Basado en un texto de Eric Hobsbawn
Rusia fue el primero de los regímenes de Europa Central que cayó por el peso de la Primera Guerra Mundial. El 8 de marzo de 1917, hubo una huelga general y las tropas leales al zarismo se negaron a reprimir y se plegaron a la manifestación. Ante esta situación, el Zar abdicó a su trono y en su lugar quedó un gobierno provisional que fue apoyado por los Aliados que temían que éste firmara una paz por separado con Alemania.
Hubo cuatro días de anarquía y manifestaciones que pusieron fin al imperio ruso y en los que las masas pensaron que había llegado la libertad universal, la igualdad y la democracia directa. Y en ese momento, Lenin tuvo éxito en pasar de ese levantamiento incontrolable al poder bolchevique.
Así, provino un vacío revolucionario entre el gobierno provisional por un lado y, por el otro, una gran cantidad de consejos populares, los Soviets, que surgían en todas partes y tenían el poder local, pero no sabían qué hacer. Toda la izquierda -los bolcheviques, mencheviques, socialdemócratas y social revolucionarios- quisieron integrarse en asambleas pero sólo Lenin la consideró como la única alternativa.
Mientras tanto, los reclamos de la población pobre y urbana era conseguir pan y los obreros obtener mayores salarios y un horario laboral más reducido. En aquel entonces, el 80% de la población rusa vivía de la agricultura y el lema en las calles era “pan, paz y tierra”.
Frente a estos reclamos, Lenin comprometió a los bolcheviques con los campesinos para que la tierra se dividiera en explotaciones familiares; el gobierno provisional siguió siendo incapaz de que Rusia obedeciera sus leyes y decretos; y los empresarios quisieron restablecer la disciplina laboral aunque sólo consiguieron fue radicalizar la postura de los obreros.
En junio de 1917, el ejército se negó a una nueva ofensiva militar contra los manifestantes y los soldados volvieron al campo para el reparto de la tierra. Los bolcheviques constituidos como partido obrero se afianzó en las principales ciudades rusas como Petrogrado y Moscú y dentro del ejército, lo que debilitó aún más al gobierno provisional, sobre todo, en agosto, cuando debió sofocar militarmente un intento del golpe de estado de un general monárquico, antirrevolucionario.
En ese momento, Lenin y sus seguidores se dieron cuenta que el gobierno provisional iba a caer y que ellos podían y tenían que ocupar el poder. Los historiadores anticomunistas siempre acusaron a los revolucionarios de octubre de haber dado un golpe de estado. Sin embargo, sólo el partido de los bolcheviques estaba preparado para afrontar esa responsabilidad.
El plan de Lenin era entonces comprometer al nuevo gobierno soviético con la transformación socialista de la república que suponía a que la revolución rusa mutara luego en una revolución mundial o al menos europea.
El nuevo régimen apenas declaró el socialismo como su objetivo, ocupó los bancos y declaró el control obrero sobre las empresas, mientras urgían a los obreros a que mantuvieran la producción.
En marzo de 1918 Rusia firmó la paz con Alemania que acechaba en la frontera de Petrogrado, por lo que los ejércitos contrarrevolucionarios, o “blancos”, se levantaron contra los Soviets apoyados por los Aliados que enviaron tropas británicas, francesas, estadounidenses y japonesas.
Entre ese año y 1920 se desencadenó en Rusia una guerra civil, en la que el flamante régimen se mantuvo gracias a la división e incompetencia que existía entre los blancos. A finales del 20`, triunfaron los bolcheviques pero cuando emergió la nueva república soviética, ésta no era como la había planeado Lenin...