Las primeras tareas investigativas
Los salvajes asesinatos de Rolo y su familia conmocionaron a toda la opinión pública a fines de noviembre de 1995, por lo que los investigadores policiales y judiciales estuvieron presionados desde un principio para obtener rápidamente buenos resultados en la pesquisa.
Si bien los efectivos policiales de la Brigada de Investigaciones de General Sarmiento se basaban en la hipótesis de la venganza que había instalado la jueza del caso, no descartaban otras hipótesis que vinculaban a las víctimas con un ajuste de cuentas por drogas, a un drama pasional e, inclusive, a la motivación religiosa o ritual.
Para algunos detectives la venganza del “mundo de la droga” se fundamentaba en que las víctimas habían cambiado últimamente su forma de vida, demostrando tener mayor solvencia económica aunque otros la vinculaban con un endeudamiento de la familia.
Respecto del crimen pasional, la policía especulaba con que el hijo que esperaba Elsa podía ser del asesino, quien habría decidido matar a su marido, a las dos hijas y por último matarla ella para acabar con toda la familia.
Casi dos días después de la masacre, los detectives policías ya tenían en su poder un identikit del homicida elaborado en base a los testimonios de vecinos que vieron salir a ese hombre de la casa de las víctimas.
Según la hermana de Elsa, era un hombre de alrededor de 35 años y tez morena y de acuerdo a Don Eduardo, era un joven de 1,70 de estatura, delgado, sin barba ni bigotes, con jeans, remera gris y mangas claras, que se dio a la fuga en un automóvil oscuro.
La hipótesis más firme que manejaban los investigadores indicaba por entonces que el asesino era alguien conocido de las víctimas ya que, entre otros elementos, el perro de Rolo era un celoso guardián pero no ladró al momento de los homicidios.
Es más, por el estado en que estaba la cocina, los pesquisas creían que el asesino hasta había cenado con las víctimas antes de asesinarlas brutalmente.
En tanto, a partir del identikit, los detectives centraron sus sospechas en un compañero de trabajo de Rolo en el complejo deportivo y de recreación de Bancalari ya que el similar físico era notable. Entonces, cientos de agentes comenzaron buscarlo en distintas zonas alejadas del Gran Buenos Aires en las que se sospechaba que estaba oculto.
Mientras tanto, los expertos del Servicio de Investigaciones Técnicos (Seit) de la Policía Bonaerense determinaron apenas finalizadas las autopsias, cuya duración fue de tres horas cada una, que Rolo había sido asesinado en el baño de su casa y el resto de su familia en los dormitorios. Todos presentaban un disparo de revólver de calibre 22.
Según los forenses, las cuatro víctimas presentaban 40 cuchilladas en total, ninguna de ellas en el rostro, que fueron efectuadas con dos armas blancas. Sin embargo, sólo alcanzaron a matar de esa forma a Elsa y a Tatiana. Además, el homicida mostró especial ensañamiento con la mujer embarazada a quien le aplicó seis puñaladas en el torso.