Una mina de vida

I
El joven Franklin salió del vestuario local con el pelo aún mojado y cargando su bolso, en el que guardaba la ropa sucia y los botines, caminó rápido hasta el estacionamiento del estadio, donde lo esperaba un compañero que lo iba a alcanzar en auto hasta la parada de micros para regresar a su casa, en un poblado ubicado a unos 200 kilómetros del Cobre.

Mientras el compañero conducía por las calles de aquella ciudad con forma de anfiteatro pero que hacía casi 40 años había surgido de un campamento minero, Franklin ojeaba la revista del club, que no era más que un puñado de hojas impresas en blanco y negro y que se distribuía mensualmente entre los socios del Albinaranja.

- ¿Qué lees?- preguntó el conductor.

- Una entrevista al Caqui- respondió Franklin, sin levantar la mirada de las hojas.

El automovilista vio que su joven compañero estaba muy concentrado en aquella lectura, por lo que sólo le habló cuando le indicó que ya habían llegado a la terminal. Franklin guardó la revista en el bolso, se despidió y abordó el micro de regreso a casa, tal y como lo hacía diariamente, excepto, cuando no entrenaba con "Los Legionarios”.

Una vez en su asiento, el muchacho sacó la revista y retomó la lectura, pero como había perdido el hilo conductor y quería leer todas y cada una de las frases de su ídolo, comenzó de nuevo: 


- Entrevistador (E): ¿Cómo estaba conformada aquella selección Pre olímpica de 1984 de la que fue parte? 
- EL Caqui (C): La base de ese equipo era de Legionarios. Fue una experiencia bonita, era la primera selección que clasificó para ir a una olimpiada y para nosotros que veníamos del norte fue muy importante. 
- E: ¿Qué paso después de la clasificación? 
- C: El entrenador nos prometió a todos que ese grupo iría a las Olimpiadas, pero al final cambio a todos los jugadores por los de Primera División. Pedí explicaciones, pero nunca tuve una respuesta clara, nos sentimos traicionados porque nos había dado su palabra. 
- E: ¿Qué opina de los dirigentes que estaban en la Asociación en ese tiempo? 
- C: Nos prometían sueldos que nunca llegaban, teníamos problemas y nos queríamos devolvernos a nuestro país pero estaba el gobierno militar y nos dijeron que si volvíamos seríamos tildados de anti patriotas, por lo que nos sentimos amenazados. 
- E: ¿Cómo sintió la gente de la ciudad la clasificación a las Olimpiadas? 
- C: El cariño lo sentíamos a la distancia, el entrenador nos llamaba y nos contaba que la gente mandaba cariños, ese mismo que sentíamos todos los domingos. Imagínate, que estábamos representando a los mineros en la Selección, hecho que nos incentivaba aún más. Si bien, no éramos un gran equipo, teníamos un corazón enorme. 
- E: En ese mismo año, el equipo local logró el ascenso con 29 partidos invictos, ¿cómo vivió ese momento, estando en la Selección? 
- C: Lamentablemente los partidos más importantes no los jugamos pero nos sentimos felices cuando supimos que se había logrado el ascenso. Cuando regresamos, el entrenador nos permitió jugar de titulares enseguida y ahí si sentimos el apoyo. 
- E: En el tiro libre, ¿Cuál era la receta? 
- C: No se, creo que uno nace con la virtud de pegarle bien a la pelota, con tiempo y entrenamiento se va puliendo. Nosotros practicábamos mucho porque sabíamos que a veces no andábamos bien y con un tiro libre podíamos salvar el partido y en eso trabajábamos mucho con el entrenador. 
- E: ¿Sintió el reconocimiento por esa virtud en el fútbol? 
- C: Considero que sí, pero no todo lo que corresponde. Yo debería estar en la historia del fútbol de nuestro país, creo que debo ser uno de los tres o cuatro mejores y de los pocos que hizo más goles de tiro libre. 
- E: ¿El albinaranja marcó una etapa muy importante en su carrera futbolística? 
- C: Una de las etapas más grande de mi carrera la viví en Legionarios. Le estoy agradecido, pero a la vez dolido, porque a veces uno espera una llamada para estar en el campeonato del minero representando a algún equipo.
- E: ¿Cómo ve al equipo, sigue la campaña, tiene la posibilidad de estar al tanto de lo que está sucediendo en el club? 
- C: Sigo la campaña, el problema es que no conozco a los jugadores. Yo me retiré del fútbol y deje de ir a los estadios, leo los diarios, pero como aparecen muchos jugadores nuevos no los ubico. En mi tiempo, cuando jugaba en El Cobre, era casi imposible ganarle. 
- De hecho los rivales con un empate se iban felices. 
- E: ¿Le da cierta nostalgia ver que hoy al estadio no asisten más de 700 personas, cuando antes se llenaba?
- C: Si, duele ver eso. El otro día estaba viendo un partido y no había más de 450 personas. Sinceramente no sé como es el plantel actual, pero nosotros éramos muy unidos a la gente, convivíamos con los mineros y jamás nos creímos estrellas; sino que éramos parte de la comunidad. Yo, personalmente, pasaba metido en el bowling y creo que eso atraía a la gente, para apoyarnos. No cualquier club hace que toda una ciudad los vaya a buscar al aeropuerto y haga un carnaval en la Plaza. 
- E: ¿Qué expectativas tiene de la calidad de vida del club ¿Cómo lo ven ustedes desde afuera? 
- C: Yo veo un momento difícil. A veces pienso en la idea de que se mude la sede, pero en verdad es un equipo que no tiene nada que hacer en otro lado, porque es de los mineros. El entrenador siempre nos decía primero tenemos que respondernos a nosotros y después a los mineros, porque son ellos los que nos están dando el trabajo. Yo estuve 4 años a en una mina y ahora sé lo que es lo que es llenarte los pulmones de tierra y de humo, para pagar la cuota y ver jugar a tu equipo. 

Franklin terminó de leer y en sus ojos sintió una húmeda emoción, que duró poco porque estaba tan cansado que se durmió enseguida, con su cabeza apoyada contra el frío vidrio de la ventanilla. Un par de horas después, cuando se despertó, vio que atardecía y ya empezaban a verse sobre el asfalto de la ruta las sombras de las tremendas rocas que adornaban de manera muy minimalista su pueblo natal. No veía la hora de llegar a casa y empezar con su único día franco antes del partido del domingo pero esa ansiedad pronto se transformó en inquietud ya que a medida que se acercaba a la parada, veía más y más gente nerviosa, yendo y viniendo por las calles, envueltas en pequeñas nubes de polvo.