La pasividad que imperaba en una dirección de la CGT que estaba en manos de una comisión de 20 gremios de “Las 62” y los independientes no era compartida por las diferentes corrientes sindicales que planteaban la oposición frontal al régimen militar.
Estas corrientes internas provinieron del sindicalismo peronistas combativo de orientación cristiana revolucionaria, encabezado por Raimundo Ongaro, de los gráficos; el sindicalismo clasista-pluralista compuesto por independientes socialistas, comunistas, radicales, etc. y liderado por Agustín Tosco, de Luz y Fuerza; los sindicatos intervenidos por la dictadura militar; y “Las 62 de Pie junto a Perón”.
En su conjunto, estas corrientes tenían un objetivo sindical común: desalojar a la alianza Vandorista-independiente de la dirección de la CGT.
En todos ellos, se manifestaron, aunque en diversos grados, componentes ideológicos de izquierda que incorporaron culturas y hechos políticos internacionales como la guerra de liberación nacional en Indochina, el guevarismo y la guerrilla en varios países latinoamericanos.
Esos componentes culturales revolucionarios externos se afincaron en el interior no sólo del movimiento sindical, sino también en los partidos peronistas y radicales, en el movimiento estudiantil, en la Iglesia Católica, etc. Y formaron parte de búsquedas teórico–políticas para organizar la lucha contra la dictadura, dada la ausencia de acciones políticas de resistencia por parte de los liderazgos tradicionales del peronismo y el radicalismo, y otros partidos políticos populares y la CGT.
El 28, 29 y 30 de marzo de 1968 fue convocado el Congreso Normalizador de la central obrera. En este, se enfrentaron dos posturas antagónicas respecto de un tema puntual: el reconocimiento o no de los delegados de los sindicatos intervenidos.
Finalmente, triunfó la postura de incorporar a los delegados de los sindicatos intervenidos originando el retiro del vandorismo. Así, la organización sindical que salió de este Congreso fue la denominada “CGT de los Argentinos”, liderada por Ongaro.
Mientras que “Las 62” vandoristas mantuvieron el control de la central y los fondos sindicales pasando a denominarse “CGT Azopardo”.
Esta división se extendió al interior del país, produciéndose fracturas en las Regionales. Los sindicatos participacionistas liderados por Luz y Fuerza permanecieron “neutrales” pero con conexiones con la “CGT de Azopardo”.
La “CGT de los Argentinos” adoptó un programa de liberación nacional y social, y una táctica política de confrontación abierta con la dictadura. De esta manera, se trasformó en impulsora del desarrollo del sindicalismo peronista combativo y corrientes clasistas en todo el país.
Pero el bloque de sustentación era heterogéneo y pronto parte de los sindicatos intervenidos y sectores de “Las 62” comenzaron a abandonarla. “La CGT de los Argentinos” debió una creciente represión de la dictadura a través de nuevas intervenciones y detenciones de dirigentes sindicales. Por ello, sectores del movimiento estudiantil, organizado en la FUA, trataron de apoyarla.
En el desplazamiento de organizaciones sindicales de “La CGT de los Argentinos” a “La CGT de Azopardo” tuvo importancia otro hecho: a principios de 1969 se produjo la reconciliación de Perón con Vandor y el acuerdo de reunificar “Las 62 organizaciones”.
El General enviaba cartas de apoyo a Ongaro pero, en realidad, temía que una polarización entre sindicalistas peronistas “combativo” y “participacionistas” condujera a la descomposición de la “columna vertebral” del Movimiento.
Al fin de cuentas, el vandorismo expresaba la tradición sindical peronista y podía ser “recuperado” y colocado bajo el liderazgo estratégico del líder exiliado.
El interés de Vandor por llegar a acuerdos con Perón fue también fuerte, en tanto no solo tuvo que enfrentarse a combativos y participacionistas, sino que necesitó del apoyo de Perón para mantener el control de las 62.
“La CGT de los Argentinos”, más que una organizadora sindical, fue una fuerza socio-política propagandística de la “subversión frente a lo existente”. Ese rol fue importante porque estimulo la formación de núcleos sindicales combativos en comisiones internas, en cuerpos de delegados y en direcciones sindicales, lo que tendría suma importancia al empalmar con un cuadro de gestación de movilización espontánea de los trabajadores en diversas áreas del país y cuya simbiosis dio lugar al “Cordobazo” en mayo de 1969.
AA
Noviembre 2011