"Balas dentro de casa"
La casa acababa de ser copada por varios hombres que portaban armas largas y redujeron a los únicos moradores del lugar: un matrimonio y el hijo menor de la pareja. Sin embargo, los captores buscaban al hijo mayor, el líder de la resistencia, y así pretendían tenderle una trampa, usando a sus seres más queridos como anzuelo.
Mientras esperaban, el padre de familia se encontraba sentado en el extremo izquierdo del sillón de dos plazas con almohadones beige, su hijo menor estaba en el individual enfrentado del mismo lado y la mujer en el de una plaza situado a la derecha de ése. Estaban quietos y sin hablar, como paralizados ya que por más que hubieran querido moverse o pedir auxilio no habrían tenido la fuerza motriz suficiente para lograrlo por efecto del pánico.
En medio de la tensa espera, el hijo menor, mediante señas, pidió permiso para ir al baño, ubicado en la planta alta de la vivienda, a la que se accedía por una ancha escalera de madera barnizada y prolijamente lustrada. Al llegar a ese primer piso, había un distribuidor rectangular del que se accedían a los tres dormitorios y al toillete.
El chico entró solo al baño mientras uno de los hombres armados que lo había acompañado permaneció en el exterior, rondando por los dormitorios.
La víctima estaba parado frente al espejo cuando a través del ventiluz ubicado en una de las paredes que delimitaban la ducha y daba hacia la calle alcanzó a ver el rostro calcado de su hermano. “Si, ya sé, ya sé. Quedate tranquilo. Él quería venir a rescatarlos pero la resistencia me mandó a mi en su lugar para que no lo agarren y pierda la revolución”, le dijo aquella cara familiar.
Luego, el joven le dijo al chico: “Voy a generar una distracción para que ustedes la aprovechen para escapar”.
El "Benjamín" de la casa permaneció callado todo el tiempo, ni siquiera se animó a preguntarle a ese joven si efectivamente era su hermano, al que no veía desde hacía bastante tiempo. Lo cierto es que se le parecía muchísimo. Así que ante la duda, guardó silencio, al tiempo que aquel rostro desapareció de su campo visual.
Momentos después, el chico escuchó gritos y corridas, por lo que entendió que era su oportunidad para huir. Pero a salir al distribuidor vio que su madre corría hacia su dormitorio, por lo que él la siguió. Sin embargo, ambos quedaron acorralados dentro de la habitación ya que varios de los hombres armados ganaron la puerta y les apuntaron.
Los obligaron a abandonar el dormitorio y una vez de nuevo en el distribuidor el hijo menor de la mujer vio al joven cuyo rostro había visto dentro del baño. La mujer también y quiso ir tras él, pero sus captores no la dejaron. En vez, volaron la puerta a balazos antes de que el muchacho pudiera escapar y lo asesinaron de varios tiros.
Tras esos disparos, el cuerpo ensangrentado y agujereado del fallecido quedó tendido en la alfombra marrón, mientras que madre e hijo fueron descendidos al living desde donde el padre de familia había escuchado los alaridos y los disparos.
Entonces, le acercaron al hombre una pistola con la que primero apuntó hacia su hijo menor, que estaba en pleno shock, sentado nuevamente en el sillón individual. Lo miró como si fuera uno de los dos únicos valores que le quedaban y lo mató de un tiro en el pecho antes de que el chico pudiera alertarlo de lo que realmente acababa de ocurrir arriba. Luego, el padre miró a su mujer, quien con lágrimas en los ojos bebía de un vaso de whisky, y le pegó un balazo en la cabeza que quedó apoyada contra el respaldo del sillón individual beige. Por último, introdujo el cañón del arma en su boca y se suicidó manchando todo el empapelado de la pared que estaba a sus espaldas.
AA
Agosto 2011