III

Testigos pagados y con miedo
La segunda audiencia del juicio por el crimen de Marcos deparó varias sorpresas para todas las partes involucradas en el proceso a partir de los testimonios de Gustavo, el amigo de la víctima que estaba con ella al momento del hecho, y el remisero que conducía el vehículo atacado a tiros.
Por su parte, el imputado Cozza no estuvo presente en la sala ya que, sus abogados defensores argumentaron que todo el proceso generaba en su cliente un grado de ansiedad que lo perjudicaba.
En primer lugar, Gustavo contó que iba sentado detrás del asiento del conductor y que al momento del hecho escuchó a Marcos y a Paula decir que el que manejaba la camioneta desde donde provinieron los disparos era “El dueño de Dallas”.
Sin embargo, el testigo dijo que no pudo reconocer al hombre que los atacó a balazos porque al escuchar las detonaciones se agachó y cuando el automóvil detuvo su marcha vio a Marcos inclinado hacia delante ya muerto.
El amigo de la víctima también aportó un dato muy importante al confirmar que cuando se efectuaron los disparos hubo un choque entre la 4x4 y el remise lo que coincidió con lo acreditado durante la instrucción del caso en la que comprobó que la camioneta de Cozza había sido reparada después de aquella madrugada.
A su turno, el remisero contó que no pudo reconocer al hombre que desde una 4x4 atacó a balazos su auto de alquiler. “La camioneta emparejó la marcha, pero una voz interior me dijo que no mirara y no miré, para no involucrarme”, declaró.
A raíz del ataque, el remisero recibió un impacto de bala en el glúteo y debió ser intervenido quirúrgicamente para que le removieran el proyectil. Sin embargo, esa operación fue el eje de su declaración cuando el testigo afirmó que le ofrecieron 32.000 dólares para someterse a la misma.
“Una noche vi al hermano de Cozza en un programa de televisión en el que pedía que entregara la bala para poder probar la inocencia de su hermano. Como yo quería que me la sacaran, hablé con mi abogado para que se comunicara con Cozza y me pagara una operación. La intervención representaba cierto riesgo para mi vida y la quería hacer con médicos de confianza”, contó el hombre.
El testigo señaló que el dinero lo recibió su abogado y que 12.000 dólares fueron utilizados para pagar la operación que se llevó a cabo en un sanatorio privado de la Capital Federal, mientras que el resto de la plata quedó en su poder.
El remisero indicó que le extrajeron un proyectil de un glúteo y otro, por cuestiones de riesgo, no se lo sacaron. También dijo que había un tercero –que lo encontró en los pliegues de su panza- que se lo entregó el día del hecho a una persona en el hospital.
Ese proyectil extraído fue el que se sometió a peritajes balísticos que demostraron que coincidía con los hallados en la escena del crimen y en el arma incautada a Cozza. Por lo tanto, el acusado terminó pagando 32.000 dólares por una bala que finalmente lo incriminó aún más.
Antes de descender del estrado, el testigo dijo ante el tribunal que nunca decidió iniciar una demanda civil contra los Cozza porque se consideraba una persona católica cuyo deber era perdonar. Después se comparó con el papa Juan Pablo II, que perdonó a su atacante Ali Agca, y finalizó: “A mí lo que me importa es que estoy vivo, voy a la cancha y tengo a mi hija viva, luego de pasar por una operación de cáncer”.
Al escuchar esas palabras, Nelsa, presente en la sala de audiencias, le dijo: “Vos decís eso porque no te pasó lo mismo que a mí” . De inmediato, la madre de Marcos se descompuso y debió abandonar los tribunales para ser asistida por un médico de un servicio de emergencias.
Por su parte, el yerno del remisero no dudó en mostrar su sorpresa ante el reciente testimonio. “Nunca le dijo a la familia que había cobrado ese dinero. Estoy indignado. Hablé con mi esposa y mi suegra y me dijeron que les pidiera disculpas a los padres de Marcos”, dijo el hombre.
Por la tarde, la audiencia continuó con el testimonio de Leonardo, hermano de Gisella y quien manejaba una carpintería cuyo principales clientes eran los dueños de Dallas.
Este testigo aportó respuestas muy vagas al punto en que no pudo explicar por qué la madrugada del crimen llamó con su teléfono celular a uno de los encargados de seguridad de Dallas y colaborador de Cozza para preguntarle que acababa de sucederle a su hermana ya que la familia de Paula se había comunicado con él para contarle que las chicas habían tenido un accidente.
“Perdóneme, pero no me termina de cerrar su explicación. Ante un accidente de un ser querido se llama a la comisaría o al hospital, no al lugar donde uno trabaja”, le dijo uno de los jueces del tribunal.
Tras esa explicación ilógica, la fiscal de juicio pidió el procesamiento del testigo por falso testimonio y su detención aunque los integrantes del tribunal no hicieron lugar al pedido. Además, la instructora judicial denunció que tres testigos de identidad reservada que habían declarado contra Cozza estaban trabajando en el restaurante del acusado por lo que temía que no iban a querer declarar en el juicio contra su actual empleador.
Por último, la segunda jornada del juicio terminó con un careo entre el remisero y Gisella, en el que el hombre reiteró que escuchó a Marcos decir antes de morir que el conductor de la 4x4 que los perseguía era Cozza y que luego el joven sostuvo: “¿Y si paramos y aclaramos las cosas?”. Pero, según el testigo, las dos chicas dijeron que no.
El remisero precisó que la joven se negó a la sugerencia de la víctima porque no se quería meter en problemas con el trabajo de su hermano, lo que la joven desmintió durante el careo.
El hombre también contradijo a Gisella al sostener que ella también reconoció a Cozza como el conductor de la camioneta mientras que la muchacha volvió a negar haberlo hecho.