Por primera vez desde que Bianchi era entrenador xeneize el plantel practicó el martes 15 de junio en la Bombonera a puertas cerradas para los socios y la prensa, lo que indicaba que en Boca se respiraba un aire enrarecido. El lunes al mediodía, los jugadores se habían retirado del entrenamiento en Casa Amarilla con la instrucción de regresar al otro día a las 11. Sin embargo, pasadas las 22, un integrante del cuerpo técnico llamó uno por uno a los futbolistas para comunicarles que la práctica se adelantaba para las 9.15 ¿Qué pasó? Fue una maniobra para despistar a la prensa y así evitar que los periodistas puedan hablar con los jugadores a medida que estos iban llegando a la práctica.
Ese martes, a diferencia de otros días, el Museo de Boca y la confitería del club permanecieron cerrados hasta las 11, horario para el que justamente había sido citada la prensa. También hubo más personal de seguridad en los accesos al estadio que el habitual de un entrenamiento semanal. La práctica que duró aproximadamente una hora. El director técnico probó con la siguiente formación: Abbondanzieri; Perea, Schiavi, Burdisso y Rodríguez; Ledesma, Villarreal, Vargas y Cagna; Tevez y Barros Schelotto.
Bianchi charló 15 minutos con estos once jugadores y así definió la alineación titular para la revancha. Finalmente decidió el ingreso del colombiano Perea por Calvo -sufrió en esa práctica un desgarro en el muslo derecho- de Cagna por Caneo, de Tevez -más descansado que el partido de ida- por Barijho y de Ledesma por el suspendido Cascini.
Esto último fue una gran sorpresa ya que en los días previos parecía que Cardozo iba a ser el titular ya que antes de su lesión había mostrado un buen nivel. En cambio Ledesma, apenas había disputado un puñado de minutos en su carrera profesional.
Todo se desarrolló en un clima de tranquilidad hasta que se produjo un pequeño susto para el cuerpo técnico. El “Mellizo” Barros Schelotto sufrió una molestia en la cadera derecha pero enseguida se realizó estudios que determinaron que no sufría nada grave, por lo que no tuvo problemas para ser titular.
Tras el entrenamiento, los jugadores compartieron un asado en el quincho aledaño al estadio, mientras un centenar de hinchas gritaba desde la calle, reclamando saludos y autógrafos. Cagna, el capitán que estaba de regreso, tomó la palabra y al retirarse de la Bombonera enfrentó a una prensa enojada por quedarse afuera de la práctica y dispuesta a seguir generando polémica con las declaraciones cruzadas.
“No opino de las declaraciones de los jugadores de River, no me interesan. Trataremos de jugar un partido muy importante y lograr la clasificación. No va a ser un partidito así no más...”, sostuvo el capitán de Boca mostrando un perfil conciliador.
Cagna era el referente del equipo por experiencia. El volante había debutado en esta clase de encuentros en 1996, cuando Boca le ganó a River 3 a 2. El jugador xeneize llevaba 8 superclásicos oficiales en su haber. Había ganado cuatro veces, empatado dos y perdido dos. Hasta ese entonces no había convertido goles.
Con respecto a la posibilidad de que se volvieran a suceder hechos de violencia, el mediocampista de Boca indicó: “Lo que esperamos es que todo lo que pase dentro de la cancha sea dentro de las reglas y en buena ley”.
Los aires por La Boca, sin dudas, estaban raros. El clima era muy tenso y nunca antes se había visto tan nervioso a Bianchi, una persona que siempre se había caracterizador por no dramatizar el fútbol.
Los motivos había que buscarlos por el lado de las presiones. Es que en Boca sabían que el campeonato local ya casi se les había escapado en manos de los millonarios, por lo que acceder a la final de la copa se había convertido en la única obsesión.
A pesar de la presión, el mundillo bostero confiaba en las posibilidades del equipo. Alfredo Graciani, ex delantero del club sostuvo: “En los partidos importantes Boca demuestra toda su madurez. La conducción de un técnico tan capaz como Bianchi será fundamental. Boca es un equipo de grandes batallas y le tengo mucha confianza”.
Otra gloria xeneize, Norberto Madurga señaló: "Al equipo lo observo bien, pese a que no se encuentre en su mejor nivel. La diferencia que posee Boca en el resultado no es definitiva, pero sí importante. Pienso que será un encuentro muy duro y friccionado".
Para Ángel Clemente Rojas, uno de los mayores ídolos de toda la historia del club, Boca tenía “todas las de ganar”.
“Primero, porque no puede jugar tan mal como lo hizo cuando se enfrentaron por el Clausura; segundo porque el otro día, por la Copa, ya se puso en ventaja cuando estaban 11 contra 11; y tercero, porque River jugará con toda la presión encima. Hay que aguantar la primera media hora, viejo... Si River no hace un gol ahí, chau, se acabó. ¡Ah! Y por la historia, además. Porque ellos nunca fueron mejores que Boca. Nunca”, dijo “Rojitas”.