Las pruebas
El círculo de sospechas sobre Cozza se cerró definitivamente el viernes 24 de enero de 2003, cuando los investigadores recibieron los resultados de los peritajes balísticos que indicaban que una de las dos pistolas 9 milímetros, marca Pietro Beretta, secuestradas en la casa del empresario era la homicida.
Los pesquisas ya estaban al tanto de que a Cozza le gustaban y mucho las armas de fuego. Según los datos del Registro Nacional de Armas (Renar), el empresario tenía registradas siete pistolas del mismo calibre que la utilizada para asesinar a Marcos. Cinco de ellas eran marca Pietro Beretta, una era Browning y la restante una Taurus, todas registradas a través de la Compañía Norte SA.
Además de las armas, en los allanamientos realizados, los policías también habían secuestrado unas 200 municiones, tres cargadores y un chaleco antibalas.
El legajo de Cozza en el Renar señalaba que el empresario gastronómico había obtenido en enero de 1999 su credencial de portación de armas de fuego de uso civil.
Pero el arma no era todo el cuerpo probatorio que habían reunido los investigadores ya varios testigos también declararon que la camioneta de Cozza había sido reparada para ocultar lo ocurrido.
De acuerdo a esos testimonios, dos personas presuntamente allegadas a los hermanos Cozza preguntaron en las primeras horas posteriores al crimen en varios talleres mecánicos de Olivos por chapistas que pudieran reparar abolladuras en la parte derecha delantera de una 4x4 igual a la del supuesto asesino.
A estos elementos se sumó la grabación de un video efectuada por las cámaras de seguridad del restaurante Kansas que había captado las imágenes de Cozza persiguiendo al remís en su camioneta.
Además, una de las jóvenes que viajaba junto a Marcos apenas salió del hospital declaró ante la Justicia y reconoció a Cozza como el autor de los disparos y hasta recordó que era azul la camisa que llevaba puesta el empresario, del mismo color que el descripto por los testigos propuestos por la defensa.
“¿Esa no es la camioneta del dueño de Dallas?”, declaró la joven que le preguntó Marcos momentos antes de morir acribillado a balazos. Al escucharlo, el remisero dijo a los pasajeros si querían detenerse pero estos le respondieron que no y que continuara la marcha sin saber cuál iba a ser el desenlace.
Los sobrevivientes del brutal ataque demostraron valor al declarar ante la Justicia cuando se trataba de un caso que ocupaba las primeras planas de todos los medios de comunicación argentinos e internacionales. Estos testigos claves vivían por entonces encerrados en sus casas, completamente atemorizados. Es que las historias sobre los matones de los Cozza los asustaban ante la posibilidad de que los empresarios tomaran represalias en su contra.