Mucha tristeza y peritajes, pero ninguna respuesta
José Gullo se había separado desde hacía bastante tiempo de Isabel, la madre de Noelia. No vivía en la casa de Bosques de donde la chica había salido la noche que la mataron sino en el barrio Don Orione, partido de Almirante Brown. Pero el crimen de su hija lo acercó a su ex mujer, como tantas otras veces hacen las situaciones de profundo dolor.
“Ya no tengo vida; mi vida se terminó junto con la de ella” , fueron las pocas palabras de José durante el velatorio de los restos de su hija en una cochería de Berazategui, donde un centenar de personas entre amigos compañeros, vecinos y familiares de Noe estuvieron presentes.
“No tengo idea de quién es el asesino; igual ya no me interesa, quería a mi hija y ya no la tengo más”, apenas alcanzó a decir el hombre mientras sus sobrinos lo llevaban del brazo minutos antes de desmayarse en plena ceremonia.
El dolor no sólo actuó como dagas clavándose en los cuerpos endebles de los familiares y amigos de la adolescente sino que también se materializó en discurso político ya que los funcionarios nacionales salieron a manifestar su repudio y su confianza en que el crimen no iba a quedar impune.
El domingo, cuerpo de Noe fue inhumado en un cementerio privado también de Berazategui donde el cadáver fue colocado en un nicho durante una ceremonia que aún más concurrida que el velatorio, ya que contó con la presencia con unas 300 personas.
En un primer momento, la familia de la víctima quiso quería cremar el cuerpo pero la Justicia no lo permitió porque restaban realizársele muchos peritajes para poder avanzar en la investigación y determinar cómo se había cometido el asesinato.
Ese mismo día, los detectives policiales volvieron a rastrillar la zona donde había aparecido el cadáver y a examinar el automóvil del joven Galante para obtener más pruebas.
Unas 24 horas después, en tanto, la pesquisa avanzó con los primeros resultados de la autopsia que indicaron que el cadáver de Noe presentaba golpes en la cabeza, en una de sus rodillas, en el glúteo y en las costillas, aunque ninguna de estas lesiones le habían provocado la muerte.
De acuerdo a los peritos forenses, estos golpes habían sido aplicados con un elemento contundente y que provocaron que la joven se desvaneciera y siguiera siendo atacada sin ofrecer resistencia, lo que abonaba la pista de que la víctima no se defendió, y que por ello no había pelos o restos de piel debajo de sus uñas.
Tampoco se detectaron heridas o signos de violencia en cuello y boca, ni marcas de estrangulamiento, por lo que todo indicaba que la chica había sido asfixiada, probablemente, con una bolsa de nylon.
Mientras tanto, los pesquisas aguardaban los resultados de otros exámenes forenses, como los histopatológicos, practicados con más de 25 muestras tomadas en la escena del crimen.