VI

Por último, cierta calma

El miércoles de octubre que se iba a conocer el veredicto del juicio por el crimen de Lucas se presentó como un cálido día de primavera, muy distinto de aquella tormentosa y fría noche en la que el joven fue asesinado de un balazo.
Desde muy temprano Marta esperó el fallo para poder desahogarse y obtener un poco de paz entre tanto sufrimiento. Pero la mujer estaba muy tensa ya que había recibido en horas de la mañana una nueva amenaza escrita en un papel que decía: “Después de la sentencia, vamos a boletear a otro de tus hijos”.
La luz del sol era implacable y la humedad no hacía más que aumentar la densidad del ya espso aire. Y como si esa espera no fuera suficiente, el Tribunal no dio a conocer sólo el veredicto sino que leyó todos los fundamentos de la sentencia durante dos horas, lo que dilató la situación.
Minutos después de las 16, Marta escuchó lo que había estado esperando hacía más de dos años: los cuatro imputados fueron condenados a prisión perpetua por el crimen de su hijo.
En un fallo unánime, los acusados fueron considerados coautores del "homicidio calificado criminis causa" en perjuicio de Lucas, tal como lo habían solicitado la querella y la fiscalía.
Así el Tribunal entendió que los imputados decidieron matar a Lucas luego de haber visto frustrada su intención primeraza de robarle el auto y para encubrir el asalto.
“Todos tenían conocimiento de lo que se iba a hacer y no desconocían las consecuencias. El desenlace final era posible”, sostuvo el Tribunal en su fallo.
De acuerdo a la sentencia, fue el "Cepillo" quien se puso de frente a la víctima y le disparó, mientras que lo otros tres tuvieron una participación activa en el hecho.
A último momento, la defensa de “Chiru” había intentado atenuar la condena al buscar que el Tribunal tuviera en cuenta que la mujer vivían en la “marginalidad”.
“Mucha gente se encuentra en la pobreza y no por eso sale a delinquir”, quedó expresado en la sentencia.
Respecto del rol de esta mujer, el Tribunal remarcó el testimonio de una vecina de Lucas que declaró que al momento del asalto escuchó una voz femenina que decía: “dale, dale, tirale”.
A ese elemento de prueba le sumó los dichos de otro testigo que aseguró que después del cirmen, “Chiru” hacía “gala de que había dicho que lo maten al pibe”.
Al conocerse el fallo los familiares y amigos de Lucas, que estuvieron presentes en todas las audiencias del debate oral, estallaron de la emoción y, entre llantos, se fundieron en un abrazo eterno.
Mientras que en los pasillos, se produjeron algunos incidentes ya que los parientes de los condenados estallaron de rabia y comenzaron a insultar y empujar a los policías.
“Los verdaderos asesinos siguen sueltos”, gritó la hermana de “Cepillo”.
Mientras que un hombre pariente de “Tato” agredió a un efectivo y fue reducido. Cuando el apresado era trasladado por los agentes otro grupo de familiares intentó liberarlo, por lo que se produjeron nuevos forcejeos en las escaleras del edificio.
Pero en pocos minutos la situación fue controlada, y la familia de Lucas pudo sentirse un poco más aliviada. “Ahora mi hijo va a descansar en paz. Creo en la Justicia. Por eso ahora voy a llegar a mi casa y les diré a mis chicos quién fue su hermano”, sostuvo Marta, con la voz entrecortada.
Martín, uno de los hermanos de la víctima, también se mostró conforme con la sentencia: “Una vez sí se hizo Justicia. Lucas va a poder descansar en paz y nosotros vamos a dormir un poco mejor”.
Para la querella se trató de un fallo “ejemplar” y se mostraron expectantes a que un Tribunal Superior confirme las condenas que iban a ser apeladas por la defensa.
Aquella tarde primaveral de octubre finalizó en paz. Con esa calma que nunca iba a llegar si no se hacía justicia en el crimen de Lucas, que tal como dijo su madre al comienzo del juicio oral, su único delito fue haber sido una buena persona.

AA
Noviembre 2005