Otro dilema fue que los principales productos de exportación fueron los cereales y carnes, alimentos a los que se destina el salario de la clase obrera y popular, por lo que un aumento de precios es rápidamente percibido por ese sector, como ocurrió con la depresión de los 30´.
Pero a partir de 1945 y hasta 1950, el Estado se apropió de gran parte de las exportaciones y mantuvo los precios bajos, lo que aumentó el ingreso del sector popular y la demanda de bienes industriales. Sin embargo, esto trajo, a su vez, problemas en la balanza de pagos a raíz del desaliento de las exportaciones y el aumento del consumo interno. Por ello, entre 1952-1955, en el último tramo del segundo gobierno peronista, se subieron los precios para mejorar la balanza, aunque se redujo el mercado interno.
A partir de 1960, con el gobierno de Arturo Frondizi, hubo una ola de inversiones extranjeras en industria y servicios, por lo que se internacionalizó la producción urbana. Este proceso se llamó “desarrollismo”, pero no funcionó porque aumentaron las importaciones. Entonces, se volvió a aumentar las exportaciones para mejorar la balanza de pagos.