en esa comunicación su hijo le dijo que estaba yendo a dormir aunque no le aclaró donde estaba.
Para los investigadores, la declaración del chico concordaba en todo, salvo algunos detalles que por entonces no alcanzaban para cambiar el papel de víctima que ocupaba en la causa y por ello lo convocaron para que participara de la reconstrucción del hecho que se había suspendido cuando se halló el cadáver de Noe.
La explicación de Natalio sobre cómo escapó de su automóvil en el que había sido encerrado por el supuesto asesino fue el punto clave que analizaron los detectives.
De acuerdo al relato minucioso del chico, primero cerraron la tapa del baúl con él adentro, luego levantó por la mitad el porta revistero -que se dobla en dos tanto desde dentro del baúl como desde el asiento- y metió la mano, destrabó los dos retenes del asiento trasero, reclinó el respaldo hacia adelante y finalmente salió.
Parecía inverosímil esa secuencia de hechos, pero Natalio la realizó delante de los funcionarios policiales y judiciales que estuvieron en la reconstrucción por lo que las dudas sobre ese punto quedaron casi disipadas.
Natalio Galante era para la familia Gullo el principal sospechoso en el caso del crimen de Noelia. El círculo íntimo de la víctima sostenía que el muchacho no decía toda la verdad y desconfiaban de su estilo de vida y, en especial, de sus amistades.
La madre del joven, María Galante, cansada de escuchar cómo apuntaban con el dedo a su hijo salió a defenderlo públicamente: “A mi hijo lo quieren quebrar, pero no van a poder porque dice la verdad”.
La mujer vivía en su casa de Bosques junto a sus dos hijos y su esposo. Desde la puerta de la vivienda se podía ver el edificio de dos plantas del colegio donde Natalio había conocido a Noe.
María recordó que tras terminar la escuela, Natalio comenzó a trabajar como remisero y que en el último tiempo su pareja actual en realidad era una adolescente del barrio y no Noelia.
La mujer dijo que la noche del crimen, su hijo estuvo junto a su novia viendo películas y que luego salió su auto para llevar a la chica a su casa. Marta aseguró que no sabía cuáles eran los planes de Natalio para más tarde pero en el camino de regreso se desvió y terminó siendo víctima de una “fatalidad”.
“Se trató de un robo en un lugar inseguro y con un final trágico”, sostuvo Marta, quien responsabilizó del crimen a “la inseguridad”.
La madre del joven dijo que Natalio y Noelia salían pero como amigos porque su hijo era “bueno, alegre y simpático, al que todos querían”.
Los cruces telefónicos analizados por los investigadores situaron a Natalio llamando a las 2:30 del lunes a su casa desde el celular de Noelia y, de acuerdo a Marta, en esa comunicación su hijo le dijo que estaba yendo a dormir aunque no le aclaró donde estaba.
Para los investigadores, la declaración del chico concordaba en todo, salvo algunos detalles que por entonces no alcanzaban para cambiar el papel de víctima que ocupaba en la causa y por ello lo convocaron para que participara de la reconstrucción del hecho que se había suspendido cuando se halló el cadáver de Noe.
La explicación de Natalio sobre cómo escapó de su automóvil en el que había sido encerrado por el supuesto asesino fue el punto clave que analizaron los detectives.
De acuerdo al relato minucioso del chico, primero cerraron la tapa del baúl con él adentro, luego levantó por la mitad el porta revistero -que se dobla en dos tanto desde dentro del baúl como desde el asiento- y metió la mano, destrabó los dos retenes del asiento trasero, reclinó el respaldo hacia adelante y finalmente salió.
Parecía inverosímil esa secuencia de hechos, pero Natalio la realizó delante de los funcionarios policiales y judiciales que estuvieron en la reconstrucción por lo que las dudas sobre ese punto quedaron casi disipadas.
V
Mucha tristeza y peritajes, pero ninguna respuesta
José Gullo se había separado desde hacía bastante tiempo de Isabel, la madre de Noelia. No vivía en la casa de Bosques de donde la chica había salido la noche que la mataron sino en el barrio Don Orione, partido de Almirante Brown. Pero el crimen de su hija lo acercó a su ex mujer, como tantas otras veces hacen las situaciones de profundo dolor.
“Ya no tengo vida; mi vida se terminó junto con la de ella” , fueron las pocas palabras de José durante el velatorio de los restos de su hija en una cochería de Berazategui, donde un centenar de personas entre amigos compañeros, vecinos y familiares de Noe estuvieron presentes.
“No tengo idea de quién es el asesino; igual ya no me interesa, quería a mi hija y ya no la tengo más”, apenas alcanzó a decir el hombre mientras sus sobrinos lo llevaban del brazo minutos antes de desmayarse en plena ceremonia.
El dolor no sólo actuó como dagas clavándose en los cuerpos endebles de los familiares y amigos de la adolescente sino que también se materializó en discurso político ya que los funcionarios nacionales salieron a manifestar su repudio y su confianza en que el crimen no iba a quedar impune.
El domingo, cuerpo de Noe fue inhumado en un cementerio privado también de Berazategui donde el cadáver fue colocado en un nicho durante una ceremonia que aún más concurrida que el velatorio, ya que contó con la presencia con unas 300 personas.
En un primer momento, la familia de la víctima quiso quería cremar el cuerpo pero la Justicia no lo permitió porque restaban realizársele muchos peritajes para poder avanzar en la investigación y determinar cómo se había cometido el asesinato.
Ese mismo día, los detectives policiales volvieron a rastrillar la zona donde había aparecido el cadáver y a examinar el automóvil del joven Galante para obtener más pruebas.
Unas 24 horas después, en tanto, la pesquisa avanzó con los primeros resultados de la autopsia que indicaron que el cadáver de Noe presentaba golpes en la cabeza, en una de sus rodillas, en el glúteo y en las costillas, aunque ninguna de estas lesiones le habían provocado la muerte.
De acuerdo a los peritos forenses, estos golpes habían sido aplicados con un elemento contundente y que provocaron que la joven se desvaneciera y siguiera siendo atacada sin ofrecer resistencia, lo que abonaba la pista de que la víctima no se defendió, y que por ello no había pelos o restos de piel debajo de sus uñas.
Tampoco se detectaron heridas o signos de violencia en cuello y boca, ni marcas de estrangulamiento, por lo que todo indicaba que la chica había sido asfixiada, probablemente, con una bolsa de nylon.
Mientras tanto, los pesquisas aguardaban los resultados de otros exámenes forenses, como los histopatológicos, practicados con más de 25 muestras tomadas en la escena del crimen.
José Gullo se había separado desde hacía bastante tiempo de Isabel, la madre de Noelia. No vivía en la casa de Bosques de donde la chica había salido la noche que la mataron sino en el barrio Don Orione, partido de Almirante Brown. Pero el crimen de su hija lo acercó a su ex mujer, como tantas otras veces hacen las situaciones de profundo dolor.
“Ya no tengo vida; mi vida se terminó junto con la de ella” , fueron las pocas palabras de José durante el velatorio de los restos de su hija en una cochería de Berazategui, donde un centenar de personas entre amigos compañeros, vecinos y familiares de Noe estuvieron presentes.
“No tengo idea de quién es el asesino; igual ya no me interesa, quería a mi hija y ya no la tengo más”, apenas alcanzó a decir el hombre mientras sus sobrinos lo llevaban del brazo minutos antes de desmayarse en plena ceremonia.
El dolor no sólo actuó como dagas clavándose en los cuerpos endebles de los familiares y amigos de la adolescente sino que también se materializó en discurso político ya que los funcionarios nacionales salieron a manifestar su repudio y su confianza en que el crimen no iba a quedar impune.
El domingo, cuerpo de Noe fue inhumado en un cementerio privado también de Berazategui donde el cadáver fue colocado en un nicho durante una ceremonia que aún más concurrida que el velatorio, ya que contó con la presencia con unas 300 personas.
En un primer momento, la familia de la víctima quiso quería cremar el cuerpo pero la Justicia no lo permitió porque restaban realizársele muchos peritajes para poder avanzar en la investigación y determinar cómo se había cometido el asesinato.
Ese mismo día, los detectives policiales volvieron a rastrillar la zona donde había aparecido el cadáver y a examinar el automóvil del joven Galante para obtener más pruebas.
Unas 24 horas después, en tanto, la pesquisa avanzó con los primeros resultados de la autopsia que indicaron que el cadáver de Noe presentaba golpes en la cabeza, en una de sus rodillas, en el glúteo y en las costillas, aunque ninguna de estas lesiones le habían provocado la muerte.
De acuerdo a los peritos forenses, estos golpes habían sido aplicados con un elemento contundente y que provocaron que la joven se desvaneciera y siguiera siendo atacada sin ofrecer resistencia, lo que abonaba la pista de que la víctima no se defendió, y que por ello no había pelos o restos de piel debajo de sus uñas.
Tampoco se detectaron heridas o signos de violencia en cuello y boca, ni marcas de estrangulamiento, por lo que todo indicaba que la chica había sido asfixiada, probablemente, con una bolsa de nylon.
Mientras tanto, los pesquisas aguardaban los resultados de otros exámenes forenses, como los histopatológicos, practicados con más de 25 muestras tomadas en la escena del crimen.
IV
Las dudas
Las dudas que surgieron tras el hallazgo del cadáver de Noelia crecían con el correr de las horas de la pesquisa. Al día siguiente, cuando a{un restaban conocerse los resultados finales de la autopsia, los investigadores judiciales no podían determinar cómo, cuando y dónde había sido asesinada la adolescente.
Las sospechas apuntaban a que el crimen no había ocurrido el mismo día del hallazgo y en otro lugar al del hallazgo, ya que ése había sido rastrillado por la policía los días previos, cuando la víctima permanecía desaparecida.
A los pesquisas les llamó la atención las bolsas muy prolijamente cerradas con una soga limpia y cinta de embalar bien puesta que no se compadecía con el estado de putrefacción del cuerpo.
En ese sentido, un anónimo había llamado a la Policía indicando que el cuerpo de Noelia había sido arrojado el día anterior desde un automóvil Ford Taunus naranja.
Lo único cierto era por entonces que el avanzado estado de descomposición del cadáver de la chica impedía a los peritos forenses determinar si los golpes en la cabeza habían causado su muerte. Los expertos tomaron unas 25 muestras de del cuerpo que iban a ser analizadas para acreditar la mecánica de la muerte y también si había existido un abuso sexual.
La hipótesis de la violación se basaba en que Noelia fue hallada con el jean mal puesto, los botones desabrochados y más bajo de un lado de la cadera que del otro. Además de la gran cantidad de lesiones que presentaba el cadáver como signos de que había ofrecido resistencia a sus atacantes.
Otra pista indicaba que en la autopsia se habían encontrado larvas de moscas sobre el cuerpo, lo cual avalaba la posibilidad de que estuvo descubierto hasta que se lo introdujo en las bolsas.
Por su parte, el padre de Galante salió a defender públicamente a su hijo ante las acusaciones de la familia Gullo y sostuvo que entendía el dolor de los padres de Noe ero no las mentiras que decían sobre Natalio.
En tanto, los pesquisas siguieron la versión de Galante, por lo que realizaron la reconstrucción del hecho y otras pruebas como la de apagar todas las luces en el lugar para determinar cómo había hecho el joven para poder ver al hombre que presuntamente los atacó y al que describió de unos 30 o 40 años, mal afeitado y con barba candado.
Las dudas que surgieron tras el hallazgo del cadáver de Noelia crecían con el correr de las horas de la pesquisa. Al día siguiente, cuando a{un restaban conocerse los resultados finales de la autopsia, los investigadores judiciales no podían determinar cómo, cuando y dónde había sido asesinada la adolescente.
Las sospechas apuntaban a que el crimen no había ocurrido el mismo día del hallazgo y en otro lugar al del hallazgo, ya que ése había sido rastrillado por la policía los días previos, cuando la víctima permanecía desaparecida.
A los pesquisas les llamó la atención las bolsas muy prolijamente cerradas con una soga limpia y cinta de embalar bien puesta que no se compadecía con el estado de putrefacción del cuerpo.
En ese sentido, un anónimo había llamado a la Policía indicando que el cuerpo de Noelia había sido arrojado el día anterior desde un automóvil Ford Taunus naranja.
Lo único cierto era por entonces que el avanzado estado de descomposición del cadáver de la chica impedía a los peritos forenses determinar si los golpes en la cabeza habían causado su muerte. Los expertos tomaron unas 25 muestras de del cuerpo que iban a ser analizadas para acreditar la mecánica de la muerte y también si había existido un abuso sexual.
La hipótesis de la violación se basaba en que Noelia fue hallada con el jean mal puesto, los botones desabrochados y más bajo de un lado de la cadera que del otro. Además de la gran cantidad de lesiones que presentaba el cadáver como signos de que había ofrecido resistencia a sus atacantes.
Otra pista indicaba que en la autopsia se habían encontrado larvas de moscas sobre el cuerpo, lo cual avalaba la posibilidad de que estuvo descubierto hasta que se lo introdujo en las bolsas.
Por su parte, el padre de Galante salió a defender públicamente a su hijo ante las acusaciones de la familia Gullo y sostuvo que entendía el dolor de los padres de Noe ero no las mentiras que decían sobre Natalio.
En tanto, los pesquisas siguieron la versión de Galante, por lo que realizaron la reconstrucción del hecho y otras pruebas como la de apagar todas las luces en el lugar para determinar cómo había hecho el joven para poder ver al hombre que presuntamente los atacó y al que describió de unos 30 o 40 años, mal afeitado y con barba candado.
III
El fin de un misterio y el comienzo de otro
El misterio sobre el paradero de Noelia se disipó rápidamente y de la manera más trágica para los familiares de la joven ya que el jueves siguiente a su desaparición apareció asesinada dentro de una bolsa de nylon. El hallazgo ocurrió alrededor de las 20, en el Parque Pereyra, poco antes de que se realizara la reconstrucción del hecho, que había sido ordenada desde la Fiscalía General de Quilmes.
Mientras los funcionarios judiciales encabzaban la diligencia y le tomaban declaración testimonial a Galante por primera vez, un llamado anónimo a la policía indicó sobre la presencia en la zona de una bolsa con un bulto con un aspecto sospechoso.
Los bomberos la encontraron dentro de un zanjón, a 300 metros del Subcomando de Patrullas de Gutiérrez, en el cruce de los caminos General Belgrano y Centenario, a pocos kilómetros de donde Noelia había sido raptada. A simple vista, los peritos forenses que trabajaron en el lugar determinaron que el cadáver de la chica, que estaba en posición fetal, presentaba un fuerte golpe en la cabeza.
Un dato que aportó un jefe policial fue que desde la madrugada del lunes, cuando desapareció Gullo, había producido lluvias pero, llamativamente, la bolsa con el cadáver no parecía estar mojada.
Desde entonces se comenzó a sospechar que el cuerpo asesinado de la adolescente fue depositado allí horas antes de ser encontrado, muy probablemente cuando terminaron los rastrillajes policiales.
Es que el caso había tomado una publicidad imparable, al punto que el ministro de Seguridad bonaerense y el secretario de Seguridad Interior de la Nación habían estado reunidos con los padres de la víctima, que, además recibieron llamados de apoyo de parte del Gobernador provincial y hasta del Presidente argentino.
Tras la aparición del cadáver, la lupa de los pesquisas se posó sobre Galante, la última persona que había visto con vida a Noe. Los investigadores tenían que atar muchos cabos sueltos porque el relato del chico no era del todo convincente pero tampoco contradictorio.
Una de las dudas que se barajaban era que el joven había declarado que estaba con la chica en el asiento trasero de su auto cuando el presunto asaltante rompió el vidrio de la luneta con un revólver pero luego la policía no halló ni una sola astilla de vidrio entre sus ropas.
También indicó que el ladrón se llevó 30 pesos de la guantera de su vehículo, donde también se encontraba el teléfono celular de Noe, que posteriormente fue hallado allí intacto.
Además, Galante realizó una detallada descripción del presunto delincuente para que la policía confeccionara un identikit. Pero el lugar donde aparentemente ocurrieron los hechos era una zona muy oscura durante la noche y cuando los efectivos le preguntaron cómo había podido describir tan bien al captor, respondió que las luces de la estación de servicio cercana le habían permitido verle el rostro. Sin embargo, lesa estación estaba bastante alejada.
El misterio sobre el paradero de Noelia se disipó rápidamente y de la manera más trágica para los familiares de la joven ya que el jueves siguiente a su desaparición apareció asesinada dentro de una bolsa de nylon. El hallazgo ocurrió alrededor de las 20, en el Parque Pereyra, poco antes de que se realizara la reconstrucción del hecho, que había sido ordenada desde la Fiscalía General de Quilmes.
Mientras los funcionarios judiciales encabzaban la diligencia y le tomaban declaración testimonial a Galante por primera vez, un llamado anónimo a la policía indicó sobre la presencia en la zona de una bolsa con un bulto con un aspecto sospechoso.
Los bomberos la encontraron dentro de un zanjón, a 300 metros del Subcomando de Patrullas de Gutiérrez, en el cruce de los caminos General Belgrano y Centenario, a pocos kilómetros de donde Noelia había sido raptada. A simple vista, los peritos forenses que trabajaron en el lugar determinaron que el cadáver de la chica, que estaba en posición fetal, presentaba un fuerte golpe en la cabeza.
Un dato que aportó un jefe policial fue que desde la madrugada del lunes, cuando desapareció Gullo, había producido lluvias pero, llamativamente, la bolsa con el cadáver no parecía estar mojada.
Desde entonces se comenzó a sospechar que el cuerpo asesinado de la adolescente fue depositado allí horas antes de ser encontrado, muy probablemente cuando terminaron los rastrillajes policiales.
Es que el caso había tomado una publicidad imparable, al punto que el ministro de Seguridad bonaerense y el secretario de Seguridad Interior de la Nación habían estado reunidos con los padres de la víctima, que, además recibieron llamados de apoyo de parte del Gobernador provincial y hasta del Presidente argentino.
Tras la aparición del cadáver, la lupa de los pesquisas se posó sobre Galante, la última persona que había visto con vida a Noe. Los investigadores tenían que atar muchos cabos sueltos porque el relato del chico no era del todo convincente pero tampoco contradictorio.
Una de las dudas que se barajaban era que el joven había declarado que estaba con la chica en el asiento trasero de su auto cuando el presunto asaltante rompió el vidrio de la luneta con un revólver pero luego la policía no halló ni una sola astilla de vidrio entre sus ropas.
También indicó que el ladrón se llevó 30 pesos de la guantera de su vehículo, donde también se encontraba el teléfono celular de Noe, que posteriormente fue hallado allí intacto.
Además, Galante realizó una detallada descripción del presunto delincuente para que la policía confeccionara un identikit. Pero el lugar donde aparentemente ocurrieron los hechos era una zona muy oscura durante la noche y cuando los efectivos le preguntaron cómo había podido describir tan bien al captor, respondió que las luces de la estación de servicio cercana le habían permitido verle el rostro. Sin embargo, lesa estación estaba bastante alejada.
II
La búsqueda
El mismo lunes que se conoció la desaparición de Noe y al día siguiente, unos 200 policías inspeccionaron in éxito unas 500 de las 800 hectáreas del Parque Pereyra. Los efectivos realizaron seis rastrillajes denominados "peine" en los que revisaron quintas, propiedades privadas y hasta una serie de parcelas donde funcionaban dependencias del Ministerio de la Producción bonaerense.
En algunos sectores, los policías, apoyados por perros y helicópteros, tuvieron que entrar con caballos para poder inspeccionar arroyos y también realizaron varios allanamientos luego del testimonio de vecinos que aportaron datos sobre personas parecidas al asaltante descripto por Galante.
Cerca de las 19:30 del martes, los investigadores decidieron suspender la búsqueda al considerar que ya no quedaba sin revisar ningún rincón de las zonas cercanas a donde había desaparecido.
Los investigadores sospecharon que podía tratarse de un secuestro aunque las horas pasaron y nunca hubo llamado extorsivo a la familia Gullo exigiendo dinero a cambio de la liberación de Noe.
Sin embargo, desde un principio, los padres de la joven, José e Isabel, junto a otros familiares y amigos desecharon esa posibilidad.
En cambio, apuntaron a Galante como el principal responsable ya que consideraban que la versión de los hechos que este había dado a la policía tenía “puntos pocos claros”.
Isabel rápidamente se encargó de decir públicamente que tenía “malas” referencias de Galante mientras que la hermanastra de la chica sostuvo que vecinos del barrio donde vivía el chico le habían asegurado que éste consumía drogas.
Los familiares y amigos de Noelia cortaron la rotonda de Alpargatas sobre la ruta 2, en Gutiérrez, para reclamar el pronto esclarecimiento y denunciaron el caso a los medios ya que estaban desconformes con al accionar que hasta ese momento había tenido la Policía y la Justicia.
De esa manera la fotografía de la adolescente comenzó a recorrer pantallas de televisión y las páginas de los diarios.
Por su parte, desde la Jefatura Departamental de Quilmes respondieron que la pesquisa estaba avanzando y que ya se había confeccionado un identikit del supuesto captor de la adolescente, el cuál estaba en manos del fiscal del caso.
El mismo lunes que se conoció la desaparición de Noe y al día siguiente, unos 200 policías inspeccionaron in éxito unas 500 de las 800 hectáreas del Parque Pereyra. Los efectivos realizaron seis rastrillajes denominados "peine" en los que revisaron quintas, propiedades privadas y hasta una serie de parcelas donde funcionaban dependencias del Ministerio de la Producción bonaerense.
En algunos sectores, los policías, apoyados por perros y helicópteros, tuvieron que entrar con caballos para poder inspeccionar arroyos y también realizaron varios allanamientos luego del testimonio de vecinos que aportaron datos sobre personas parecidas al asaltante descripto por Galante.
Cerca de las 19:30 del martes, los investigadores decidieron suspender la búsqueda al considerar que ya no quedaba sin revisar ningún rincón de las zonas cercanas a donde había desaparecido.
Los investigadores sospecharon que podía tratarse de un secuestro aunque las horas pasaron y nunca hubo llamado extorsivo a la familia Gullo exigiendo dinero a cambio de la liberación de Noe.
Sin embargo, desde un principio, los padres de la joven, José e Isabel, junto a otros familiares y amigos desecharon esa posibilidad.
En cambio, apuntaron a Galante como el principal responsable ya que consideraban que la versión de los hechos que este había dado a la policía tenía “puntos pocos claros”.
Isabel rápidamente se encargó de decir públicamente que tenía “malas” referencias de Galante mientras que la hermanastra de la chica sostuvo que vecinos del barrio donde vivía el chico le habían asegurado que éste consumía drogas.
Los familiares y amigos de Noelia cortaron la rotonda de Alpargatas sobre la ruta 2, en Gutiérrez, para reclamar el pronto esclarecimiento y denunciaron el caso a los medios ya que estaban desconformes con al accionar que hasta ese momento había tenido la Policía y la Justicia.
De esa manera la fotografía de la adolescente comenzó a recorrer pantallas de televisión y las páginas de los diarios.
Por su parte, desde la Jefatura Departamental de Quilmes respondieron que la pesquisa estaba avanzando y que ya se había confeccionado un identikit del supuesto captor de la adolescente, el cuál estaba en manos del fiscal del caso.
Un crimen sin asesinos
El último domingo de 2003, Noelia Gullo (16) se vistió con un pantalón de jean, una blusa negra y un par de botas del mismo color ya que unas horas antes su ex compañero de colegio, Natalio Galante (19) le había avisado que la iba a pasar a buscar para ir a cenar juntos.
La chica y Galante se conocían desde hacía varios años cuando iban juntos a la misma escuela del partido bonaerense de Florencio Varela hasta que Noe decidió cambiarse de centro de estudios y se distanciaron. Sin embargo, siempre se mantuvieron en contacto ya que tenían amigos en común.
Dos semanas antes de esa cena del domingo, la adolescente se había peleado con su novio desde 2002 y desde la ruptura Galante la había vuelto a frecuentar y ya habían salido un par de veces.
Sin embrago, para los familiares de la joven, él intentaba cortejarla pero ella no había accedido a sus pedidos y prefería mantener la relación en el plano de la amistad. Es más, dijeron que el sábado anterior habían ido a bailar a un local que Noe no conocía y que no le gustó por el ambiente.
De todos modos, los parientes de la chica admitieron que la noche del domingo había aceptado la invitación de Galante para salir a divertirse y así poder olvidarse de la ruptura con su novio.
Alrededor de las 21.30 la chica tomó su teléfono celular, las llaves y dos pesos y salió de su casa de Bosques, en Florencio Varela. Se subió al Renault 12 verde de Galante y nunca más volvió.
La pareja se alejó de Bosques y en vez de ir a cenar, aparentemente por falta de dinero, fue hasta el Parque Pereyra Iraola, donde el muchacho estacionó el auto en una calle de tierra, a unos 200 metros de distancia de la entrada ubicada sobre el Camino Centenario.
Alrededor de las 2, según denunció el muchacho a la policía poco después, él se encontraba en el asiento trasero con Noe cuando un hombre se acercó caminando hasta el Renault 12, rompió el vidrio de la ventanilla y los obligó a ambos a bajar del mismo.
El propio joven explicó a la policía que el hombre era de uno 30 o 40 años, de contextura física robusta, de un metro ochenta de estatura y tenía barba, bigote y pelo negro largo.
Según Galante, el delincuente revisó uno de los buches del Renault y encontró 30 pesos. Después intentó poner en marcha el auto pero no pudo y lo encerró en el baúl del vehículo.
El muchacho denunció que el atacante finalmente escapó del lugar y se llevó las llaves del auto y a Noelia a punta de pistola.
Galante recién se liberó a la 4 de esa misma madrugada y fue hasta la comisaría tercera de Berazategui, situada a unas pocas cuadras donde había ocurrido el hecho, a alertar a la policía sobre lo ocurrido.
En el automóvil del joven luego hallaron el teléfono celular de Noelia pero no había más rastros de la muchacha.
La chica y Galante se conocían desde hacía varios años cuando iban juntos a la misma escuela del partido bonaerense de Florencio Varela hasta que Noe decidió cambiarse de centro de estudios y se distanciaron. Sin embargo, siempre se mantuvieron en contacto ya que tenían amigos en común.
Dos semanas antes de esa cena del domingo, la adolescente se había peleado con su novio desde 2002 y desde la ruptura Galante la había vuelto a frecuentar y ya habían salido un par de veces.
Sin embrago, para los familiares de la joven, él intentaba cortejarla pero ella no había accedido a sus pedidos y prefería mantener la relación en el plano de la amistad. Es más, dijeron que el sábado anterior habían ido a bailar a un local que Noe no conocía y que no le gustó por el ambiente.
De todos modos, los parientes de la chica admitieron que la noche del domingo había aceptado la invitación de Galante para salir a divertirse y así poder olvidarse de la ruptura con su novio.
Alrededor de las 21.30 la chica tomó su teléfono celular, las llaves y dos pesos y salió de su casa de Bosques, en Florencio Varela. Se subió al Renault 12 verde de Galante y nunca más volvió.
La pareja se alejó de Bosques y en vez de ir a cenar, aparentemente por falta de dinero, fue hasta el Parque Pereyra Iraola, donde el muchacho estacionó el auto en una calle de tierra, a unos 200 metros de distancia de la entrada ubicada sobre el Camino Centenario.
Alrededor de las 2, según denunció el muchacho a la policía poco después, él se encontraba en el asiento trasero con Noe cuando un hombre se acercó caminando hasta el Renault 12, rompió el vidrio de la ventanilla y los obligó a ambos a bajar del mismo.
El propio joven explicó a la policía que el hombre era de uno 30 o 40 años, de contextura física robusta, de un metro ochenta de estatura y tenía barba, bigote y pelo negro largo.
Según Galante, el delincuente revisó uno de los buches del Renault y encontró 30 pesos. Después intentó poner en marcha el auto pero no pudo y lo encerró en el baúl del vehículo.
El muchacho denunció que el atacante finalmente escapó del lugar y se llevó las llaves del auto y a Noelia a punta de pistola.
Galante recién se liberó a la 4 de esa misma madrugada y fue hasta la comisaría tercera de Berazategui, situada a unas pocas cuadras donde había ocurrido el hecho, a alertar a la policía sobre lo ocurrido.
En el automóvil del joven luego hallaron el teléfono celular de Noelia pero no había más rastros de la muchacha.
X
La captura del líder
Los investigadores del robo al banco de El Maitén aún sentía que la satisfacción no era completa ya que, tras el juicio, Anzuelo, el sindicado líder de la banda ya condenada por el cinematográfico asalto seguía prófugo.
Los buscaron por toda la Patagonia argentina y también por Chile, ya que algunas pruebas señalaban que cuatro días después del asalto, el delincuente había escapado al vecino país por un paso ilegal de Villa La Angostura.
A partir de entonces, Anzuelo se había radicado en un pueblo chileno llamado Sol de Oriente, cercano a Puerto Montt, donde compró un almacén llamado “El Volcán".
Mientras era intensamente buscado, Anzuelo tuvo una muy buena inserción con sus vecinos, con quienes jugaba al tenis, fútbol y ping pong; y a los que engañó diciéndoles que se llamaba Gabriel Seles, quien supuestamente se había dio a vivir a Chile porque en Argentina había tenido un problema judicial.
Anzuelo vivió allí con una mujer joven y también estudió abogacía y computación, por lo que ningún habitante del pueblo sospechó que se trataba de un peligroso delincuente.
Sin embargo, los detectives de la Brigada Antinarcóticos de la policía chilena lo detuvieron a principio de mayo de 2007 pero al día siguiente escapó cuando era llevado a declarar a Santiago y antes de que arribara allí el personal de Interpol que iba pedir que lo extraditaran a Argentina.
Tras esa evasión, se investigó la posible connivencia de los Carabineros de Puerto Montt, al tiempo que Anzuelo se ocultó un tiempo en Bolivia, desde donde viajó seguido a Ciudad del Este, en Paraguay, ya que se empezó a dedicar a la compra y venta de equipos de electrónica y computación.
En esos meses, el delincuente utilizó al menos tres identidades falsas y cambió seguido su fisonomía para evitar volver a ser atrapado por la policía.
Pero la suerte del sospechoso se terminó cuando la primera semana de setiembre de 2007 fue localizado en el barrio 400 Viviendas del Alto, en Bariloche, donde había ido para participar como padrino del bautismo del hijo de un amigo.
Los detectives contaban con ese dato y habían montado una guardia encubierta en toda la zona, por lo que apenas Anzuelo llegó a la capilla donde se realizaba la ceremonia, agentes de la Brigada de Investigaciones de la policía rionegrina, que iban en dos vehículos no identificables, le dieron la voz de alto.
Pero el sospechoso que estaba por entrar al templo regresó sobre sus pasos y volvió a subir a su automóvil, en el que había llegado y era conducido por otro hombre que escapó por la ruta 258 en dirección al barrio El Frutillar.
Los policías lo persiguieron hasta la esquina de Neneo y Cacique Prafil, donde Anzuelo se arrojó del auto, continuó con la huida a pie y comenzó a disparar contra los efectivos que repelieron la agresión. El tiroteo terminó cuando el prófugo cayó herido de un balazo en la pierna izquierda y se entregó.
Tres semanas después, Anzuelo fue llevado bajo un fuerte operativo policial a los tribunales de Esquel, donde finalmente quedó preso por el robo en El Maitén.
AA
Octubre 2007.
Los investigadores del robo al banco de El Maitén aún sentía que la satisfacción no era completa ya que, tras el juicio, Anzuelo, el sindicado líder de la banda ya condenada por el cinematográfico asalto seguía prófugo.
Los buscaron por toda la Patagonia argentina y también por Chile, ya que algunas pruebas señalaban que cuatro días después del asalto, el delincuente había escapado al vecino país por un paso ilegal de Villa La Angostura.
A partir de entonces, Anzuelo se había radicado en un pueblo chileno llamado Sol de Oriente, cercano a Puerto Montt, donde compró un almacén llamado “El Volcán".
Mientras era intensamente buscado, Anzuelo tuvo una muy buena inserción con sus vecinos, con quienes jugaba al tenis, fútbol y ping pong; y a los que engañó diciéndoles que se llamaba Gabriel Seles, quien supuestamente se había dio a vivir a Chile porque en Argentina había tenido un problema judicial.
Anzuelo vivió allí con una mujer joven y también estudió abogacía y computación, por lo que ningún habitante del pueblo sospechó que se trataba de un peligroso delincuente.
Sin embargo, los detectives de la Brigada Antinarcóticos de la policía chilena lo detuvieron a principio de mayo de 2007 pero al día siguiente escapó cuando era llevado a declarar a Santiago y antes de que arribara allí el personal de Interpol que iba pedir que lo extraditaran a Argentina.
Tras esa evasión, se investigó la posible connivencia de los Carabineros de Puerto Montt, al tiempo que Anzuelo se ocultó un tiempo en Bolivia, desde donde viajó seguido a Ciudad del Este, en Paraguay, ya que se empezó a dedicar a la compra y venta de equipos de electrónica y computación.
En esos meses, el delincuente utilizó al menos tres identidades falsas y cambió seguido su fisonomía para evitar volver a ser atrapado por la policía.
Pero la suerte del sospechoso se terminó cuando la primera semana de setiembre de 2007 fue localizado en el barrio 400 Viviendas del Alto, en Bariloche, donde había ido para participar como padrino del bautismo del hijo de un amigo.
Los detectives contaban con ese dato y habían montado una guardia encubierta en toda la zona, por lo que apenas Anzuelo llegó a la capilla donde se realizaba la ceremonia, agentes de la Brigada de Investigaciones de la policía rionegrina, que iban en dos vehículos no identificables, le dieron la voz de alto.
Pero el sospechoso que estaba por entrar al templo regresó sobre sus pasos y volvió a subir a su automóvil, en el que había llegado y era conducido por otro hombre que escapó por la ruta 258 en dirección al barrio El Frutillar.
Los policías lo persiguieron hasta la esquina de Neneo y Cacique Prafil, donde Anzuelo se arrojó del auto, continuó con la huida a pie y comenzó a disparar contra los efectivos que repelieron la agresión. El tiroteo terminó cuando el prófugo cayó herido de un balazo en la pierna izquierda y se entregó.
Tres semanas después, Anzuelo fue llevado bajo un fuerte operativo policial a los tribunales de Esquel, donde finalmente quedó preso por el robo en El Maitén.
AA
Octubre 2007.
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