El Mundial de 2002 significó para Argentina una de las mayores decepciones en la historia de su fútbol ya que había llegado al campeonato como favorito número 1 y luego quedó eliminado en la primera ronda, muy poco para la selección de un país que depositaba en el torneo las esperanzas de recuperarse de una terrible crisis económica, política y social que se había desatado brutalmente a fines del año anterior.
Como si todo eso fuera poco, el hincha argentino tuvo que soportar que Inglaterra se convirtiera en una de las principales razones de la temprana e inesperada, pero merecida, eliminación del equipo. Es que el seleccionado británico fue el que le propinó a Argentina esa dura derrota de la segunda fecha que la dejó en terapia intensiva hasta que el empate con Suecia lo sentenció a muerte.
Por eso, el amistoso que argentinos e ingleses disputaron el 12 de noviembre de 2005 en la ciudad de Ginebra, Suiza, significaba una especie de revancha para la selección sudamericana a más de tres años de aquella dolorosa derrota sufrida en Japón.
Ambos equipos llegaron a este encuentro con realidades similares. Si bien los dos habían conseguido semanas antes al encuentro la clasificación para el Mundial de Alemania 2006, el rendimiento no era el esperado por los hinchas de cada bando y la crítica especializada.
El equipo argentino era dirigido por José Pekerman, quien había reemplazado a Marcelo Bielsa –el entrenador de Corea y Japón 2002- tras los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 –donde el técnico santafesino logró la medalla de oro por primera vez en la historia de su país- y llegó a la sobria y clásica Ginebra el martes 8 de noviembre para comenzar con los entrenamientos con miras al amistoso frente a los británicos en el predio de Meyrin Football.
Respecto del equipo dirigido por Bielsa, los nombres eran casi los mismos pero otras cosas habían cambiado. La capitanía dejó de ser del defensor central Roberto Ayala y pasó a manos del lateral izquierdo Juan Pablo Sorín, mientras que el encargado de generar juego ofensivo había dejado de ser Juan Sebastián Verón –no convocado- y pasó a ser exclusiva responsabilidad de Juan Román Riquelme, uno de los jugadores preferidos del entrenador.
En tanto, la selección de Inglaterra, dirigida por el sueco Sven Goran Eriksson, contaba con todos sus jugadores estrellas, entre ellos, un viejo conocido de los argentinos y verdugo en el Mundial de 2002: David Beckham.
El volante derecho militaba por entonces en las filas del galáctico Real Madrid de España y se había convertido en el futbolista más famoso de la tierra.
Su talento para pegarle a la pelota y su imagen de sex symbol lo llevaron a ser un fenómeno social y comercial. Por ejemplo, Andrew Parker, coautor del libro "Fenómeno Beckham", lo describió como la figura masculina más influyente en Gran Bretaña para cualquiera que tenga entre 5 y 60 años. Por algo la película "Quiero ser como Beckham" rompió todos los récords de asistencia en el Reino Unido.
“Argentina es el segundo mejor equipo del mundo y cuenta con grandes jugadores. Va a ser un partido duro. Es un amistoso, pero estos encuentros nunca son amistosos”, señaló Beckham, quien estaba muy contento porque frente a los sudamericanos iba a cumplir su 50mo. cotejo como capitán de su seleccionado.
El delantero argentino Hernán Crespo jugaba por entonces en el equipo inglés Chelsea por lo que era compañero de varios de sus rivales. Por esa razón, el atacante sudamericano –que ya había enfrentado a los británicos en 1998, 2000 y 2002- estaba deseoso de enfrentarlos.
“Cuando se juega contra Inglaterra, no se necesita motivación. Es un derby a nivel mundial. No hay nada de amistoso en estos partidos, aunque una vez terminado el encuentro todos somos buenos amigos. Es un partido que siempre quieres ganar. Tenemos una historia muy bonita detrás y es emocionante poder participar en él”, explicó Crespo, quien tras el retiro de Gabriel Batistuta, máximo goleador de la historia de la selección, era considerado por Pekerman como el “9” titular.
En tanto, la crítica especializada mantenía serias dudas sobre la capacidad de conducción de Pekerman y en el ambiente ya se rumoreaba el posible ingreso de Diego Maradona al cuerpo técnico con miras al Mundial Alemania 2006. Sin embargo, el mejor jugador de la historia, al enterarse de esas versiones, declaró públicamente que, según él, no era el momento indicado para incorporarse al equipo nacional.
El entrenador argentino, por su parte, se mostró tras la práctica del jueves 11 de noviembre desilusionado por la negativa del mejor futbolista de todos los tiempos. “Me pone muy triste porque Diego es nuestro ídolo, nuestro máximo referente”, indicó Pekerman.