Miguel Toretta, delegado de la Lista Verde de la Unión Ferroviara en los talleres de Remedios de Escalada, declaró el martes 6 de noviembre en el juicio por el crimen de Ferreyra como testigo de las defensas.
Respecto del día del homicidio, el ferroviario contó: “A eso de las nueve de la mañana, me crucé con Amuchástegui (Aldo, delegado de la Unión Ferroviaria y quien ya declaró como testigo) que me dijo que había acto de presencia en Avellaneda, porque gente de partidos políticos (sic) quería cortar las vías. Como delegado, agarré una planilla de personal y recorrí el sector, preguntando quiénes querían ir”.[1]
Toretta precisó que salió de los talleres con un grupo de entre 80 y 100 empleados con un objetivo: “Mostrar que los ferroviarios no cortamos las vías”.[2]
Una vez en el lugar de la convocatoria, el testigo dijo que los manifestantes caminaban paralelos a las vías insultándolos, mientras que ellos observaban. Luego, aseguró que “fueron atacados” por ese grupo.
Sobre los hechos violentos finales que terminaron con el crimen del militante del PO, Toretta dijo que él permaneció sobre las vías, mientras los manifestantes ya estaban a dos o tres cuadras de allí, al tiempo que dijo desconocer por qué sus compañeros salieron a correr a ese grupo. “Los que fueron en la corrida me dijeron que como que se armó griterío y fueron todos corriendo. Corrieron 200 o 300 metros y se encontraron con los del Partido Obrero, encapuchados y con palos. Que cuando llegaron, el grupo avanzó. Se pelearon y luego volvieron. Escucharon disparos -que pensaron que eran bengalas ´tres tiros´- y se volvieron”, recordó.[3]
El testigo dijo, por último, que fue empleado tercerizado entre 1996 y 2006, y que pasó a planta permanente gracias al acusado Fernández, en tanto, describió al imputado Díaz como la “cabeza” de su grupo.
A Toretta, le siguieron los testigos Fernanda Chiappara y Jorge Valdez, quiénes declararon que ingresaron a trabajar al ferrocarril gracias al acusado Díaz, con quien dijeron mantener una relación a amistad de años.
Por su parte, Chiappara admitió que conocía al imputado Uño, sobre quien dijo es “un hombre de bien” que “nunca tuvo problemas” con nadie.
Mientras que en la audiencia del viernes 9 de noviembre declararon Gonzalo Fernández, un empleado ferroviario ex tercerizado y que al momento del crimen estaba despedido, Carlos del Papa y Marcelo Polito, asistente de cámara del equipo del canal de noticias C5N que estuvo en el lugar de los hechos.
Polito declaró que la periodista Gabriela Carchak le dijo que tenían que ir a Barracas porque se habían producido “incidentes” y que “había gente golpeada” en el marco de “un conflicto entre gente tercerizada y ferroviarios”.
“Cuando llegamos al lugar, nos encontramos con la señora Elsa Rodríguez y otras personas más”, recordó el asisten de cámara y continuó: “Mientras hacíamos la nota, Mariano Ferreyra estaba al lado mío. En total, serían 50 personas las que había. Estaban golpeados, venían golpeados del lugar donde se produjo una emboscada o algo así, cerca de las vías. No había herido de sangre, pero había gente con machucones en la cara, golpes, palazos”.[4]
“Después de hacer las notas, nos fuimos a tomar imágenes cerca de la esquina. Enfocamos hacia las vías. Todavía no estábamos grabando, pero veíamos a través del display –la pantallita que tiene la cámara- que debajo de las vías había gente con palos, caños… había gente rompiendo baldosas”, indicó Polito.[5]
El testigo señaló que su equipo estaba en la puerta de la empresa Chevallier y los que juntaban piedras, unas setenta personas, a unos 120 metros, por lo que pensó que “la situación estaba medio pesada”.
Entonces, contó que se les acercó un hombre de 1,75 metros de alto, vestido de jean y camisa blanca y que llevaba un Handy, que les dijo que se tenían que retirar del lugar, por lo que supuso que era miembro de alguna “fuerza de seguridad”.
Polito dijo que se negó a irse, a lo que ese hombre le respondió: “Y yo te lo digo porque te van romper todo, la cámara, todo… Váyanse de acá”.[6]
“Había patrulleros y un carro de asalto, un camión azul que se abrió en el momento que viene esta gente desde las vías (…) Cuando veo que vienen, como enajenados y portando palos, retrocedimos unos pasos. Ahí vinieron a agredirnos, nos rodearon para que apaguemos cámaras, nos decían que no les demos cámara a estos negros de mierda, que nosotros estábamos con ellos”, relató.[7]
Y agregó: “Yo les pedía por mi hija que no me hagan nada, que estábamos trabajando… Nos rodearon y nos fueron empujando hacia Chevallier. Gabriela estaba un poquito más alejada, porque estaba despidiéndose de la gente a la que le había hecho la nota. Cuando ella ve que nos querían agredir, que nos están diciendo `apagá la cámara, no mirés, agachá la cabeza´, ella se acerca. Pensó que, siendo mujer y al ver que eran todos hombres, podría mediar. Se puso en el medio para que no nos golpearan, pero también la insultaron a ella. No se frenaron, digamos”.[8]
Polito describió a uno de sus agresores como “una persona de tez trigueña, de rulos y pelo largo, bajito, de 1,65 más o menos, que tenía una campera o ropa medio azul”; a otro como un hombre “canoso, que tenía un cuello ortopédico”; y a un tercero como “una persona alta, mayor, corpulenta, con pelo canoso, que vestía camisa a cuadritos, que estaba constantemente con la mano en la cintura, como queriendo sacar un arma”; lo que coincide con las características de los acusados Pipitó, González y Pérez.
El testigo dijo que en ese momento, los manifestantes estaban a unos 80 o 100 metros, retirándose, de espaldas a las personas que portaban palos y que a su equipo lo dejaron ponerse a resguardo en Chevallier, desde donde luego escuchó “detonaciones, piedras, vidrios, alarmas, gritos, llantos…”.
“Escuché al menos ocho detonaciones, todas distintas, como si fueran de distintas armas. Primero escuché tres juntas, luego otras dos seguidas y las últimas, que sonaron más fuerte, tres también”, precisó.[9]
“Cuando pudimos salir, la gente estaba desesperada. Nunca imaginamos esto. Gritaban ´mataron un pibe, mataron a un pibe´”, agregó Polito, quien dijo que después se acercó a una ambulancia en la que vio a Ferreyra “agonizando”.[10]
“Estaba muy mal, estaba muy blanco. No había manera de revivirlo. También grabamos a los otros heridos. Había una persona que tenía un disparo en la pierna; también estaba Elsa Rodríguez, herida de bala”, dijo el testigo que aseguró que no vio “presencia policial en ningún momento”.[11]
A su turno, el abogado Freeland le preguntó qué portaban los manifestantes. “Yo no vi ni gomeras ni palos ni gente con la cara tapada. Yo vi gente embarazada, criaturas. Era gente que se estaba manifestando”, contestó Polito.[12]
Mientras que el testigo Fernández admitió haber concurrido al lugar de los hechos con el grupo de los tercerizados y que sufrieron una primera agresión apenas cruzaron el puente Bosch, a raíz de los cuál se trasladaron unas dos cuadras y realizaron la asamblea en la que decidieron retirarse del lugar. “Cuando no estábamos retirando, vemos que ellos vienen bajando del terraplén”, contó.[13]
“(…) quedamos enfrentados a 30 metros de distancia más o menos. Ahí empezaron piedrazos de ellos, piedrazos de nosotros y, en ese momento, vemos que de atrás de un auto sale uno tirando. Viene del lado izquierdo hacia el medio de la calle. Era morrudito, de remera azul. No los conté, pero creo que hizo al menos tres o cuatro tiros”, indicó este testigo que señaló que alrededor del tirador se encontraban “todos juntos” los acusados Sánchez, Pipitó, Uño y González.[14]
Y añadió: “Cuando se quedaron sin balas, ellos corrieron hacia el terraplén y nosotros corrimos detrás suyo. Llegamos hasta dos patrulleros que estaban atravesados y no pudimos hacer nada. Les dijimos que nos agarraron a los tiros, que esto, que lo otro, pero no nos dieron una solución, ¿me explico? No había policía cuando se nos vinieron. Estábamos nosotros y ellos, nadie más”.[15]
Por su lado, Del Papa también dijo haber estado en el lugar de los hechos aunque no brindó demasiadas precisiones. Sólo dijo que escuchó “una única detonación” a sus espaldas y realizó una descripción del tirador que no coincidió con ninguna de las otras realizadas por otros testigos presenciales.