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El match entre argentinos e ingleses había despertado una gran expectativa en ambos países, no sólo en el ambiente del fútbol, sino a nivel político. Cuando la delegación argentina partió de Ezeiza rumbo a Londres el 2 de mayo, el embajador británico, Richard Allis, dijo que esperaba que el partido “afiance la tradicional amistad entre ambos países”.
Los jugadores argentinos estaban muy entusiasmados ya que se trataba de la primera gira profesional de un a selección argentina por Europa y el rival era de lo más trascendental. “Estoy ansioso por comprobar la velocidad de los delanteros” sostuvo Norberto Yácono, capitán argentino. Era una muestra de confianza y una premonición de lo que luego sería un lamento para el argentino: el superior estado físico de los jugadores británicos.
El tema de las características físicas del equipo de Inglaterra era una preocupación para Argentina y con razón. El jugador inglés de menor estatura era el defensor Henry Cockburn, que medía 1,69 metros de alto. El resto del plantel no bajaba de los 1,80. Sin embargo, para los argentinos la diferencia física podía ser salvada por la habilidad de los jugadores criollos.
Además, Inglaterra se trataba de un equipo que venía jugando hace varios años con prácticamente el mismo plantel. La mayoría había participado del Mundial del 50´. El equipo sumaba 167 partidos internacionales y Tommy Wright y Stanley Matthews, cosechaban 36 cada uno, una cifra que superaba ampliamente la trayectoria de cualquier integrante del plantel argentino.
El equipo argentino llegó a Inglaterra y fue calurosamente recibido por autoridades de diversa índole. La concentración del plantel se llevó a cabo en el Hendon Hall Hotel, de las afueras de Londres y los entrenamientos tuvieron lugar en la cancha del club Arsenal, en Highbury.
Los jugadores argentinos y el cuerpo técnico fueron agasajados por la cancillería argentina, el alcalde de Londres y por los jugadores del Arsenal. Además, con el fin de dejar una buena imagen de su país, el plantel visitó el White Hall y colocó una corona de flores en la estatua de George Canning, ex canciller británico, quién reconoció la independencia argentina. También fueron a presenciar la final de la F.A Cup entre el campeón Tottenham Hotspur y el Liverpool.
En los entrenamientos previos al partido Argentina dejó una imagen sorprendente para la prensa británica y todo el ambiente futbolístico. Tom Whitaker, presidente del Arsenal, dijo estar “impresionado” con los jugadores argentinos a los que calificó como “artistas”.
Por su parte, el periódico News of the World publicaba: “Los argentinos nos van a dar mucho que hacer, tal vez demasiado”. A su vez, The Daily Graphic sostenía que Inglaterra se iba a enfrentar “a uno de los equipos más peligrosos del mundo”.
La expectativa era cada vez mayor. Dos días antes de que se jugara el encuentro las entradas estaban casi todas vendidas. El público inglés estaba ansioso por presenciar un partido que, sin lugar a dudas, era histórico. La emoción era tal que las localidades que costaban 10 chelines eran revendidas a 3 libras esterlinas. “Es el partido del Siglo”, anunció Bernard Joy, ex futbolista inglés y comentarista deportivo en las páginas del matutino The Star.
Mientras tanto, el director técnico de Argentina, Guillermo Stábile, estaba confiado con el rendimiento de su equipo, pero se mostró preocupado por el estado del campo de juego. El pasto alto y la fuerte humedad iban a generar un terreno muy blando que agotaría rápidamente las fuerzas argentinas. “En el terreno podemos hallar nuestro más serio adversario”, advirtió Stábile.