III

El sospechoso de siempre
Mientras los restos de Rolo y su familia eran velados en una cochería de Los Polvorines, Roberto, el compañero de trabajo del hombre asesinado y que estaba bajo sospecha, fue detenido por la policía en su vivienda de Don Torcuato.
En dicho inmueble, los policías hallaron ropas con manchas de sangre que fueron examinadas para determinar si pertenecían a las víctimas y dos cuchillos cuyas características coincidían con las de las armas utilizadas en la masacre, según las pericias realizadas en las heridas de los cuatro cadáveres.
Roberto era un hombre que, según los investigadores, se caracterizaba por reservado, hosco, de mal carácter y mantenía una problemática relación laboral con Rolo, por lo que estas características apoyaban la hipótesis del crimen por venganza.
Al momento de ser detenido, el sospechoso admitió haber tenido problemas laborales con Rolo aunque dijo ser inocente.
Las sospechas de los pesquisas indicaban que Roberto cometió la matanza mientras el matrimonio y sus dos hijas dormían ya que todos vestían ropa de cama y se habían acostado temprano a raíz de que en la zona se había cortado el videocable y no podían ver televisión. La otra hipótesis, en cambio, apuntaba a que el asesino los había llevado a la fuerza hacia sus habitaciones.
Tras el arresto del sospechoso, un investigador judicial señaló que dos más habían participado del hecho ya que se habían utilizado dos armas blancas y un revólver calibre 22 y había una gran cantidad de puñaladas.
“Por la saña con la que se realizó la matanza y con un denominador común que es el que mataron a una misma familia, aparentemente, lo que se está manejando es que el móvil fue una venganza por un problema en el trabajo”, explicó el pesquisa.
Roberto fue llevado a los tribunales de San Martín para ser indagado por la jueza del caso, al tiempo que los restos de la familia asesinada fueron inhumados en un cementerio privado de Moreno.
Luego, el sospechoso fue indagado durante tres horas y media y en es declaración volvió a decir que era inocente y que tenia una enemistad de vieja data con Rolo. También aclaró que era bebedor y que en alguna circunstancia en que estuvo borracho había intimidado a su compañero de trabajo.
El sospechoso dijo además que no conocía a la esposa de Rolo ni sabía dónde vivía pero que sí había visto a las hijas del hombre cuando éste en una ocasión las llevó al complejo donde trabajaban.
La relación entre Rolo, uno de los jefes de vigilancia del complejo, y Roberto era poco cordial ya que desde hacía varios meses el sospechoso soportaba suspensiones constantes debido a sus reiteradas faltas al lugar de trabajo.
Según la policía, la víctima había decidido romper el contrato con el sospechoso debido a su ineficiencia en el trabajo, lo que llevó, presumiblemente, al imputado a amenazarlo de muerte, incluso delante de otros compañeros.