La jugada de la exhumación
El procesamiento de los imputados dejó casi cerrada la instrucción del caso; sin embargo, el abogado de uno de los sospechosos solicitó luego que se exhumara el cuerpo de Diego para que, a partir de nuevos peritajes forenses, se determinara si las marcas que el joven presentaba en su mano derecha habían sido producidas por pasaje de corriente eléctrica.
La estrategia del letrado era muy clara: si surgían sospechas contra los patovicas del local bailable, los cuatro jóvenes presos se iban a ver muy favorecidos.
Ante la solicitud del abogado, el fiscal aclaró que, a pesar de acceder a los nuevos estudioso, las marcas no estaban en la muñeca sino en el dorso de la mano derecha, lo que no coincidía con la versión de la familia de Diego que indicaba que las lesiones habían sido provocadas por las esposas policiales.
En la fiscalía eran de la idea era despejar todo tipo de dudas sobre la posibilidad de que Diego haya sido picaneado ya que, según explicó un instructor judicial, “existen unos aparatos electrónicos portátiles que descargan electricidad, que suelen ser usados por los patovicas y que no suelen ser habituales en la policía. Si la pericia llega a demostrar que existió el pasaje, habrá que analizar quién la aplicó”.
De todos modos, la exhumación se suspendió ya que los familiares de Diego se opusieron a la misma.
La negativa de los padres, sumada a que en aquel momento la familia estaba sin abogado, llevó a la Justicia a revocar la diligencia para evitar cuestionamientos o pedidos de nulidades posteriores.
De esta manera, la investigación del crimen de Diego se cerró sin que surgieran nuevas pistas o pruebas. Los familiares de la víctima, en tanto, continuaron en los meses posteriores realizando marchas reclamando Justicia y que se castigue a los que, según ellos, eran los verdaderos asesinos del joven, aunque nunca hubo rostros o nombres que los pudieran identificar.