El crimen del militante XI

El comisario Héctor González, titular de la seccional 1ra. de Florencio Varela, declaró el martes 11 de septiembre que conocía al acusado Favale como integrante de la barra brava de Defensa y Justicia porque aquel solía concurrir a la dependencia a su cargo parea coordinar los operativos de seguridad de los partidos de dicho club.

Este testigo contó que los efectivos de la Policía Federal le solicitaron colaboración para detener a Favale por el crimen de Mariano Ferreyra y que participó del allanamiento al domicilio del imputado y a la remisería en la que trabajaba, ambos con resultado negativo.

El comisario González declaró que luego de esos procedimientos recibió un llamado del Favale, a quien le dijo que era buscado por el homicidio del joven militante, a lo que el acusado le aseguró que él no tenía nada que ver con el crimen.

“Le dije que si no tenía nada que ver se presentara, pero me dijo que no lo haría porque estaba viajando a Chascomús”, recordó el jefe policial.[1]

Pero la situación de Favale quedó aún más comprometida cuando el jueves 13 de septiembre, un nuevo testigo, el militante del PO, Néstor Miño, lo identificó como uno de los tiradores durante los incidentes que terminaron con el crimen de Ferreyra.

“El tirador tiraba en medio de la calle, disparando a media altura, al cuerpo, no hacia abajo o arriba y yo les dije a mis compañeros que si volvía a verlo lo reconocía. Y lo vi en la televisión, era Cristian Favale”, Miño.[2]

Este testigo recordó que antes del crimen hubo un primer “enfrentamiento cuando los compañeros quisieron subir a las vías” y el grupo de los ferroviarios se los impidió.

Miño dijo que en ese enfrentamiento escuchó “algunas detonaciones” pero que pensó que eran de la policía y señaló que los ferroviarios “tiraban piedras” mientras que algunos de los manifestantes se defendían con “gomeras”.

El declarante indicó que cuando se trasladaron a Barracas y luego de la asamblea en la que los manifestantes decidieron desconcentrar, se produjo el segundo enfrentamiento con nuevos disparos de arma de fuego.

“La policía no hizo nada en ningún momento, los que bajaban por el terraplén pasan por entre dos patrulleros cruzados en la calle y se van a atacar, era un malón que venía gritando y metía miedo, parecía que nos iban a pasar por encima por la forma de gritar. Nosotros éramos pocos, estábamos desconcentrando, todos venían de arriba de la vía”, recordó.[3]

En similar sentido se expresó en la audiencia del lunes 17 de septiembre, Edgardo Mani, uno de los manifestantes del grupo de Ferreyra, al declarar que los policías presentes en el lugar de los hechos “no hicieron nada para evitar el ataque de la patota” y aseguró que uno de los dos patrulleros que se habían cruzado sobre la calle “se corrió para que pasen los ferroviarios”.[4]

Este testigo contó que los de haber escuchado “seis o siete detonaciones seguidas” se acercó al patrullero junto a una de las víctimas heridas de bala y les recriminó a los efectivos su “inactividad”.

Mani dijo que en el grupo agresor reconoció al acusado Uño porque vivía a “dos cuadras” de su casa y que tiene “tiene relaciones con la barra de Defensa y Justicia”.

El declarante admitió haber utilizado una gomera para repeler la agresión y que su grupo llevó palos pero para “hacer cordón” y defenderse, algo habitual en las marchas.

“En la foto de Clarín lo reconocí, era Favale, no me voy a olvidar nunca”, aseguró Norberto Rosetto, militante felpo, al declarar el martes 18 de septiembre como testigo en el juicio y respecto del tirador agregó: “Nos tiraba agachado con los brazos extendidos moviéndolos de uno lado a otro”.[5]

Este testigo reiteró el reconocimiento de Favale durante la exhibición en la sala de audiencias de un video en el que se ve a un grupo de ferroviarios caminando sobre las vías del ferrocarril Roca el día del crimen.

Sobre la actuación de la policía, Rosetto, dijo: “Vi un par de patrulleros que nos estaban siguiendo con policías de a pie y armaron una fila pero cuando la patota empezó a agredirnos se corrieron para que pasaran”.[6]

Por su parte, José Eduardo Sotelo, un psicólogo que pasaba por el lugar de los hechos y era un testigo protegido, declaró que uno de los tiradores gritó: “Negro, le dimos a uno”, tras lo cual, un tercer integrante del grupo agresor recogió las armas de fuego.[7]

“En ningún momento vi policías, ni ambulancias, ni nada”, añadió Sotelo.[8]