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El lunes 19 la investigación empezó a tomar impulso, como toda actividad que duerme durante el fin de semana. La policía de Nobleza obtuvo aquel día un video de las cámaras de seguridad de un peaje de la ruta 7 en el que se veía a Federico Pumba, a través de la ventanilla baja de la puerta del conductor del Corsa gris. Esas imágenes, en blanco y negro y de mala calidad, habían sido tomadas cerca de las 20 del sábado 14, a la altura de un pueblo que estaba a mitad de camino de Piedrabuena.
Esta pista alentó a la fiscal Magoo, al comisario Carlos Dodó y al inspector Antonio Clousseau a creer que era cierto que los Pumba se dirigían a Nobleza y que hasta esa hora del sábado, por lo menos Federico estaba con vida y visiblemente bien, normal.
A partir de entonces, si Federico hubiera seguido conduciendo su auto por el mismo camino, tendría que haber llegado a las 22 a Nobleza, tal como le había adelantado Gisela a su amiga por sms.
Esta situación abrió el abanico de hipótesis que empezaron a manejar los investigadores judiciales y policiales que continuaron con distintas diligencias para dilucidar el misterio que ya estaba en todos los medios de prensa del país, un factor de presión sobre sus tareas.