XII

 Pasaron 33 días desde que se hizo contacto con los 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad y cuatro partidos en los que el albinaranja cosechó dos triunfos, un empate y una sola derrota. También hubo de por medio un fin de semana largo por el feriado del Día de la Raza, por lo que el martes que arrancó el rescate final, Franklin estaba descansado y relajado.

 En cambio, el estado de ánimo de Don Manuel era bastante distinto, ya que si bien inspiraba confianza y seguridad, por dentro estaba tenso y con algo de miedo. Es que con Lucho fueron los primeros en poner a prueba el plan maestro: bajar en una especie de jaula capaz de ser resistir al especio exterior por el túnel que se había perforado en poco más de un mes.

 Ese compartimiento diseñado por los ingenieros más brillantes de la NASA era más pequeño que una cabina telefónica por lo que Don Manuel casi ni se podía mover más que para abrir y cerrar la puerta del mismo, en cuya base y techo tenía una cámara de video que registraba el paso a paso por el túnel y lo re transmitía a todo el mundo a través de los canales de televisión.

 En la superficie, donde las luces de las cámaras de los reporteros convertían una noche cerrada en un día brillante, Franklin y su amigo del Deportes vieron, junto a las cientos de personas que estaban en la mina y el campamento, cómo el primer rescatista desapareció lentamente dentro de la Tierra.

- ¿Sabías que Manuel jugó contra El Mortero?- inquirió Franklin en voz baja para no romper la tensión del silencio que reinaba en el lugar, donde el Presidente de la nación había llevado a su esposa a presenciar el milagro, a pesar del frío seco.

- Si, sabía. Creo que hoy salió en todos los diarios. Fue hace como 25 años.
- ¡Cómo pasa el tiempo!- expresó Franklin con mucha razón, ya el tiempo fue la esencia de toda la jornada que tuvieron por delante, ya que El Mortero recién salió a la superficie a las 19.18 del día siguiente, en el orden 27.

 “¡Fue el partido más difícil de mi vida”, sostuvo la ex estrella del fútbol local luego de abrazarse con su hija, que le había llevado la plaqueta que le habían entregado en el partido entre el albinarajas y Los Azules y una pelota de fútbol con la que pateó unos momentos junto al presidente, ante la aclamación del público.

 En esa ocasión, Franklin no pudo ni acercarse a su ídolo pero no le importó. Se secó las lágrimas y esa misma noche regresó a su casa. Al día siguiente volvió a entrenar y el domingo rindió su homenaje al Mortero, jugando un partidazo en la victoria de su equipo, del equipo de toda la ciudad, ante Los Estudiantiles. Fue un triunfo redondo, absoluto.

AA
diciembre 2010