Un gabinete psicológico de la policía comenzó el 29 de noviembre a entrevistarse con los familiares más cercanos de los Pumba, no sólo para dar contención sino para buscar algún dato que sea de relevancia para la investigación. Mientras eso ocurría, la señora Roberts arriesgó ante los periodistas que hacía guardia todos los días en la puerta de su casa: "Para mí, mi hija está secuestrada y no la dejan comunicarse con nosotros".
Pero los investigadores seguían sus otras pistas mediante nuevos rastrillajes en distintas zonas rurales de Nobleza y de ciudades aledañas y evacuación de citas aportadas por testigos y casi todas resultaban inservibles, como el caso de Azul Hejo.
Esta mujer era la presidenta de la Sociedad Protectora de Animales de Los Bañados, un pueblo ubicado en el extremo opuesto al de Nobleza dentro de la provincia, y se comunicó con los detectives para denunciar que ella había recibido el perro de la familia desaparecida.
De acuerdo a la versión de Azul, días antes los propios Pumba se habían acercado al refugio de la sociedad y entregado en mano el can para que lo cuidara. Luego de aquella misteriosa aparición, la familia, siempre según esta mujer, continuó viaje.
“Ellos vinieron como cualquier persona y me dijeron: ´Te dejamos un perrito´. Les pregunté de dónde lo habían sacado y me dijeron que en la ruta”, recordó la protectora de animales y continuó: “Entonces les pregunté de dónde venían y me dijeron de Piedrabuena.
Si bien a la mujer le llamó la atención que aquellos visitantes siendo de Piedrabuena sabían donde quedaba la sociedad de Los Bañados, aseguró a los pesquisas que las cuatro personas eran las buscadas porque los reconoció por las imágenes de ellas que había visto en la televisión y que también se movilizaban en un Corsa gris.
Ante esa situación, los pesquisas se trasladaron hasta Los bañados y se entrevistaron con Hejo y hasta vieron el perro. Pero tanto la Policía como la Justicia establecieron que el can era de otra raza.