Dos padres y un Papa - Parte III

El padre Jalics declaró ante la Justicia que durante su cautiverio estuvo siempre junto a Yorio y que identificó su primer lugar de cautiverio como la ESMA, por la distancia recorrida desde el lugar donde lo detuvieron y el ruido a aviones y a automóviles. También dijo que dos días después de su captura (el 25 de mayo) escuchó desde el interior del edificio un discurso dirigido al personal de la Escuela de Mecánica de la Armada. Y agregó que también supo que lo trasladaron a la casa quinta de Don Torcuato porque escuchó hablar de ello a sus captores.

Además, relató que mientras estuvo cautivo, un hermano suyo se entrevistó con el entonces presidente de los EE.UU., Jimmy Carter, en la vista de éste al país, para charlar sobre su situación; que otro hermano le escribió al Nuncio, Monseñor Laghi; que el padre general de los jesuitas hizo gestiones ante el embajador argentino en Roma; que Monseñor Serra fue tres veces a la ESMA, que el Cardenal Aramburu habló tres veces con Videla, que “Bergoglio habló con el almirante Massera” y que varios allegados hablaron con diferentes oficiales de la Marina.

“Nos habían tenido que liberar porque era muy conocido que la Marina nos había secuestrado pero ya liberados podían matarnos en la calle para que no habláramos”, señaló Jalics, a quien le dijeron que era peligroso que permaneciera en el país luego de lo ocurrido.[1]

Por su parte, Yorio dijo que identificó que estaba en la ESMA por la forma que tenían los oficiales de describir su posición y por lo corto que eran los viajes cuando lo llevaban de un lugar a otro. A lo que se sumó que una persona le alcanzó una comunión que le había enviado el padre Gabriel Bossini gracias “amistades” que tenía en la Escuela de Mecánica de la Armada.

De hecho, contó que tras su liberación, Bossini se dirigió a la ESMA donde reconoció a los efectivos que habían realizado el operativo en la villa cuando lo detuvieron.

Respecto de dicho procedimiento, Yorio declaró que tras ser retirado de su casa, lo subieron al asiento trasero de un auto negro en el que lo custodiaban tres personas armadas que a las pocas cuadras lo encapucharon.

Luego, una vez en el “Sótano”, la víctima contó que advirtió que se trataba de un lugar de grandes dimensiones, en el que había otros secuestrados que también eran custodiados.

Yorio recordó que luego lo condujeron a un lugar más pequeño, ubicado un par de pisos más arriba, donde había una cama de de hierro de una plaza y donde permaneció dos o tres días sin ir al baño, beber agua ni alimentarse, en penumbras, encapuchados, con grilletes y las manos atadas con una soga a la espalda.

El padre dijo que sus captores ingresaban al cuarto solamente para insultarlo y amenazarlo de muerte y que el 25 de mayo le inyectaron una sustancia que lo adormeció, encendieron un grabador y comenzaron a interrogarlo. Y le decían que el trabajo que hacía en las villas “unía a los pobres” y eso “era subversivo”.[2]

Le preguntaron por qué el cardenal Aramburu había suspendido una semana antes su licencia para celebrar misa y al responder mencionó a monseñor Mario Serra, quien llegó a ser el segundo de Bergoglio, tras lo cual, interrumpieron su explicación.

Yorio señaló que volvieron a interrogarlo el 27 o 28 de mayo, y que en esa oportunidad le dijeron: “Mire padre, sepa que tomarlo a Ud. ha sido para nosotros un gran trauma, sepa que nosotros buscábamos a un jefe montero y resulta que nos encontramos con un hombre a quien hay que darle trabajo, no soy militar y me gustaría mucho conversar con Ud., que podríamos hablar sobre muchas cosas si usted se quedara acá. Pero entiendo que a Ud. lo que más le debe interesar es salir en libertad, y yo estoy en condiciones de decirle que Ud. va a salir en libertad; nada más que, por esas cosas de los hombres, tendrá que pasar un año en un Colegio, no deberá aparecer en público. Ud. es un idealista, un místico diría yo, un cura piola, solamente tiene un error, haber interpretado demasiado materialmente la doctrina de Cristo. Cristo habla de los pobres pero cuando habla de pobres, habla de los pobres de espíritu, y Ud. hizo una interpretación materialista de eso, seguramente influenciado por una infiltración marxista que hay en la Iglesia Latinoamericana y se ha ido a vivir con los pobres materialmente”.[3]

En otro tramo de su declaración, el padre indicó que cuando estuvo cautivo en Don Torcuato le cambiaron la capucha por un antifaz, le dejaron un solo grillete y los esposaron por delante, demás de darle de comer y dejarlo ir al baño. También dijo que en ese lugar se producían reuniones en las que escuchó diálogos entre oficiales y entre estos y familiares de detenidos, y que en una oportunidad hubo un allanamiento de otra fuerza de seguridad y que se fueron de allí los que lo custodiaban.

Dorio recordó que alrededor de las 17 del 23 de octubre le dieron una inyección que lo dejó mareado y lo subieron a una camioneta. Una hora después le dieron otra inyección en la nalga y una tercera en el brazo, tras lo cual, no recordó más nada. Cuando despertó, él y Jalics estaban tirados en el suelo, sin esposas ni grilletes, con una venda en los ojos. Ambos se encontraban en medio de un campo pantanoso y alambrado. Entonces, caminaron un kilómetro hasta la casa del dueño del predio que les dijo que se encontraban en Cañuelas.