Sueños escritos

A continuación, se estrena una nueva sección que consta escribir sobre lo que recuerdo de mis sueños. Claro que ustedes no pueden saber si estaré faltando o no la verdad, tan cierto como que yo no puedo controlar mi subconsciente. Por lo tanto, no les cabe otra posibilidad que analizar el contenido de lo que escribo y compararlo con los aspectos que alcancen a conocer de mi personalidad para tener una vaga idea de si estas historias realmente ocurrieron en mi mente y que significado podrían llegar a tener. Cabe aclarar, que sólo me remitiré a lo sueños que involucran a personajes famosos ya que es imposible que el lector conozca a todas las mismas personas que yo y les asignen un valor. 



Lo primero que vi fue a Kirchner en el hall de un edificio que parecía un aeropuerto. Las paredes eran de mármol negro y el piso del mismo material pero de un gris reluciente. Él se encontraba en un rincón junto a uno de los laterales en el que había una gran puerta de vidrio blindado que no podía abrirse. Mientras tanto, el hall estaba copado por un grupo comando.

Por su parte, Darín permanecía encerrado en un habitáculo parecido a una cabina que se conectaba al hall por un blindes espejado, por lo que él podía ver lo que ocurría afuera, pero los de afuera no podían verlo.

Darín luchó hasta que encontró una ranura en el blindes que le permitió arrancarlo con sus manos y salir de esa cabina en el momento en que se disponían a dispararle a Kirchner. Ante esa situación, Darín se abalanzó sobre la tiradora y le empujó la mano que empuñaba el arma, por lo que el disparo salió hacia el piso, rebotó y dio en las paredes hasta que impactó en otro de los comandos que cayó muerto en el acto.

Luego, Darín se apoderó de las armas del resto y de un salto se paró delante de Kirchner, pero dándole la espalda, como si fuera un escudo humano, y pasando su brazo izquierdo por arriba de su cabeza le entregó una pistola ametralladora que Kirchner tomó y cargó con suma habilidad.

Los comandos no atinaron a hacer nada, de hecho, casi ni aparecieron en el cuadro, y los dos hombres salieron del hall y abandonaron el edificio bajando por unas escaleras. Afuera había sol y ambos se fueron caminando a la par por la vereda. Y en ese instante se escuchó la voz en off de Darín: “´Hagamos la revolución en el mundo´, me dijo. ´Si, del tránsito´, bromeé. Y me respondió: ´Juro, si juro´”.

En la siguiente escena del film dirigido por mi mente pude ver a Kirchner sentado en la cima de una profunda tosquera en la que el agua estaba calma pero enturbiada por una sustancia blancuzca. Allí, él, siempre de traje, charlaba con una chica a la que le decía que estaba solo, a lo que ella le indicó que se buscara a alguien que lo acompañara. Pero Kirchner le respondió que le costaba hacerlo, a diferencia de los jóvenes como ella a los que les resultaba más fácil.

Al final, me alejé de la tosquera caminando en el agua, que resultó no estar sucia, hasta un rancho cercano, construido en madera y que tenía una puerta de alambre. Entré y me senté en un piso en desnivel, más bajo que el de la calle…

AA
Noviembre 2010.