VI
Y si bien se mantenía el ASPO, cada vez más ciudadanos se sentían hartos del encierro y ya no lo respetaban como en los primeros meses, aunque gran parte de ellos, sobre todos los trabajadores informales, no tenían otra opción que salir a buscar algún empleo o changa para poder comer ya que los subsidios del Estado para los afectados por las restricciones no alcanzaban.
También estaban aquellas personas que salían a pasear o esparcirse, como los tres hombres que el sábado 15 fueron a pescar al cangrejal contiguo a Cuatreros, en la zona vieja de San Basilio, un partido con casi 12 mil kilómetros cuadrados que había sido fundado en honor a un piloto naval de finales del Siglo XVIII, reconocido explorador y un aficionado investigador de la fauna de la costa de la región, en la que se destacaban los crustáceos.
Los cangrejos de mar como los de ese estuario suelen comer peces, otros crustáceos más pequeños, crías de tortuga, algas, plancton, gusanos y cadáveres de aves acuáticas, así como cualquier resto de animal muerto.
Pero normalmente no atacan a los seres humanos y si lo hacen sólo provocan heridas menores, unos pinchazos apenas imperceptibles.
San Basilio era la cabeza del partido al que pertenecían todas las demás localidades en las que Fernando había sido buscado, excepto por la Ciudad de la bahía, que tenía su propia autonomía y, a su vez, albergaba la sede de la Jefatura Departamental de Policía Local intervenida.
Y fue uno de esos pescadores el que observó un cuerpo esqueletizado semienterrado en la arena y quien alertó inmediatamente al 911, por lo que rápidamente los policías nacionales, bomberos y autoridades judiciales se trasladaron hasta el lugar, el cual era de muy difícil acceso y al que ingresaron cuando ya había anochecido, por lo que el operativo se tornó extremadamente dificultoso, incluso para los expertos en Antropología Forense de la Procuración que habían viajado especialmente para sumarse a la búsqueda de Fernando.
Recién por la mañana, Catalina y el abogado Pietravallo pudieron acceder al sitio del hallazgo, donde los peritos encontraron restos óseos humanos imposibles de reconocer a simple vista.
Sin embargo, a unos 30 metros de distancia, los expertos secuestraron una zapatilla que la mujer reconoció como de su hijo, lo que constituyó un claro indicio de que el cuerpo semienterrado era el de Fernando, aunque nadie podía asegurarlo en ese momento.
Pero fue la madre del joven quien al retirarse del cangrejal dijo a la prensa que ella estaba convencida de que se trataba de su hijo muerto y que creía que el cuerpo había sido “plantado” en ese lugar, el cual ya había sido rastrillado en un comienzo de la investigación.
No sólo eso, según ella, la zapatilla encontrada cerca de los restos óseos estaba “intacta”, lo que reforzaba su hipótesis.
A su vez, la mujer se mostró muy molesta porque cuando ella llegó al lugar del hallazgo advirtió que el fiscal Menéndez hablaba con el comisario general Piedrabuena cuando no tenía por qué hacerlo ya que la Policía provincial estaba apartada de la causa.
Por su parte, el jefe de la fuerza, desde el aislamiento que cumplía en su propia casa, se encargó de desmentir esa supuesta conversación con el magistrado en declaraciones a distintos medios de comunicación, al tiempo que reiteró que el personal a su cargo no era responsable de lo sucedido y que si bien ya se había iniciado una investigación de Asuntos Internos, por el momento no había ningún elemento que justificase una sanción para los efectivos.
“Queremos que el caso se esclarezca lo más rápido posible. Lo más importante es llegar a la verdad”, afirmó el comisario general.