Algunas horas antes de la autocrítica del árbitro Martín, Marcelo Gallardo decidió hablar después de la práctica de la tarde de aquel viernes polémico. El volante se despachó con duras críticas hacia los jugadores de Boca y el juez del encuentro.
“A mí me pegan, me levanto y sigo jugando; me vuelven a pegar, me levanto y sigo jugando. No me hago el guapo con todo el mundo. Por eso, a los que quieren ganar de guapos no los soporto. En un momento, cuando le hago la falta a Cascini, veo que se levanta a guapear y yo lo único que hago es protegerme para que no me pase por arriba”, dijo “El Muñeco”.
Respecto de su expulsión, el volante sostuvo: “En ningún momento le pego un cabezazo a Cascini, como dice Martín. Yo me paré delante de él para que no me pasara por arriba. Cuando el árbitro me saca la tarjeta roja, por un momento yo pensé: este tipo realmente no tuvo ningún tipo de criterio, porque no merecía amonestar ni expulsar a Cascini... Son cosas que pasan en un partido. No hubo agresión de mano ni de nada y era un foul como para sacarme una amarilla a mí, nada más, y la cosa se terminaba ahí. Martín no tuvo criterio”.
¿Qué pasó después para el volante de River? Bueno, Gallardo prefirió dar vagas explicaciones y muy pocos detalles. “Fue un poco loco lo que pasó. En diez años de carrera nunca tuve un problema así. Después del partido, más tranquilo hice una autocrítica porque no me siento orgulloso de lo que pasó”, recordó.
El presidente Aguilar, por su parte, defendió públicamente a Gallardo: “Son contadas las expulsiones de Gallardo en su carrera, por lo que debe haber sido una situación límite”. Astrada, en tanto, trató de hacer entender a los periodistas algo que no tenía mucha lógica: “Sólo puedo decir que hay que entender que las pulsaciones están muy arriba y desde afuera todo se ve fácil”.
El clima en la otra punta de la ciudad de Buenos Aires no era muy distinto del que se respiraba en Núñez. El entrenamiento de Boca de ese viernes en la Bombonera también reflejaba bronca por lo sucedido y poco se rescataba del triunfo. Un claro ejemplo de que los incidentes y las polémicas habían empañado el juego.
Bianchi se retiró de la práctica e hizo un pequeño balance del primer partido. Explicó por qué su equipo no ganó por una diferencia más amplia. Si bien admitió fallas en el funcionamiento de sus dirigidos, también hizo hincapié en el arbitraje.
“Hubo muchas claves por las que no ganamos por mayor margen. Nos faltó abrir la cancha y River se defendió bien, salvo el penal no cobrado y el gol anulado a Calvo”, dijo el entrenador.
Pero a la hora de hablar de los incidentes, Bianchi fue más honesto que los millonarios. “Hubo actos y gestos agresivos, pero no salió ningún jugador lesionado. No sé lo que pasó porque estaba a 70 metros del tumulto. Lo que tengo en claro es que si hay desorden en mi casa es por culpa mía.”, opinó.
Muy diferente fue la postura de Macri, quien se burló de sus rivales como una manera de criticar la actitud de los jugadores millonarios ante los incidentes. “Los jugadores de River están nerviosos porque la Libertadores es casi una obsesión para ellos”, dijo el presidente xeneize.
Cascini, por su lado, se defendió de las acusaciones de sus rivales: “Gallardo me tira el cabezazo y Martín me saca primero la tarjeta roja a mí. No entiendo lo que hizo.(...) Lo que no acepto de Gallardo fue la agresión a Abbondanzieri”, sostuvo el volante central.
Clemente Rodríguez, jugador de perfil bajo, enfrentó a la prensa y no dudó en darle la razón a su compañero Cascini y atacar al volante de River. “La actitud de Gallardo fue lamentable. Demostró que no tiene h... para pelear de frente”, afirmó el defensor.
La guerra verbal entre jugadores, entrenadores y dirigentes rivales había comenzado. El clima se tornó muy tenso y agresivo y abarcó a personajes que habitualmente mantienen una actitud irreprochable, como el volante colombiano de Boca, Fabián Vargas.
“Ellos empezaron con las agresiones físicas y verbales. Salieron a calentar el partido. Querían ganar de boquilla. Fue así. River nos provocó y quiso ganar el partido hablando”, sostuvo Vargas sobre cómo comenzaron los incidentes del partido.
El colombiano había jugado frente a River por la Libertadores de 2003 cuando su equipo de aquel entonces, el América de Cali, eliminó al conjunto millonario en los cuartos de final al ganarle por 4 a 1.
Este antecedente era para Vargas una probable razón de por qué los jugadores de River le pegaron y agredieron tanto en el superclásico. “Yo creo que hay algunos que todavía están calientes por la última eliminación en Colombia”, indicó.
Ese mismo día, el diario Clarín publicó una nota sobre los ánimos en Boca bajo el título “La teoría del complot”, como una forma de señalar el descontento de los xeneizes respecto del arbitraje no sólo de Martín sino del referato en general que, según ellos, favorecía a River y los perjudicaba.
“¿Cómo nos sentimos? Mirá, estamos recalientes porque es como si nos quisieran voltear”, dijo en estricto off the récord uno futbolista de Boca a ese matutino.
Según Clarín, a Boca le sobraban argumentos para sostener la teoría del complot en su contra. Entre ellos, la falta clara de Rojas a Barros Schelotto que merecía la segunda amarilla y la consecuente expulsión del defensor, sanción que nunca llegó; y el gol anulado a Calvo por un offside inexistente.
Esta acción apuntó al árbitro asistente Juan Carlos Rebollo y a recordar que justamente él había convalidado el gol de Sand en el último River-Racing por el Clausura, que nació en una posición adelantada clara de Coudet no cobrada y que les permitió a los de Núñez quitarle la punta local a Boca.
Otro argumento esgrimido fue, sin dudas, el penal del epílogo cometido por Coudet e ignorado por el árbitro.
Según la misma fuente citada por Clarín, Bianchi y preparador físico Luis Santella compararon lo ocurrido en la Bombonera con los octavos de final de la Libertadores de 1995, cuando entrenando a Vélez Sarsfield, enfrentaron a River.
En aquella oportunidad, Javier Castrilli -en aquel entonces era árbitro- expulsó en el partido de ida a los defensores velezanos Horacio Cardozo y Víctor Sotomayor por cosas, que según Bianchi y compañía, “sólo él vio”.
Después, en la revancha el árbitro Francisco Lamolina le anuló al defensor de Vélez Roberto Trotta -que hubiera sido el gol de la clasificación- por “un foul inventado”.
Finalmente, Vélez, que el año anterior había sido campeón del mundo con el Virrey, quedó eliminado de la copa al perder por penales.