Las sospechas comprobadas
El juicio oral por el crimen de Mariños comenzó a fines de marzo de 2001 en los Tribunales de La Plata pero con sólo uno de los tres sospechosos que habían sido apresados por el homicidio sentado en el banquillo de los acusados.
El único de los imputados sometido al debate fue el “Tortuga”, a quien la Cámara Penal platense le imputaba los delitos de homicidio agravado por alevosía, con promesa remuneratoria y con el concurso premeditado de dos o más personas.
Este sospechoso había sido procesado en primera instancia en octubre de 1997, al igual que “El Polaco”, quien posteriormente fue sobreseído y nunca llegó acusado al debate a pesar de que “Tortuga” lo señaló como uno de los autores del crimen.
Por su parte, el “Cholo” tampoco llegó a sentarse en el banquillo de los acusados ya que sus abogados defensores trabaron el proceso de extradición a través de una serie de recursos y luego el sospechoso recuperó una libertad morigerada lo que finalmente le permitió escaparse de las autoridades.
“Tortuga” fue finalmente condenado a reclusión perpetua en un fallo que estableció que Mariños “fue engañado por una mujer para salir de su casa y subir a un vehículo” Ford Falcon, que supuestamente funcionaba como remise. A las pocas cuadras dos hombres subieron al auto, en connivencia con la mujer que había engañado al cantante bailantero, y llevaron a la víctima hasta un descampado en Alejandro Korn.
El tribunal estableció que allí, los asesinos “obligaron al líder de grupo Caricias a bajarse del auto y a arrodillarse en el pasto” y lo ultimaron de once balazos “en la cabeza y torso, todos por la espalda”.
Para la Justicia, “Tortuga” había actuado tras una promesa de pago de unos 50.000 pesos, de los cuales sólo había cobrado 2.000 por lo que ordenaron mantener el pedido de captura sobre “El Cholo” Soto, a quien consideraron el instigador del asesinato.
Durante el breve juicio quedó establecido que Mariños mantenía una relación sentimental con la concubina de Soto, por lo que se comprobó la hipótesis de los investigadores policiales y judiciales que indicaba que se trató de un crimen pasional.