Los policías estaban bajo mucha presión y cualquier pista servía para calmar un poco los ánimos o, exacerbarlos aún más. A quince días de la desaparición de los Pumba, un móvil de la seccional de Marrón, partido cercano al de Piedrabuena, recorría una zona de descampados cuando los dos efectivos que iban a bordo advirtieron la presencia de un Chevrolet Corsa totalmente incinerado al costado de un camino vecinal de tierra.
Inmediatamente, los policías avisaron del hallazgo a sus superiores que sospecharon que podía llegar a tratarse del auto de la familia buscada. Ante esa situación, decenas de uniformados fueron hasta el lugar donde se encontraba el vehículo y comenzar a investigar si, efectivamente, se trataba del Corsa que conducía Federico.
Los peritos analizaron toda la escena y determinaron que no tenía chapa patente ni número de motor y que, además, la numeración de la carrocería había sido parcialmente borrada. Por eso, la identificación in situ y de visu fue imposible, así que se llevaron muestras del auto para analizarlas en sus laboratorios.
Horas después del hallazgo, los expertos confirmaron que el auto era color rojo, no gris, al tiempo que los detectives se entrevistaron con los vecinos del barrio del lugar donde se encontró el vehículo y que confirmaron que el mismo estaba allí desde hacía por lo menos 20 días, lo que hacía imposible que fuera el de los Pumba.