El jueves 10 de junio en las páginas deportivas de los matutinos argentinos y en las cadenas de radio y televisión no se trataba otro tema que el superclásico. Es más, no se hablaba de otra cosa en ninguna parte del país.
El diario La Nación reunió a dos jugadores que estarían presentes en ambos clásicos y a dos grandes ex futbolistas e ídolos de Boca y River para analizar semejante evento deportivo.
Norberto Alonso, uno de los mejores jugadores de la historia de River, trató de no realizar ningún pronóstico que a posteriori lo dejara en ridículo, aunque sostuvo que su ex equipo estaba en mejor forma.
“En los superclásicos es poco lo que se puede vaticinar, pero hoy lo veo mejor parado a River. La gran diferencia está en la mitad de la cancha. Allí, Boca tiene un problema que no pudo solucionar desde que se quedó sin (Sebastián) Battaglia. Vargas puede jugar de Cagna, pero no de Battaglia. Entonces, le queda un solo volante de contención, que es Cascini”, dijo el “Beto”.
Roberto Mouzo, una gloria xeneize, sorprendió al asegurar también que los millonarios contaban con ventaja. “Un Boca-River siempre es distinto. Con los últimos triunfos, River quedó mejor parado. El que sacó en la Bombonera no sólo fue un resultado favorable, sino también un panorama distinto”, sostuvo el ex defensor.
Mascherano, en tanto, afirmó que su equipo llegaba muy bien al superclásico. “Estamos en un momento importante y logramos buenos resultados. Pero no debemos relajarnos, no podemos cometer ese error. Debemos mantener el equilibrio para no caer en excesos de confianza que puedan resultar perjudiciales".
De todos modos, Mascherano le quitó importancia a que River atravesara un mejor momento que su rival. "Acá no importa qué equipo llega mejor o peor. Nosotros tenemos que entrar en el campo de juego con la misma actitud que mostramos en los últimos partidos, tanto en el campeonato local como en la Copa".
El volante también descartó que haber ganado el super por el campeonato fuera a incidir en el desenlace de las semifinales. "No creo que nuestro triunfo en el clásico por el torneo local tenga influencia ahora. Son dos cosas totalmente distintas. La victoria anterior nos sirvió, pero ya es pasado. Esta es una nueva historia, distinta."
Por el otro lado, Villarreal aseguró que el desarrollo iba a ser muy parejo. "Creo que el encuentro será mucho más cerrado que el que perdimos en el torneo. Ahora, se juegan cosas mucho más importantes y nuestra concentración será mayor. Igualmente, pienso que la diferencia será mínima. Los dos planteles nos conocemos muy bien y el que cometa menos errores triunfará".
Respecto al tema de las entradas, el último día de venta arrojó sorpresas. En Boca sobraron más de 13.000 localidades. Como consecuencia, los dirigentes xeneizes decidieron, gracias al permiso del Prosef, que el expendio continuara de 8 a 17 el mismo día del partido en el predio de Casa Amarilla. El remanente sería sólo para los socios que además podían llevarse una entrada para un invitado.
Como contracara, en River sólo sobraron 7.000 entradas para el segundo partido y la recaudación ya alcanzaba los 450.000 pesos. Precisamente, en el Monumental quedaron solamente 750 plateas San Martín altas, 750 Almirante Brown medias y bajas, 3.500 Belgrano altas y 2.000 generales.
Sobre las alineaciones titulares, no había ninguna novedad. Bianchi no diría la alineación titular hasta un rato antes del partido. Pero estaba muy tranquilo porque Boca llegaba de punto, como más le gustaba y sus jugadores ya le habían demostrado en sobradas ocasiones su eficacia en instancias de ese tipo.
Nicolás Burdisso, pilar de la defensa boquense, sabía bastante del tema de llegar como el menos favorito. "Con el Paysandú (por la Libertadores 2003) y el Milan (final Intercontinental 2003) no llegamos bien y ganamos. Ahí es cuando Boca saca a relucir su identidad. Queremos demostrar por qué nosotros somos campeones del mundo", señaló.
Pero no todo era fútbol. El tema de la seguridad seguía arrojando novedades El mediático abogado Enrique Piragini -el mismo que solicitó en una ocasión que Diego Maradona no saliera del país- presentó un recurso de amparo ante la Justicia civil pidiendo que se permitiera el ingreso de hinchas visitantes en los dos clásicos.
El escrito apuntaba a la presunta comisión de los delitos de "abuso de autoridad y discriminación".
Mientras tanto, se hacía público que esa noche, en la Bombonera, se harían presentes distintas autoridades del Poder Judicial de la Nación para controlar el operativo de seguridad: además de Bergés, se presentarían un juez de turno y los fiscales Daniel Pablovsky, de la Unidad Fiscal Móvil, y el contravencional Martín Lapadú.
Además, policías de civil intentarían capturar a los hinchas que no eran de Boca -calculaban menos de 1.000- algunos ya identificados por el Prosef en el trabajo de inteligencia que se había hecho en las colas de venta.
Anteriormente se explicó como jugaron las presiones económicas en la programación de los partidos. Cabe recordar que fueron los contratos para la televisación los que determinaron que se jugaran de noche y, en consecuencia, sin público visitante.
El partido sería transmitido en directo por Canal 13 para Capital y Gran Buenos Aires y por Fox Sports para el interior y América latina.
El segundo de publicidad costó 1.500 pesos brutos en Canal 13 -lo mismo que se pagaba por pautar en Los Roldán, el programa de más ráting de la televisión argentina- y 500 pesos en Fox.
Con estos valores se estimaba que por facturación publicitaria los dos partidos dejarían 2,2 millones de pesos. Y preveían que el ráting superaría a Boca-Sao Caetano, que tuvo picos de 49,5 y el último Brasil-Argentina, que midió 36,4 puntos con picos de 42.
Al hacer un rápido repaso por estos números queda claro por qué los clubes y los dirigentes se vieron forzados a que se privilegiaran las ganancias por sobre los intereses de las personas que generan dichas ganancias: los hinchas.