II

Horas desesperadas
Paras los familiares y amigos de Gabriel el tiempo parecía estar congelado, inmóvil. Las horas pasaban y no había novedades sobre su secuestro. La desesperación llevó a que la gente se movilizara en las calles para reclamar por su liberación.
El martes de la semana siguiente a su captura, a partir de las 18.30, los vecinos de Lanús se movilizaron bajo una intensa llovizna en la plaza principal, frente a la iglesia, con carteles y banderas con las inscripciones: “Liberen a Gaby”, “Fuerza Gaby”.
En la plaza se juntaron alrededor de unas mil personas, entre los que, además de vecinos, amigos del joven secuestrado, empleados de la curtiembre de su padre y también el ingeniero padre del joven que había secuestrado y asesinado en Moreno, a fines de marzo de 2004.
El secuestro de “El gallego” generó una conmoción en el seno de la comunidad de todo el partido de Lanús. Es que la familia de la víctima era muy querida en la zona gracias a que su fábrica empleaba a más de 500 personas.
La gran mayoría de las 1.000 personas que marcharon era mujeres y chicos que sostenían velas con sus manos. Reclamaron justicia, cantaron el Himno Nacional y rezaron el Padre Nuestro.
Simultáneamente a la marcha, hubo una segunda comunicación telefónica en la que los secuestradores habían pedido al padre de Gabriel que en el caso no debía intervenir la policía.
Casi un día después de la marcha, los captores volvieron a comunicarse con la familia de la víctima. Otra vez “Romerito” fue el encargado de hacer llegar esa información a los medios aunque no dio precisiones sobre el contenido de la charla.
Si lo hizo en las posteriores 24 horas, cuando los secuestradores volvieron a llamar para decirle que el Gabriel se encontraba bien, aunque no dieron una prueba de vida, y comenzaron a negociar el pago del rescate.
“Romerito” también pidió mesura a los periodistas que hora tras hora hacían guardia frente a la curtiembre de la familia. Es que había circulado la versión de que los secuestradores habían entregado un llavero de Gabriel para demostrar que quienes negociaban eran los verdaderos captores.
El vocero se encargó de desmentir esa información y pidió que se evitara decir públicamente informaciones que no fueran veraces porque eso podía llegar a complicar la situación.
Ya habían pasado ocho días desde que Gabriel había sido secuestrado cuando sus captores realizaron un nuevo llamado telefónico a la familia para exigir un monto concreto de dinero y dieron las indicaciones de cómo debía entregarse el rescate.
“Romerito” confirmó la información e indicó que en esa charla se habló de una suma precisa de dinero, aunque, una vez más, no dio más detalles. Daba la impresión que el desenlace del caso estaba por ocurrir en cualquier momento, más cuando el vocero señaló que tanto él como la familia eran optimistas y esperaba una pronta resolución.