A principio de 1966 se desarrollaba en el interior del peronismo una lucha abierta entre Perón, quien se proponía frenar el intento emancipador de Vandor, y éste, que controlaba “Las 62” y parte del grupo de diputados y senadores afines al Movimiento. Mientras El General intentaba conservar el control de la tropa para “golpear y negociar” su retorno al poder, el vandorismo se orientaba a constituir una especie de partido laboralista, basado en los sindicatos, inserto en el sistema político real y como “factor de poder” en la negociación política.
Entonces, el anciano líder decidió enfrentase con Vandor en los campos partidario y sindical. En el primer ámbito, envió Isabel para reorganizar el partido y limitar el poder del neoperonismo pero el éxito de la misión fue parcial ya que ganó en Mendoza pero perdió en Jujuy.
Al mismo tiempo, en el plano sindical, Perón promovió la escisión de “Las 62” de José Alonso y del núcleo de los 19 sindicatos que publicaron un documento titulado “De pies junto a Perón”. Los principales gremios fueron SMATA, FOTIA, Federación del Caucho, Federación de Sanidad y Sindicato de Obreros Navales. Y los principales lideres: Alonso, Lorenzo Pepe y Amado Olmos. Juntos a estos 19 se alineó gran parte del espectro político partidario, desde la izquierda liderada por J.W. Cook hasta el católico–integrista Raúl Matera.
Pero el vandorismo contraatacó y el 15 de febrero del 66´ Alonso fue destituido como secretario de la CGT y reemplazado por Fernando Donaires.
Así, el sindicalismo peronista vivió su crisis interna en medio de un agravamiento de la crisis económico-social ya que en enero el gobierno había anunciado que los topes de aumentos salariales para el año serian del 15%.
La política de austeridad y control de salarios chocó con el movimiento sindical fortalecido a nivel de rama por actividad como producto del Plan de Lucha. En consecuencia, se desataron huelgas sectoriales en Capital Federal y el Interior.
En abril, el Congreso Nacional, presionado por los sindicatos, modifico la Ley 11.729 restringiendo la capacidad de los empresarios de despedir personal. Mientras que la UIA, Sociedad Rural y CGE, exigieron a Illia el veto de la ley pero este se negó.
En ese marco, la CGT convocó el 7 de junio a una exitosa huela general para frenar la contraofensiva empresarial. Sin embargo, esta alianza entre la central y el Gobierno duraría poco ya que se aceleró el proceso de negociación entre las FF.AA., el peronismo y el desarrollismo para desalojar a la UCRP del poder.
El peronismo optó por apoyar el golpe de Estado con Perón desde Madrid avalando la especie local de que el general Juan Carlos Onganía, líder del golpe en marcha, era un “nuevo Perón” y que el débil gobierno minoritario radical, debilitado por la crisis económica y acosado por las huelgas obreras y estudiantiles, se mostraba impotente para detener el golpe de estado.
EL 28 de junio del 66´ se produjo el golpe de Estado e Illia es derrocado. Comenzó así una larga dictadura militar denominada “Revolución Argentina”.
Una vez producido el golpe, la CGT emitió una declaración en la cual destacó la afinidad ideológica entre el peronismo y el nacionalismo católico del nuevo presidente Onganía y también su apoyo a los llamados “gremios independientes”.
De esta manera se volvió a mostrar la vieja faceta corporativo-autoritaria del Movimiento que en vez de impulsar un compromiso con la UCRP y otras fuerzas políticas y sociales para garantizar y ampliar la democracia política y lograr su legalidad plena, prefirió elegir el perverso camino de asociarse al operativo dictatorial de las FF.AA., que en el fondo respondían al interés histórico del bloque oligárquico–empresarial desde 1930, de conservar y controlar el Estado a través de regimenes autoritarios.
AA
Noviembre 2011