La previa del clásico se centró en la figura de Maradona. Hasta ese momento Diego había sido el mejor jugador del torneo y ya había anotado un golazo ante Italia. Pero ante Inglaterra, el astro argentino iba a asegurar ante los ojos del mundo que era la máxima figura del planeta.
Argentina formó con: Pumpido; Brown, Ciciuffo y Ruggeri; Giusti, Batista, Olarticoechea y Enrique; Burruchaga y Maradona; y Valdano.
Inglaterra tuvo a los siguientes once titulares: Shilton; Stevens, Butcher, Fenwick y Sansom; Steve, Hoddle, Hodge y Reid; Beardsley y Lineker.
El partido fue ampliamente favorable al equipo argentino que, si bien no pudo marcar las diferencias en el primer tiempo, tuvo el dominio absoluto del desarrollo de las acciones del juego. Sin embargo, lo mejor llegaría recién en el complemento.
A los 6 minutos del segundo tiempo llegó el primer gol de Maradona. Este encaró y tocó para Valdano, que quiso devolverle el pase pero Fenwick se interpuso. El rebote salió hacia atrás y el Diez fue a buscarlo. Saltó con Shilton a la altura del punto de penal y con su puño izquierdo metió la pelota en el arco ¿Gol?, si, ya que el árbitro tunecino All Bennaceur no vio la infracción y corrió hacia la mitad de la cancha mientras los ingleses protestaban.
Para los argentinos fue un gol de “vivo”, una “picardía”. Después del partido, hasta el propio Maradona sostuvo que se trató de un gol marcado por “la mano de Dios”. Mientras que los ingleses lo vivieron como un insulto y hasta el día de hoy lo ven como un puñal en la espalda.
“Todavía odio a Maradona”, dijo el arquero Shilton en el Mundial de Francia 98´, tres años después de que el argentino se disculpara públicamente en una conferencia que dio en la Universidad de Oxford. “Aquello era para ponerse malo; corrió a celebrar el gol dando a entender que lo había marcado de manera legal cuando el sabía que había golpeado el balón con la mano”, agregó el guardavalla llenó de rabia.
Ese gol fue un triunfo en sí mismo para los argentinos. Fue como burlarse de los ingleses, a quiénes injustamente culpaban de una guerra sin sentido. “El primer gol fue como robarle la cartera a un inglés”, sostuvo Maradona.
Luego, cuatro minutos después vino otro gol que todos recordarán por siempre. Maradona corrió 53,5 metros en 10,6 segundos con la pelota pegada a su pie izquierdo. En el camino eludió a cinco rivales, incluido al arquero y marcó el 2 a 0.
Así lo vivió su autor: “Yo arranqué atrás de la mitad de la cancha, sobre la derecha, la pisé, giré y pasé entre Beardsley y Reid. Ahí me puse el arco entre ceja y ceja. Con un enganche hacia adentro lo pasé a Butcher y a partir de ahí me empezó a ayudar Valdano. Porque Fenwick, que era el último, no me salía; lo esperaba a él, esperaba la descarga hacia adentro, que era lo lógico. Si Fenwick me salía yo se la daba a Valdano y el quedaba solo contra Shilton. Pero Fenwick no me salía, yo lo encaré, amagué para adentro y me fui por afuera, hacia la derecha.
Yo sigo y ya lo tenía a Shilton de frente; estaba en el mismo lugar que en aquella jugada en Wembley. Iba a definir de la misma manera pero Dios me ayudó, me hizo acordar. Hice así, tic y Shilton se comió la gallina. Entonces llegué al fondo y le hice tac, adentro. Al mismo tiempo Butcher, el grandote rubio, que me había alcanzado de nuevo ¡me pegó un patadón! Pero no me importaba nada, nada de nada. Había hecho el gol de mi vida”.
Para Maradona fue el “gol soñado”, aquel que imaginó de chico en los potreros de Villa Fiorito. Mientras que para los periodistas, hinchas y rivales, fue una verdadera “obra de arte”, la más brillante maniobra individual que se haya visto en una cancha de fútbol. De hecho, la FIFA lo eligió como el mejor gol de la historia de los mundiales.
Inglaterra se repuso del 2-0 gracias al aporte del ingresado John Barnes y emparejó las acciones. El moreno delantero desbordó por izquierda siempre y en uno de sus centros Lineker descontó. Sobre el final Inglaterra casi lo empata pero Brown la rechazó el balón en la línea del arco y la mandó al córner.
Finalmente Argentina se alzó con la victoria y pasó a semifinales, donde venció a Bélgica 2 a 0 con otras dos obras maestras de Maradona. Luego vino la final y el 3-2 sobre Alemania Federal para que los argentinos festejaran el segundo título mundial.
Mientras tanto, los ingleses se fueron del Mundial con una sensación mezcla de bronca, resignación y tranquilidad. Robson aseguró estar “totalmente satisfecho” por lo hecho por su equipo. También criticó al árbitro por el primer gol de Maradona pero no busco excusas y prefirió elogiar el segundo tanto: “Fue sencillamente un milagro”.
AA
Junio 2003