El ex juez Juan Carlos Biscay no tuvo mejor idea que salir a generar más polémica con respecto a los arbitrajes a sólo 48 horas de la tan esperada y hablada revancha superclásica. No sólo puso un manto de sospecha al calificar a algunos de sus colegas de “presionables” sino que responsabilizó de ello al mismísimo presidente de la AFA, Julio Grondona.
“Hay árbitros que son presionables y otros que son débiles. Los dirigentes saben dónde apuntar”, dijo Biscay y agregó: “Yo puedo asegurar que en cada momento de la historia hubo dirigentes inteligentes que mandaron mensajes subliminales porque sabían quiénes tenían determinadas características de personalidad”.
El ex referee señaló a Grondona como “el responsable” del “pésimo” estado del arbitraje argentino. “Ahí (por la Escuela de Árbitros) están los (Carlos) Crespi, los (Humberto) Dellacasa, los (Abel) Gnecco... Es lamentable que estén en la formación de los árbitros. Pasar de Ángel Coerezza a Carlos Coradina es de locos”, opinó.
Coradina era un ex juez que en aquel entonces se desempeñaba como director de la Escuela de Árbitros. Para muchos era un extraño ya que siempre tuvo poca exposición en los medios de comunicación. Pero ante las declaraciones de Biscay salió a hablar con un discurso conciliador y responsable. “Un colega debe respetar a otro. Si él se dejaba presionar será un problema de él. Los árbitros de hoy no se dejan”, expresó.
Además, coincidió con quienes ven exacerbada la susceptibilidad general en los tramos finales de los certámenes. "En esta etapa de definiciones todos están más sensibles. Lo que antes era un error humano ahora no lo es. El árbitro vive para acertar, pero cuando se equivoca todo el mundo piensa que lo hizo a propósito. El error del árbitro forma parte del juego", consideró.
Por su parte, uno de los que iba a ser asistente de Baldassi en la revancha, Gilberto Taddeo, le quitó relevancia a la discusión. “Esto siempre fue así: el árbitro es el chivo expiatorio. Pero no hay que buscar más que eso, y yo lo tomo como viene. Yo estoy muy tranquilo y no siento ninguna presión. Los jueces de aquí son gente que sabe lo que hace, pero también son seres humanos. No se puede pensar que, por un error, un juez quiera favorecer o perjudicar a algún equipo”, señaló el juez de línea.