Un robo de película

La fuerte helada nocturna ya había teñido de blanco los techos de las casas, los matorrales y varios tramos del camino. Faltaban pocos minutos para las 23:30 del último domingo de mayo de 2005 cuando Saguar regresaba a su domicilio de El Maitén, una pequeña localidad cordillerana, de apenas 3.500 habitantes y ubicada unos 750 kilómetros al oeste de la capital chubutense y 150 al sur del centro turístico rionegrino San Carlos de Bariloche.
Saguar, de 52 años y gerente de la sucursal local del Banco del Chubut desde hacía tres meses, volvía a bordo de su auto luego de compartir una cena con sus amigos del pueblo, de donde el era oriundo y a donde había pedido ser transferido desde la casa matriz en Rawson.
El bancario guardó su auto en el garage, cruzó la puerta trasera de su vivienda y apenas dejó las llaves en la mesada de entrada un delincuente encapuchado y con guantes, de más de 1,80 metros de alto, apareció a la carrera por el pasillo que lleva hasta el living comedor y la escaleras que conducían a las habitaciones de la planta alta.
El desconocido le pegó un puñetazo en el labio. Saguar, aturdido, le preguntó qué hacía y el asaltante le respondió: “Quedate tranquilo, que venimos a robar”.
Tras el breve diálogo, el delincuente condujo al dueño de casa hasta el living donde dos de sus cómplices, de menor altura y uno de ellos delgado, mantenían de rehenes a su esposa, su hijo de 27 años, la esposa embarazada de éste, y su madre, de 70.
El asalto había comenzado minutos antes cuando la madre del bancario se encontraba en la cocina y uno de los delincuentes la tomó por detrás y como la mujer gritó, le tapó la boca hasta que la víctima se desmayó.
La anciana recobró la conciencia minutos después cuando yacía en la cama de su nuera y los delincuentes –uno de los cuales llevaba una máscara del héroe de las historietas “Hombre Araña” y otro un revólver plateado- le dijeron que se tapara con las sábanas. Pero la mujer intentó sacarle la capucha al líder de la banda y recibió un fuerte golpe en la mano que le provocó la fractura de un dedo.
La esposa de Saguar estaba en el comedor cuando vio que desde la cocina los asaltantes traían reducida a su suegra y le partían el dedo de un culatazo. Luego, los delincuentes armados fueron a buscar al hijo del bancario y su esposa a la planta.
El muchacho tomaba una ducha en el baño de la habitación de su madre cuando su mujer se disponía al salir del dormitorio y al llegar a la puerta fue interceptada por uno de los ladrones. La joven corrió hacia el baño y saltó dentro de la ducha donde estaba su esposo, mientras el maleante la perseguía.
El delincuente les dijo que se callaran y al muchacho le pegó un culatazo en la boca. Luego hizo salir a la pareja del baño, les ordenó que se vistieran y los llevó hasta el comedor donde estaban las otras dos mujeres ya reducidas.
Allí, a madre e hijo los hicieron tirarse al piso boca abajo, les ataron las manos con unos precintos plásticos y luego les cubrieron las cabezas con las fundas de las computadoras.