Diario de un crimen: 1
Alrededor de las 4.41 de un cálido un sábado de mediados de enero, en pleno de centro de la villa turística y a tan sólo tres cuadras de la playa, dos jóvenes abordaron a un tercero en la vereda de la avenida principal, rodeada de comercios, muchos de ellos aún abiertos a pesar de la hora, y de transeúntes.
Poco antes, los tres habían estado en el interior de un local bailable ubicado de la mano de enfrente, de dónde fueron obligados a retirarse por haber protagonizado una pelea en el lugar.
Martín, vestido con una remera blanca y unos jeans oscuros; y César, quien llevaba puesta una camisa clara y unas bermudas; eran amigos que pasaban junto a otros chicos de su edad sus vacaciones de verano en la villa.
Por su parte, Francis no los había visto nunca antes en toda su vida hasta que se produjo ese altercado en la pista de baile, a partir del cual, ellos fueron retirados por los patovicas por un lado, y él por otro.
Y apenas estuvieron en la vía pública y el personal de seguridad reingresó al boliche, intervinieron efectivos policiales que patrullaban la zona y los disuadieron para que abandonaran la zona en distintas direcciones.
Sin embargo, Martín y César aguardaron en las inmediaciones a que los policías se alejasen –tuvieron que intervenir en otra riña callejera que se producía a la vuelta de la esquina- y durante esa espera acordaron vengarse de Francis por lo ocurrido en la disco, para lo cual contaron con el apoyo de al menos seis de sus amigos: Lucho, Lautaro, Esteban, Bruno, Ariel y Marcos.
Entonces salieron a cazar a su presa y al localizarla minutos después, el ataque comenzó por la espalda y en forma premeditada, en momentos en que Francis se hallaba parado en la vereda junto a sus propios amigos, quiénes también estaban veraneando en la villa.
A su vez, Francis, quien asistía a la Facultad de Derecho y residía en la Capital Federal, había viajado hasta allí sólo por ese fin de semana como invitado especial para pasar unos días en la playa y junto al mar.
Respecto de los agresores, Martín fue quien le propinó a la víctima una serie de golpes de puño en el rostro que la hicieron caer al piso, inconsciente. Y una vez allí tirada e indefensa, le patearon la cabeza, provocándole lesiones corporales, tanto internas como externas.
“Adentro pegaban de atrás, pero ahora afuera vamos a ver quién gana...", exclamó uno de los atacantes que superaban en número al grupo de Francis, quien se vio rodeado e imposibilitado de defenderse por sí solo y también de que sus amigos lo hiciesen por él.
“A ver si pegás ahora, ¡negro de mierda!", bramó otro de los agresores.
A su vez, quiénes acompañaban a la víctima también sufrieron lesiones corporales como consecuencia de los golpes.
Tras el ataque, los agresores escaparon del lugar a la carrera por la avenida y hacia el norte de la villa, mientras que la víctima quedó tendida en el suelo, junto a uno de los autos estacionados y sus amigos intentaban auxiliarlo; al tiempo que otros testigos filmaban la escena con sus smartphones y reproducían las imágenes por las redes sociales.
Enseguida arribó al lugar del hecho un oficial de Policía que advirtió que la víctima tenía sangre en la nariz y el torso desnudo ya que se le había roto la camisa.
Tanto este policía como un par de civiles trataron de reanimar a Francis, y cuando la ambulancia arribó al menos veinte minutos después, los médicos decidieron trasladarlo hasta el hospital local, donde finalmente se constató su fallecimiento.
Posteriormente, los forenses determinarían que el joven estudiante murió inmediatamente después de ser atacado a golpes, a causa de un shock neurogénico debido a un traumatismo grave de cráneo.
Por otro lado, el personal de la comisaría 1ra. inició la investigación y se entrevistó con los testigos presenciales, entre ellos los amigos de Francis, y también con la encargada de la recepción de un hotel ubicado a una cuadra del boliche, en la esquina de la avenida principal y una calle que se adentraba en el pinar de la villa.
Esta mujer contó que cerca de las 5 vio a un grupo de jóvenes, a los que describió con prendas de vestir similares a las señaladas por los testigos presenciales de la agresión, pasar corriendo por enfrente del hotel hasta un supermercado situado a unos 50 metros, en dirección al pinar.
Los pesquisas se trasladaron hasta el mencionado comercio y constataron con el vigilador del mismo que había una cámara de seguridad que registró el paso de los sospechosos que vio la encargada del alojamiento.
En esa grabación se pudo observar a César limpiarse las manos en su remera y luego lamerse los dedos presuntamente manchados con sangre.
En base a éste y otros elementos aportados por los testigos y por las imágenes de otras cámaras de seguridad como las del boliche, los policías localizaron la vivienda que alquilaban los agresores, ubicada unos 100 metros hacia el interior del pinar, y por orden de la Fiscalía de turno, alrededor de las 10 allanaron el inmueble y detuvieron a los diez amigos, algunos de los cuales ya habían abandonado el inmueble a pie y fueron interceptados en las proximidades del mismo.
Durante ese procedimiento, los peritos secuestraron los teléfonos celulares de los sospechosos, una gran cantidad de ropa y calzado para someterlos a posteriores análisis en busca de pruebas, y dos vehículos particulares, propiedad de Martín y Marcos, a bordo de los cuales los amigos, todos ellos jugadores de rugby, habían viajado días antes desde el norte de la provincia donde se domiciliaban.
Además, los médicos revisaron a los aprehendidos establecieron a simple vista que Martín tenía un presunto tejido hemático en su mano derecha, Esteban un hematoma en el labio superior, Lucho escoriaciones en cuello y axila izquierda, Lautaro escoriaciones en la axila derecha, y Ariel también escoriaciones en cuello y mano izquierda.
El fiscal entendió que esos eran signos de que había participado de una agresión física, por lo que avaló la actuación policial y convalidó las aprehensiones por el delito de “homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas, el cual prevé la pena de prisión perpetua.
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