Gabriel, o “El Gallego”, como le decía en el barrio, estaba casado y era padre de dos pequeños, cuando una noche de miércoles de 2004 salió de la fábrica de productor de cuero de su padre en la que trabajaba, y que estaba ubicada en Lanús, en el sur del conurbano bonaerense.
La curtiembre funcionaba allí desde hacía muchos años, por lo que Gabriel y su padre eran muy reconocidos por los habitantes de la zona, que tenían un excelente concepto de ellos dos, a los que consideraban buena gente y trabajadora.
La fábrica estaba ubicada dentro de un predio de grandes dimensiones y contaba con cámaras de circuito cerrado en las entradas y varios guardias de seguridad.
Alrededor de las 21.30, “El Gallego” salió del predio a bordo de su camioneta rumbo a su casa y en el camino se detuvo a cargar combustible en una estación de servicio cercana.
Cuando retomó el viaje, y al llegar a la esquina de Manuel Ocampo y Boquerón, un automóvil le cortó el paso y al menos tres delincuentes armados se lo llevaron secuestrado.
Allegados a la víctima prefirieron no hacer público el caso ni admitir que se trataba de un secuestro. De hecho, ni siquiera realizaron la denuncia policial por los que los investigadores comenzaron a trabajar de oficio.
“Sabemos que está pasando algo, les solicitamos reserva, para no entorpecer y poder resolverlo pronto y prudentemente”, dijo “Romerito”, vocero de la fábrica de la víctima.
La única información del seno familiar que trascendió públicamente al día siguiente de la captura indicaba que dos hermanos de la víctima procuraban localizar a su padre, que se hallaba en Italia en un viaje de de negocios junto a su mujer.
Al mismo tiempo que la familia de “El Gallego” se encontraba presa de la desesperación, desde la gobernación bonaerense sostenían en los últimos dos meses había bajado el número de casos de secuestros extorsivos y exprés.
Según un informe oficial, entre enero y agosto de 2004 se habían denunciado 137 secuestros, incluido el de Gabriel. En 15 casos la modalidad fue la extorsiva mientras que 113 hechos fueron secuestros exprés y los restantes 9 autosecuestros.
En 68 de los casos se concretó el pago del rescate de 20 mil pesos por cada uno de ellos en promedio. En tanto, en otros 51 secuestros se produjo la liberación sin pago alguno.
Esas estadísticas se conocieron no sólo un día después de la captura de Gabriel, sino también cuando un adolescente de 17 años de San Isidro llevaba 18 días secuestrado.
De hecho, desde el Ministerio de Seguridad aseguraban que el único secuestro en curso era del chico y que no había ningún otro caso en Lanús.
A las 24 horas, “Romerito” decidió acudir a los medios ya que las horas pasaban y no había noticias de Gabriel. “Hasta el momento los secuestradores no se han comunicado con la familia por lo que pidió públicamente a los delincuentes que lo hagan lo antes posible para comenzar las negociaciones por la liberación de Gabriel”, indicó.
En tanto, la familia de Gabriel, con sus padres ya regresados de Italia, estaba reunida en un country de la zona oeste del Gran Buenos Aires a la espera de novedades.
El sábado siguiente al secuestro, los captores finalmente se comunicaron con la familia de la víctima e exigieron una alta suma de dinero como rescate.
Los parientes se comenzaban a mostrarse más esperanzados ya que al mismo tiempo, el adolescente secuestrado en zona norte, había sido liberado, y eso era una excelente noticia ya que los llevaba a pensar en que su caso iba a tener el mismo desenlace.