La mañana siguiente, “El gordo” y Avalos se subieron disfrazados de policías al auto de Martín, quien iba con ropas de civil. Salieron de Villa Urquiza con tiempo hacia el coqueto barrio del comisario Aranguren. Detrás, a varios vehículos de distancia, los siguió la camioneta robada, conducida por Ramos, quien iba acompañado en la parte delantera por Norma, con una peluca corta y rubia, mientras que en el asiento trasero estaban Santino y Marito, como el efectivo de mayor rango, y otro compañero cordobés, Lucas Rodríguez, quien se había sumado al grupo en la recta final del grupo, disfrazado de cura. Al llegar al lugar indicado, cada uno se colocó en posición, el auto estacionado en el garage del colegio y la camioneta en al esquina. Por su parte, “El negro” Sabia había pedido médico para no ir a trabajar y aguardar en su casa del conurbano.
Marito descendió de la camioneta cuando el efectivo de consiga se alejó para hincar su rondín por el resto de la manzana. El joven empezó a caminar hacia la entrada del edificio cuando, de repente, un automóvil se detuvo imprevistamente a la par de él.
- Disculpe, oficial ¿Podría estacionar en esta cuadra?- preguntó el hombre que conducía el desconocido vehículo.
- No señor. Está prohibido- respondió Marito, con un tono solemne.
- Pero aquel auto está parado en la puerta del colegio- continuó el conductor al tiempo que señalaba el vehículo donde estaba parte del grupo del falso policía.
- ¡Circule, por favor!- indicó el supuesto oficial tajante, tras lo cuál, el automovilista, algo asustado, abandonó el lugar.
Marito intentó seguir caminando tranquilamente hacia su posición pero antes de llegar a la puerta del edificio se le heló la sangre cuando un patrullero pasó muy lentamente por su lado. Pero los dos efectivos que lo ocupaban lo saludaron formalmente, él les respondió con naturalidad, y ellos continuaron su marcha.
Finalmente, sin moros en la costa, Marito se quedó de custodia en la entrada del edificio y les dio la señal a sus compañeros para que procedieran. Entonces, los policías Emiliano, Avalos y Santino ingresaron al lugar. Los primeros dos se bajaron en el piso del comisario, mientras que el tercero aguardó una planta más abajo, con la puerta del ascensor abierta.