Decimonovena fecha
El campeón ya se había consagrado y los dos descensos estaban definidos, por lo que en esta última fecha sólo restaba saber qué equipo iba a acompañar a River a la Copa Libertadores. El que más posibilidades tenía de lograrlo era Independiente que con un triunfo y el subcampeonato entraba directo al certamen internacional. Mientras que Newell´s, Cólon y Vélez debían ganar y esperar que los otros no lo hicieran, y así lograr el subcampeonato para enfrentar al Rojo, que había salido segundo en el torneo anterior.
Independiente visitaba a River en un Monumental repleto y preparado para la gran fiesta. En Núñez, la noche empezó con todo y terminó con todo: primero se llevó a cabo la entrega del trofeo a los campeones y los fuegos artificiales, y al final la tan merecida vuelta olímpica.
En el medio hubo un partido que sólo le importó al visitante que salió a jugar con muchas ganas y eso marcó la diferencia en el comienzo. El equipo de Gareca tuvo decisión y buscó siempre el arco rival, mientras que el Millonario quería dar espectáculo y colocarle un moño a cada jugada, muy relajado. El Rojo dependía demasiado de lo que podía hacer Burruchaga quien buscaba siempre al “Avión” Ramírez que sorprendía con sus subidas por el lateral izquierdo. Desde ese sector surgieron las mejores jugadas del equipo de Avellaneda y las que más peligro le generaron a Burgos. Primero hubo un mano a mano que el “Gurí” Alvez desperdició y luego un remate alto del “Yagui” Fernández tras un desborde y centro del Avión.
River también tuco sus chances con dos mano a mano: uno, lo salvó Páez en la línea; el otro, fue ganado por Mondragón ante Gallardo.
En el segundo tiempo el desarrollo no cambió, Independiente iba sin ideas y el local trataba de asegurar la pelota y haciendo correr los minutos. Se destacó Burgos, quien sacó otros dos mano a mano y se convirtió en el jugador más valioso del encuentro.
Fue 0-0 y hubo fiesta millonaria en el final. Un merecido logro para los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes que hicieron posible que el sueño de una nueva vuelta olímpica se hiciera realidad.
En tanto, Avellaneda era desencanto y desilusión. En el Cilindro, Racing y Newell´s tuvieron que sacar pecho, olvidar sus fracasos y salir a jugar, aunque no tuvieran ganas de hacerlo.
Los dos equipos se mostraron mal desde lo anímico, la Academia por su dolorosa eliminación de la Copa Libertadores y la Lepra por haber quedado fuera de la pelea por el título. Pero ambos debían demostrar por qué habían llegado a esas instancias.
En ese marco, el partido fue impreciso y aburrido. Lo más llamativo fue la actitud del equipo de Zanabria que a pesar de tener la motivación de entrar a la copa no jugó a nada. Sólo la categoría de Rocha, el despliegue de Saldaña y la inteligencia de Dalla Líbera para tocar y encontrar espacios fueron los únicos aspectos positivos de la actuación de los rosarinos.
Por el lado de Racing sólo el “Mago” Capria aportaba algo de fútbol pero estaba mal acompañado. Ambos equipos aportaron a los pelotazos y nunca armaron una jugada con dos o tres toques seguidos. Así, el trabajo de las defensas se simplificó y la pelota anduvo lejos de los arcos.
El encuentro era insoportable y a Dellacasa se lo ocurrió anularle un gol a Gerk, vaya uno a saber por qué, y a partir de entonces cambió todo. Dalla Líbera y Rocha se fueron de boca y vieron la roja, y la balanza se inclinó a favor del local. Pero el equipo de Basile no supo aprovechar la diferencia numérica y siguió llenando de centros el área rival. En el final parecía llevárselo Racing pero apareció Cejas para salvar su valla en dos ocasiones y darle un 0-0 a su equipo.
El resultado final mostró lo que realmente pasó en la cancha: nada. Mal momento eligió Newell´s para olvidarse de jugar bien y así se quedó sin el pan y sin la torta. Ahora tendrá que conformarse con disputar la Conmebol si es que Colón pierde el desempate con Independiente.
Respecto al Sabalero, el equipo de Ferraro recuperó la sonrisa en el Cementerio de los Elefantes, recordó como se jugaba y fue ambicioso. No se conformó con haber entrado a la Conmebol y salió a ganar contra Huracán de Parque Patricios para lograr el subcampeonato y acercarse a la Libertadores.
Desde el comienzo, Colón se propuso atacar utilizando sus mejores armas: pelota al pie, abriendo la cancha, especialmente por derecha, donde aparecía Ibarra desde el fondo y se recostaba Castillo. Por ese costado llegaron las situaciones más peligrosas del local. Pero Huracán, con el fútbol fresco de sus jóvenes, se puso 1-0 en su primera llegada a fondo.
En el complemento, Ferraro acertó con el cambio de Gordillo por Aquino. Con el ex volante de Central su equipo se hizo más articulado, no tan vertiginoso. El “Mono” aportaba pausa e inteligencia para encontrar los huecos que dejaba la defensa del Globo. Esos agujeros aparecían por el lateral de Corbalán quien perdía siempre ante los sabaleros. Por allí, Castillo e Ibarra encontraron el camino hacia el gol. Con el 2-1, Colón siguió atacando y llegó al tercero a través de Risso.
Huracán se adelantó en la cancha y trató de atacar pero el local no se dejó llevar por delante y replicaba con profundidad. El partido se hizo de ida y vuelta hasta que el “Mumo” Peralta descontó. Luego, Colón sí se tiró atrás y el visitante no inquietó más.
El 3-2 fue definitivo y también hubo tiempo para la incertidumbre cuando el local que se pegó a la radio esperar el final de Racing-Newell´s. Cuando supieron del empate sin goles en Avellaneda recién entonces hubo festejos. Sin embargo, Colón debía esperar si recibía una sanción que lo dejara fuera del choque ante Independiente por un lugar en la Libertadores.
En este fútbol moderno en el que se han perdido el espíritu deportivo y la tradición, los viejos clásicos de barrio no abundan. Por eso, cuando se dan, hay que darles la importancia que merecen. Por un lado, se enfrentaron Lanús-Banfield y, por el otro, Ferro-Vélez.
En el sur del conurbano bonaerense el clima fue bárbaro con trapos, cánticos y cargadas granates por el descenso del Taladro. En la cancha el partido también fue dominado por Lanús que, sin crear peligro, manejó la pelota, mientras que el equipo de Hernández pareció un espectador más. De esta manera, para ver jugadas de riesgo todo dependía de Ibagaza, Morales, Coyette y el “Chupa” López. Pero sólo el “Caño” mantenía un rendimiento constante. Los demás, sólo aparecían de a ratos. En Banfield, únicamente Campodónico pudo inquietar al rival.
Parecía un empate pero, de pronto, Ibagaza puso el 1-0. Y después del gol, al Taladro no le quedó mucho tiempo más que para lamentarse por la derrota y haber sido tan amarrete.
En el oeste porteño, los dirigidos por Piazza aportaron a un esquema más ofensivo: 3-4-3. Y no le fue tan mal. En el primer tiempo acorraló a su rival, se puso en ventaja con un gol en contra de Marcelo y pudo ampliar la ventaja. Pero tal como lo había hecho ante Newell´s, Ferro supo aguantar y salir de contra. En el fondo velezano Sotomayor quedaba muy solo y el uruguayo López le ganaba siempre. Sólo Cavallero se interponía entre el Verde y el gol y en un intento por salvar su valla, el arquero cometió penal y Marcelo se tomó revancha y puso el 1-1 final.
En el sur el capo fue el Granate pero en el oeste las cargadas quedaron para después ya que hubo reparto de puntos.
La última jornada del torneo se completó con los siguientes partidos: Gimnasia de Jujuy 0-0 Boca, Platense 2-1 Central, Estudiantes 4-0 Español, San Lorenzo 4-3 Unión y Huracán Corrientes 1-0 Gimnasia de La Plata.
AA
Agosto 1997.