IV

El asesino en la sangre
La policía bonaerense y la justicia de San Martín habían reaccionado rápidamente a la hora de investigar los crímenes de Rolo y su familia. Apenas 48 horas después de la masacre, Roberto estaba preso acusado de ser el autor material de los cuatro homicidios. Sin embargo, en el círculo íntimo de las víctimas había más personas que estaban enemistados con algunas de las personas asesinadas.
Dos días después del apresar al sospechoso de siempre, los detectives detuvieron a Juan, hermano de Elsa, en su casa de Moreno, donde los policías secuestraron cuchillos, estiletes y un revólver calibre 22, similar al utilizado en la matanza.
Juan reconoció luego ante la Justicia que desde hacía tres años estaba enemistado con su hermana por lo que esa situación lo dejaba más cerca que Roberto del banquillo de los acusados.
En su indagatoria, el sospechoso admitió que había estado en casa de la mujer la noche del 26 aunque aseguró ser inocente y que se retiró del lugar tras una breve visita. Sin embargo, el hombre contó que minutos después de retirarse de la vivienda de su hermana, caminó unas dos cuadras y se dio cuenta que había olvidado una agenda por lo que decidió regresar.
Cuando estaba a pocos metros de la casa escuchó tiros, aunque no vio salir a nadie de la casa. Entonces ingresó a la vivienda y encontró a su hermana muerta, con un cuchillo clavado en el pecho, tras lo cual la abrazó y salió a la calle a pedir ayuda. Al relatar que abrazó el cadáver de Elsa justificó el hallazgo de un pantalón manchado con sangre en su casa de Moreno.
Respecto de su enemistad con su hermana asesinada, señaló que Elsa no aceptaba a su pareja aunque pero aclaró que, a pesar de ello, la quería. En cuanto a Rolo, el sospechoso dijo que se llevaban bastante bien.
A pesar de que la coartada parecía coherente, los investigadores policiales y judiciales admitían que el hombre estaba muy comprometido y que en la declaración indagatoria había incurrido en gruesas contradicciones.
Siete días después de la detención, Juan pidió ampliar su indagatoria, en la que volvió a afirmar sus dichos de la primera declaración y agregó algunos detalles irrelevantes sobre la noche de los crímenes.
La policía bonaerense, por su parte, tenía una hipótesis muy concreta en la que este hombre era un asesino que se había sentido humillado por su hermana que lo tildaba de “cornudo” y le decía que el hijo que esperaba su pareja era de otro hombre, por lo que el sospechoso quiso vengar todas esas burlas.
Consultado sobre qué había hecho durante la hora y media que estuvo en la casa de su hermana, Juan dijo que no se acordaba porque había sufrido amnesia, por el shock que le provocó ver a sus parientes masacrados.
Los peritajes psiquiátricos luego determinaron que el sospechoso se trataba de una persona que controlaba de sus actos y no era un alienado mental, aunque si tenía signos de hemiparesia, similar a una hemiplejia, porque tenía paralizado el brazo derecho.
Con todos estos datos, a fines de diciembre, Juan quedó procesado con prisión preventiva mientras que Roberto fue excarcelado con la falta de mérito.