V

Un dolor compartido
El comisario mayor Iglesias se convirtió en el nuevo jefe de la policía bonaerense dos días antes que los padres de Diego sitiaron por segunda vez, la Fiscalía General de La Matanza. Su antecesor había sido desplazado, justamente, por no haber evitado una pueblada en la ciudad de Tres Arroyos. Por esa razón, la primera declaración pública que hizo el nuevo jefe policial hizo hincapié en evitar “más desmanes” para “preservar las instituciones”.
Iglesias encabezó el operativo de seguridad en los Tribunales de La Matanza hasta donde llegaron unas 300 personas que manifestaron en reclamo de Justicia por el crimen de Diego.
El comisaría mayor se lamentó por cada uno de los incidentes que ocurrieron en el lugar y siempre ordenó buscar el diálogo con los enfurecidos manifestantes.
Iglesias cumplió con su objetivo se preservar los edificios públicos, mismo resultado que obtuvo en hechos similares ocurridos en esos días frente a las comisarías de Florencio Varela y Lanús, al sur del Gran Buenos Aires.
El jefe policial tenía por entonces 48 años, y hacía 29 que había ingresado a la fuerza. Fue ex director de Investigaciones de San Martín, subdirector de esa área en La Plata, ex subjefe de la Departamental de Trenque Lauquen y titular de la Departamental de Lomas de Zamora.
En medio de la protesta en La Matanza, Iglesias se acercó a Raúl y le dijo algo que sorprendió al padre del joven asesinado: “Yo soy el jefe de la policía. Siento el mismo dolor que usted. A mí también me mataron un hijo. Soy el padre de uno de los mochileros que mataron en Bahía Blanca. Lo invito a dialogar”.
Iglesias es el padre de Horacio, asesinado junto a su novia, María Victoria, en agosto de 2000. Sus cuerpos aparecieron días después de su desaparición en un campo de Coronel Suárez.
El jefe de La Bonaerense finalmente dejaría dicha función a fines de 2005 porque quería dedicarse a resolver el crimen de su hijo.