Juan vs. Los testigos
Juan quedó alojado en la cárcel de Olmos hasta fines de junio de 1998 cuando fue trasladado a la comisaría 1ra. de San Martín, donde permaneció durante todo el desarrollo del juicio oral y público al se fue sometido acusado de la masacre de Rolo y su familia. La defensa estaba convencida de la inocencia del único imputado e iba a pedir la absolución del hombre.
El imputado fue el primero en declarar ante el tribunal ante el que aseguró: “En ningún momento hice semejante atrocidad de la que me culpan”.
Valdez recordó que el día de los homicidios llegó a la casa de su hermana alrededor de las 21.45 y luego de estar allí unos 15 minutos se marchó a su lugar de trabajo. “Pero cuando iba a llegar a la parada del colectivo me di cuenta de que me había olvidado la agenda y volví. Tardé unos cinco minutos en llegar y encontré la puerta abierta y en ese momento vi un cuadro horroroso”, explicó.
El acusado contó que luego de constatar que toda la familia estaba muerta, se fue del lugar por el miedo que le había causado ver los cuerpos de las cuatro víctimas. “Todos me preguntan por qué me fui. Pero yo no le deseo a nadie lo que vi esa noche, no sé si otro habrá presenciado algo tan horroroso”, indicó.
“De lo único que soy culpable es de haber tenido miedo y de haberme ido de la casa de mi hermana sin llamar a la policía, finalizó.
Cuando le preguntaron por qué había ido a la casa de su cuñado a las 21.45 si su horario de entrada al trabajo, como guardia de seguridad en un club ubicado a 11 kilómetros de allí, era a las 22, se limitó a contestar: “Yo siempre llegaba tarde”.
Luego, le preguntaron por qué le había pedido a dos compañeros de trabajo que mintieran a los investigadores sobre la hora a la que había llegado esa noche al club. El imputado se tomó unos segundos para responder e indicó: “Tenía miedo que me consideraran sospechoso”.
Respecto de su relación con su hermana, el acusado dijo que era buena, aunque hacía como dos años que no la visitaba. “El único problema que tuve es que a ella no le gustaba mi mujer porque era divorciada”, dijo al tribunal.
Uno de los testigos más importantes de los 65 previstos para el debate fue Don Eduardo, quien recordó que la noche del crimen estaba en su casa cuando salió a un baño exterior y escuchó tres disparos y a una nena que gritaba: “a papá no, a papá no” .
El hombre relató que luego observó que el portón de la vivienda de sus vecinos estaba abierto por lo que decidió ir a buscar a la hermana de Elsa, que vivía a una cuadra de allí.
“Ella entró y forcejeó con una persona que estaba dentro de la casa. Esta persona se cubría la cara con la remera y se escapó, era de mediana envergadura. Ella le gritó `hijo de puta, los mataste a todos´”, precisó el testigo.
El yerno de Don Eduardo, por su parte, declaró haber visto que el hombre que escapaba de la escena del crimen rengueaba de igual manera que Juan, a quien vio por televisión durante el velorio de sus familiares asesinados.
En tanto, un jefe policial declaró que en la masacre se usaron dos cuchillos y un revólver y no descartó que haya actuado una sola persona quien primero disparó el arma y luego acuchilló a las víctimas.
Según este detective, primero fue asesinado Rolo de un tiro en la cabeza mientras estaba en el baño, luego fue golpeada su esposa en la boca y llevada al dormitorio, donde la colocaron entre sus dos hijas. “Entonces el asesino efectuó cinco disparos que anestesiaron a las víctimas y las remató a puñaladas utilizando dos armas blancas”, indicó.