II

Días después de conocida la noticia del ascenso del comisario Aranguren, ahora comisario general, por haber llegado al máximo rango dentro de la Policía, Nora y Avalos recibieron una noche en su casa a sus compañeros y amigos, Marito, Ramos, Martín, “El Gordo” Emiliano, “El Negro” Sabia y Santino, porque todos habían coincidido en que “algo hay que hacer”.
Martín era otro jovencito cristiano y nacionalista de la Capital Federal que había mutado de una derecha pasiva a un militante más zurdo. Mientras que los otros tres eran oriundos del Interior y siempre estuvieron más alejados del catolicismo y más cercanos al movimiento obrero.
“El Gordo” y Santino habían nacido y crecido en Córdoba, donde a partir del secundario habían comenzado a realizar una actividad social y comunitaria bastante intensa ya que en la capital de aquella provincia los problemas eran bastante parecidos a los de Buenos Aires.
Al concluir los estudios, los amigos decidieron viajar a la capital del país a estudiar en la UBA, desde donde recayeron en las tareas solidarias realizadas en la villa 3 y compartidas con el grupo encabezado por Marito, el más culto y brillante del grupo, de acuerdo a los resultados de su etapa de instrucción.
Por su parte, “El Negro”, un par de años mayor que el resto, había recalado en Buenos Aires luego de haber surgido del seno de una familia muy peronista, en Corrientes. Primero había trabajado en una textil, donde conoció a su esposa y madre de sus hijos, y ahora lo hacía en una automotriz.
- Creo que tenemos que hacer Justicia por mano propia- arrancó “El Flaco”, cada vez más volcado a la utilización de la violencia para luchar contra la violencia reinante en todos los ámbitos de la sociedad.
- Estoy de acuerdo. Esta situación es insostenible. La gente tiene que saber quién es este tipo y qué fue lo que hizo- indicó Marito, para quien el ajusticiamiento de Aranguren era un viejo sueño.
Emiliano, el que habitualmente discutía con los dos líderes, esta vez expresó su concordancia, mientras que los demás hombres estuvieron de acuerdo en silencio. Al igual que Nora, quien tenía una fuerte ascendencia sobre Avalos y Marito.
“Bueno, entonces, ya está decidido. Ahora hay que conseguir todo lo que vamos a necesitar para cumplir con nuestra misión”, explicó “El Flaco” y luego todos se quedaron sentados alrededor de la mesa en la que habían compartido la cena, haciendo planes. Y así nació el comando "San Pablo".