Para algunos autores, desde 1943 a 1953, el gobierno tuvo una política de hostilidad e indiferencia hacia el capital extranjero. Luego del período de mayor bonanza económica, sucedido entre el 46´y el 49´, devino un estancamiento que planteó la necesidad de reconsiderar esa política y recibir la cooperación de los extranjeros para una nueva etapa de la industrialización. Sin embargo, en los años del peronismo, el capital extranjero que se insertó y realizó inversiones directas percibió las utilidades totales más elevadas.
El primer Plan Quinquenal de Perón, consideraba para el período 47-51 unos 10.000 millones de pesos en costos de organización e inversión. Las utilidades totales del capital extranjero fueron un 78% mayor a esos recursos. Luego, las empresas foráneas no efectuaron luego nuevas inversiones directas pero si reinvirtieron parte de las utilidades obtenidas. Esto discrepó con la etapa siguiente, “el desarrollismo” (1958-1964) cuando las empresas extranjeras tuvieron una alta rentabilidad pero por nuevos flujos de inversión.
Un rasgo característico del peronismo fue acentuar sensiblemente la presencia de las empresas y organismos estatales en la producción industrial. En principio, estos debían abrir el camino hacia la profundización del modelo mediante la incorporación de los sectores productivos pesados pero terminaron por tener una escasa trascendencia. Por ejemplo, en 1947, la industria pesada representaba el 3,6% de la producción total y en 1954 el 9,5%.
Si bien Perón logró disciplinar a varios sectores de la agotada economía agro exportadora, terminó doblegado por el capital extranjero y la oligarquía argentina. Y el principio del fin de su gobierno comenzó cuando la rentabilidad de las fracciones industriales dominantes descendió respecto de la época de oro. Estos sectores, como lo harían en otras oportunidades futuras, llevaron a cabo una ofensiva política, ideológica y económica para instalar socialmente que el problema radicaba en la excesiva intervención estatal en el gasto y el salario.
En ese marco, la burguesía nacional no pareció diferenciarse de los sectores dominantes ya que la CGE reclamó la derogación de los precios máximos, el aumento de importación de materias primas, la liberación de los créditos y la reducción de impuestos, entre otras demandas.
AA
Octubre 2010