El comienzo del partido fue ampliamente favorable a la Argentina. Enseguida, la delantera de Independiente comenzó a crearle peligro a Ditchburn. Primero lo tuvo Lacasia y luego Cruz, en dos ocasiones; y una reventó el palo.
Pero Inglaterra tenía en Thomas Taylor un delantero formidable. En su primera chance estrelló un cabezazo en el travesaño y enmudeció al estadio. A partir de entonces, Dellacha tuvo que luchar para no dejarlo saltar, aunque a veces recurrió al juego brusco.
A los 30 minutos Grillo ensayó lo que luego sería su inolvidable gol. Recibió de Cecconato, eludió a dos rivales y sólo ante el arquero remató al palo.
Parecía que el gol argentino estaba al caer, pero los visitantes se pusieron en ventaja a los 40 minutos con un gol de cabeza de Taylor, tras centro de J.Froggat.
Pero Argentina respondió enseguida. Lacasia tocó para Grillo sobre el costado derecho. Este encaró pegado a la raya de fondo y eludió a Wright y J.Froggat. Cuando le salió Ditchburn, amagó a tirar el centro pero le pegó fuerte y arriba con Cecconato solo por el medio. La pelota entró entre el arquero y el primer palo e hizo estéril el esfuerzo de Barrass por despejar el remate en la línea. Un verdadero golazo, que hasta el día de hoy se recuerda con asombro.
En el segundo tiempo Argentina siguió atacando e Inglaterra apostó al contraataque. A los 12 mintos Méndez -reemplazante de Cecconato- tocó para Lacasia, este amagó a pasarle el balón a Grillo pero centró para Micheli, que puso el 2 a 1.
Se desató la fiesta en el barrio porteño de Nuñez. Pero faltaba algo más. Grillo, para coronar su gran actuación, puso el 3 a 1 final. Fue a los 32 minutos cuando tomó un rebote tras centro de Micheli y batió a Dtichburn con un toque corto.
El triunfo argentino fue una alegría inmensa para todo el país, pero en especial para el ambiente del fútbol, que desesperadamente estaba buscando buenos resultados. “Hemos vencidos a uno de los conjuntos más poderosos del mundo y eso me llena de legítimo orgullo”, sostuvo Valentín Suárez, quien estuvo en la tribuna junto al general Perón, al que los jugadores le dedicaron la victoria.
Stábile desbordaba de felicidad: “Estoy conforme con el desempeño individual y colectivo de los jugadores. Dominaron gran parte de la lucha y quizá un gol más le hubiera puesto más justicia al resultado”. También elogió el primer gol de Grillo. “Fue magnífico. Ubicó la pelota por el único lugar por donde podía entrar”.
Muchos años después, el autor de ese memorable gol recordó su obra maestra con humildad y un poco de ironía: “Me encontré que la cancha se acababa, vi al arquero adelantado y le tiré entre él y el primer palo. ¿Si apunté al arco? Para ganar la lotería hay que comprar un billete”.
Por el otro lado, el equipo inglés admitió que la derrota fue justa, pero se quejaron de que el campo de juego estaba duro y que la pelota era muy pesada. Los periodistas británicos que habían viajado con el equipo sostuvieron que Argentina había sido muy superior, pero que Inglaterra había extrañado el terreno, el balón y a los titulares que se quedaron afuera. Fueron excusas que intentaron desacreditar un legítimo triunfo argentino y una pésima actuación británica con miras a la revancha del domingo.
Sin embargo, los periodistas sabían que Argentina había mostrado un gran nivel y que Inglaterra había dejado mucho que desear. “Realmente tenemos que hacer algo excepcional para vencer a los argentinos. Los futbolistas ingleses parecían bueyes ebrios enfrentando a hombres que jugaban como leones, un equipo que funcionaba como una máquina”, escribó Bob Ferrier, de The Daily Mirror.
Mientras que el cronista Desmond Hackett, de The Daily Mail fue también muy categórico con sus críticas. “Medio siglo de habilidad futbolística inglesa se derrumbó en 90 minutos en el estadio de River Plate”, sostuvo aunque admitió que el equipo cambiaría su fisonomía con todos los titulares.