Decimosexta fecha
¡Al fin volvió el campeonato local! Atrás quedaron el fracaso de la Copa América (N. de R.: la Selección Argentina quedó eliminada en cuartos de final tras caer 1-2 ante Perú) y la consagración del Sub-20 en el Mundial de Malasia (N. de R.: el conjunto dirigido por José Pekerman derrotó 2-1 a Uruguay en la final). Una vez más, el fútbol criollo fue protagonista del fin de semana y con el atractivo de que se encuentra en la recta final de un torneo que genera mucha expectativa.
El sábado, Gimnasia de La Plata recibió a Colón que, nuevamente, fue acompañado de mucha gente. Mientras que la hinchada local se fue desencantada porque no sólo terminó perdiendo un partido en el que fue amplio dominador sino que se lesionó el “Beto” Márcico. El diagnóstico: reinserción del talón de Aquiles, siete meses de recuperación y la posibilidad de retirarse definitivamente del fútbol.
A pesar de la tristeza que significó la lesión del Beto, el que vio el partido al menos guardó en sus retinas el recuerdo de un encuentro emocionante de principio a fin. El desarrollo favoreció al conjunto de Griguol, mientras Márcico estuvo en cancha manejó los hilos de ataque tripero y fue el principal abastecedor de los arranques imparables de Guglielminpietro por izquierda y del “Mellizo” Gustavo por derecha. Con estas armas, el local fue metiendo a su rival contra su propio arco y empezaron a llegar las jugadas de gol. Colón sólo se pudo tomar un respiro cuando el Beto salió lesionado y en su primera excursión al arco de Noce logró un penal que el arquero luego se lo contuvo a Aquino. Pero enseguida, Gimnasia volvió a acomodarse y el rancho de Díaz comenzó a recibir cascotazos.
En el segundo tiempo, la intensidad del partido disminuyó pero el Lobo siguió mandando. Por el lado del visitante, Aquino no encontraba la pelota, los delanteros quedaban aislados y así se le hacía difícil crear situaciones de riego. Entonces, ¿por qué ganó Colón? Porque contó con la inspiración de Castillo, quien definió con un sombrero por arriba del arquero y demostró por qué Passarella lo convocó a la Selección.
¿Cómo reaccionó Gimnasia? Los triperos siguieron yendo al frente y desperdiciaron, una tras otra, las oportunidades para marcar por falta de puntería y por la labor de Díaz.
Llegó el final y el 1-0 provocó el desahogo para los fanáticos sabaleros que regresaron a Santa Fe festejando los tres puntos que les permitieron llegar, aunque sea por una sola noche, a la punta. Mientras que los hinchas locales se marcharon con la cabeza gacha y debieron conformarse con el argumento de que jugaron mejor y que les “robaron” el partido ya que Pascualino invalidó a instancias del juez de línea un gol legítimo de Márcico.
Por más mal que juegue, River sigue ganando. Contra Ferro tuvo momentos en que se las vio negras, sin embargo, cuenta con jugadores extraordinarios que aparecen en las difíciles para sacar las papas del fuego.
Si hay algo que caracterice al equipo de Núñez es el juego individual de sus estrellas y eso que no estuvieron Gallardo ni Francescoli, dos piezas claves. Pero eso no importó demasiado porque contó con un gran recambio y la inspiración del “Matador” Salas, quien le hizo honor a su apodo ya que metió el primer gol y le dio el pase a Cruz para el segundo. Así, el Millonario ganó 2-0.
No caben dudas de que al ganador le sientan bien los primeros minutos de cada tiempo, fue entonces cuando superó a su rival y marcó las diferencias. Después cayó en el desconcierto del equipo de “Cacho” Saccardi y cometió groseros errores defensivos que les permitieron a López y Bustos acariciar el gol pero no concretaron por las intervenciones de Burgos.
River parece tener todo bajo control: gana sin demasiado esfuerzo, sigue puntero y encima se dio el lujo de organizar una fiesta de despedida para Villalba y Cruz, quienes fueron transferidos. ¿Qué tal?
¡El que quiere celeste que le cueste! Después del partido de Huracán Corrientes, ese viejo refrán merodeó las mentes de cada hincha leproso y de cada miembro del equipo de Newell´´s. No era para menos ya que el triunfo como local de los rosarinos ante los correntinos, si bien fue merecido, se pareció a un parto para el ganador.
Paradójicamente, lo mejor del partido se vio gracias a los dirigidos por Zanabria. Eso ocurrió en los primeros 15-20 minutos donde los leprosos apostaron a la dupla creativa Manso-Dalla Líbera y a la agresividad de Zamora-Giménez, acorralaron a su rival y tuvo cuatro situaciones de gol: Manso la tiró afuera al recoger un rebote de Sessa, Zamora disparó de media vuelta y salió cerca, Rocha conectó por arriba un centro del “Negro” y el “Loco”, solo, cabeceó afuera.
Sin embargo, en el mejor momento del local llegó el gol de Sosa que enmudeció a todo el Coloso del Parque Independencia. Este tanto significó un golpe psicológico para Newell´s que, en vez de seguir jugando como al principio, cayó en la desesperación y se limitó a tirar pelotazos. De esta forma, sólo favoreció a los defensores visitantes a los que les salieron chichones de tanto despejar centros. Así, el partido se desdibujó y se tornó aburrido hasta el final de la etapa inicial.
El segundo tiempo siguió igual de mediocre. El ingreso de Quintana provocó que la pelota fuera un poco más por el piso y de esa manera llegó el penal que Giménez cambió por gol. Todo hacía indicar que el local iba a despertar pero el que lo hizo fue el equipo de Silvero que se “descolgó” del travesaño, dio lucha en el medio y casi lo gana de la mano de Alsina.
Pero tal como había ocurrido en el primer tiempo, en el mejor momento de uno llegó el gol del otro. Esta vez le tocó a Newell´s que en uno de los tantos centros al área de Huracán encontró la cabeza de Zamora, quien cabeceó al gol y selló la victoria por 2-1.
Y sobre el final apareció el mamarracho de Oliveto, quien anuló un gol legítimo de los visitantes y ensució aún más el trámite del partido. Igualmente, los correntinos no merecían el empate ya que nunca arriesgaron. El local, en cambio, tuvo la actitud aunque su nivel futbolístico dejó que desear.
En los últimos tiempos, San Lorenzo-Vélez se ha convertido en una especie de clásico, sobre todo, por el reciente y fresco duelo Ruggeri-Chilavert. Tanto el equipo de Piazza como el de Castelli se encuentran a años luz de lo que fueron al comenzar el campeonato. En ese sentido, el más afectado de amnesia fue el Ciclón, que fue al Amalfitani a especular como un club chico. Por su parte, los de Liniers no fueron un reloj suizo pero, al menos, tuvieron una postura distinta.
El partido mostró al comienzo a un equipo yendo sin ideas y al otro esperando en su campo, especulando con un error rival. Por suerte para el visitante, el error llegó pronto: Chilavert arriesgó en una salida, Abreu se la robó (aunque con falta) y vino el gol de Biaggio. Con el tanto en contra, Vélez salió más decidido y con más amor propio que fútbol llegó hasta Passet. Lo tuvo Camps y también Pandolfi pero no pudieron marcar. El “Rifle” tuvo que esperar hasta el minutos 42 para tomarse revancha y lograr la igualdad con la que terminaría la primera etapa.
En el complemento, el Fortín sacó el pie del acelerador y San Lorenzo respiró, ajustó las marcas y se adelantó algunos metros en el campo, y así hizo méritos suficientes para justificar el empate. El encuentro se moría junto a las ilusiones de salir campeón del local cuando hubo una arremetida velezana que resultó inútil porque el 1-1 no se modificó. Chau título para Vélez, aunque las matemáticas aún le den esperanzas. El empate fue justo porque uno no pudo y el otro no quiso.
Cuanto se habló de Independiente durante el receso, ¿no? Jugadores que se iban, otros que llegaban, el reemplazo de Gareca por Menotti, etc. Pero lo más importante era saber si iba a verse afectado el rendimiento de un Rojo que antes del parate estaba entonadísimo y que ya no contaba con Morales y Calderón. Y en ese marco, los de Avellaneda rindieron el examen en su cancha y ante Lanús y aprobaron.
Era obvio que en tan poco tiempo de trabajo Gareca no iba a meter mano en el equipo y más teniendo en cuenta como venía jugando antes de su llegada. Por eso, ante el Granate no se vio nada nuevo. Fiel a su estilo, Independiente controló el balón, lo trasladó con velocidad y precisión y mostró variantes ofensivas. Usuriaga aprovechó al máximo el primer hueco que encontró en la defensa rival y puso el 1-0. Lanús era una sombra de aquel campeón de la Conmebol, Ibagaza y Morales no encontraban la pelota y las pocas veces que la conseguían la perdían con facilidad o no sabían que hacer con ella. Por ello, los dirigidos por Cúper dependieron del esfuerzo de Siviero y Mena para aguantar las embestidas del rival.
Así como Usuriaga aprovechó la primera chance que tuvo, luego desperdició las otras que se le fueron presentando. Aunque el partido era dominado por los locales, sus hinchas estaban nerviosos porque el 1-0 no era ventaja suficiente y ni les cuento como se pusieron cuando Mondragón realizó una de las mejores atajadas de su vida cuando mandó al córner un tiro libre de Coyette. Pero pasó ese momento de incertidumbre y todo volvió a la normalidad. Independiente siguió atacando y tuvo su premio cuando Alvez capturó un rebote y puso el 2-0. Allí terminó el partido porque si bien quedaban muchos minutos, el local bajó la persiana.
El Rojo sigue ganando, ya sea con Gareca o Menotti, y se ha convertido en un vicio que le permite soñar con salir campeón.
¡Qué manera de sufrir y qué largos parecieron los 332 días que debieron pasar para volver a ver a Diego en una cancha de fútbol! El 9 de julio de 1997 pasó a la historia porque fue el día en que Maradona volvió a jugar por quinta vez en su carrera. Ya había hecho vibrar a Rosario con un golazo y algunos toques mágicos en el amistoso que Boca le ganó a Newell´s 2-0 pero el domingo se jugaba el clásico ante Racing por los puntos y con condimento de que hacía tres años que el xeneize no vencía a la Academia.
El Diez no se quería perder ese partido y en la semana previa entrenó a la par de sus compañeros. Esto sacó a la luz, otra vez, el amor entre el astro y la hinchada boquense, a tal punto, que la Bombonera estuvo repleta como pocas veces antes. Una locura y pasión que sólo él es capaz de generar. Ante Racing, Maradona demostró que también puede despertar a su equipo, ese mismo Boca que tuvo actuaciones mediocres a lo largo del campeonato con él jugó un encuentro excelente, por lejos, el mejor en mucho tiempo.
La capacidad de Diego de absorber todas las presiones y mantener un equipo concentrado fueron las claves del local que jugó suelto y desarrolló un fútbol de ataque y toques constantes. Mucho tuvo que ver Latorre, que encontró con quien jugar y así desequilibrar con su gambeta. Rambert también fue vital porque exigió siempre y estuvo acertado para ubicarse dentro del área y definir. Estos arrestos individuales más una defensa sólida, más Maradona y más un rival completamente inofensivo hizo que el cuadro de la Ribera ganara 3-2 y recuperara la sonrisa.
“¡Belleza!”, habrá exclamado Veira al ver las jugadas que armaron los dos “Diegos” para los goles de Rambert, en dos ocasiones, y de Fabbri. Sólo cuando Maradona salió del campo no se notó tanto la superioridad de Boca. A pesar de ello, los locales pudieron haber ampliado la diferencia pero no tuvieron oportunismo, ese mismo oportunismo que tuvo Delgado para descontar y hacer sufrir al hincha xeneize hasta el final.
El Diez jugó 55 minutos brillantes teniendo en cuenta su falta de ritmo, la cancha pesada y los golpes que recibió. Se lo vio motivado como pocas veces y eso ya es una razón para ilusionar a cualquiera. El fútbol sonríe, ¡volvió su hijo pródigo, Diego Armando Maradona!
El resto de la fecha se completó con los siguientes partidos: Unión 3-3 Estudiantes, Banfield 3-1 Gimnasia de Jujuy, Español 0-0 Platense y Huracán de Parque Patricios 2-1 Central.
AA
Julio 1997.