¡Ah!, el partido

Uno de los personajes centrales de esta historia es el defensor de Boca Juniors, Rolando Schiavi, quien para los diarios La Nación, Olé y Popular fue la figura del primer clásico de la semifinal de la copa, al otorgarle 8, 9 y 8 puntos respectivamente.
Clarín no lo eligió como figura, sin embargo, lo calificó con 7 puntos –su compañero Vargas fue el mejor con 8- y promedió así entre todos estos medios gráficos un 8. Un punto más que el ya mencionado Vargas y los jugadores de River, Lux y Tuzzio.
Para el ex zaguero de Argentinos Juniors este partido fue un duelo especial, con sabor a desquite. Es que en esa misma cancha, hacía menos de un mes, Schiavi había bailado al ritmo de las gambetas de Maxi López. Un rival que en este partido copero no pudo pasar al defensor xeneize y que se vio forzado a jugar por el lado de la cancha donde estaban Burdisso y Clemente Rodríguez.
La cabeza de Schiavi marcó el único gol del superclásico y significó la segunda conquista del defensor en la copa, ya que había convertido ante Bolívar. Después sólo anotó el primer penal de la serie contra Sao Caetano.
No era la primera vez que Schiavi coqueteaba con las redes de los arcos rivales por partidos de copa. Entre las semifinales y finales de la Libertadores 2003 había convertido tres goles. Dos de ellos al América de Cali. El primero, de cabeza, en el partido de ida que terminó 2-0 y el segundo, de penal, en el encuentro de vuelta que terminó 4-0. Y el tercer gol, quizá el más importante, lo gritó en la segunda final ante el Santos en Brasil, al poner el 3-1 definitivo con un remate desde los doce pasos.
En el duelo con López, Schiavi impuso su rigor físico y obligó al delantero a jugar lejos del arco y de espalda. Así, López fue totalmente inofensivo y el defensor se erigió como el pilar del triunfo.
Todos los medios hablaron más de los incidentes y del resultado final que del juego mismo. Aunque es cierto que hubo poco en es aspecto para resaltar debido a un estado de alteración general evidencia a los 15 minutos cuando ya había cuatro jugadores amonestados. El eje de la cuestión fueron los roces. Mucho se había hablado en la previa y había que ver quién era el más guapo. Evidentemente, habían quedado secuelas del duelo reciente que había ganado River por el Clausura.
Fue un desarrollo de ritmo intenso, marcado por las faltas reiteradas. Hubo una iniciativa de Boca, más ofensivo en los primeros minutos, mientras que River mostró una postura contenida, de estudio. Los millonarios se dedicaron exitosamente a impedirle a su rival la elaboración de jugadas de ataque limpias y claras.
A pesar del dominio territorial y de balón de los locales, la primera jugada de riesgo fue para River. A los 17, López le ganó en el mano a mano a Burdisso, desbordó, amagó una y otra vez, y lanzó el centro atrás, rasante. Pero Cavenaghi y González que llegaban por el centro del área no pudieron conectar el pase y dejaron pasar la oportunidad de anotar.
Como si se hubiera sentido llevado por delante, Boca respondió al minuto. Tiro libre que llegó al área millonaria en forma de centro, cabezazo de Schaivi, rebote en Husain y Lux que finalmente la sacó al córner cuando el balón se metía cerca del ángulo.
Los de Bianchi sacaron ventajas con las pelotas paradas. A los 28 ocurrió una jugada similar a la anterior. Tras un córner, la defensa de River rechazó, pero la pelota le volvió a Barros Schelotto, quien mandó el centro al primer palo, a madia altura. Schiavi zafó de la marca de Amelli con infracción y casi agachándose cabeceó al gol. Fue el 1-0 para Boca que desató la euforia en el estadio.
Después de las peleas vinieron los cambios tácticos. Cuando a los 31 Martin expulsó a Cascini y Gallardo, Vargas pasó a jugar de ocho y Villarreal de cinco. Mientras que Caneo dejó de jugar libre y se recostó sobre la izquierda. Por el lado del equipo de Núñez, el mediocampo quedó conformado por sólo tres jugadores, en línea y sin enganche.
A los 42, a raíz de la expulsión de Garcé, Astrada decidió seguir hasta entrado el segundo tiempo con tres defensores, con Mascherano dando una mano sobre el sector derecho de la defensa.
Boca, entonces, en el tramo final del primer tiempo, le entregó a River el control de la pelota, a ver si de contra encontraba los espacios que no había visto hasta entonces aunque sin pena ni gloria.
En el segundo tiempo, Bianchi mandó a la cancha a Tevez para tratar de hacer prevalecer ese hombre de más. El delantero jugó recostado sobre la izquierda, unos metros retrasado, y Barros Schelotto fue decididamente a la franja derecha, bien de wing.
En Boca aumentó la producción de juego, pero no resolvió el problema de la falta de contundencia. Elaboró más jugadas en la ofensiva pero no llegaba con claridad hasta el arco rival. Se diluía en los últimos metros.
Los hinchas xeneizes pensaron que con el ingreso de Tévez se iban a aprovechar mejor los espacios para definir el resultado, pero “El Apache” sorprendió a propios y extraños porque no abrió la defensa rival, no prevaleció en la individual, no metió pases-gol ni definió como él sabe.
En defensa de Tevez hay que decir que no tuvo socios para jugar. Porque lo encontró a Guillermo —de buen primer tiempo— en su peor momento. Porque Barijho —su reemplazante en el área— no tuvo una buena noche.
Al verse superado numéricamente en defensa, Astrada decidió a los 5 minutos del segundo tiempo hacer ingresar a Juan Fernández para armar la línea de cuatro en el fondo y sacó a González. River quedó con un 4-2-2.
A los 54 se produjo una de las pocas llegadas a fondo de Boca. Barijho quedó mano a mano con Lux tras una habilitación de Villarreal, pero el arquero fue más rápido y ganó el duelo rechazando la pelota.
El temor se apoderó de River y a los 59 ingresó Coudet por Cavenaghi para poner tres en el medio y aguantar el 0-1 con uno sólo delantero allá arriba.
A los 74 Boca llegó otra vez y estuvo muy cerca del 2-0. “El Mellizo” desbordó por la derecha, llegó hasta el fondo y mandó el centro atrás. Calvo conectó el pase y la pelota fue directa a la red ¿Gol? No. El juez de línea Juan Carlos Rebollo cobró un inexistente offside del delantero xeneize.
Bianchi sabía que estaba ante una inmejorable oportunidad de marcar otro gol y así marcar una diferencia más tranquilizadora para el partido revancha. Por eso, a los 80 metió a Cángele por un cansado Barros Schelotto y lo colocó de wing izquierdo, y a Tévez lo pasó al costado derecho.
River siguió con su tarea de aguantar como sea. A los 82, un exhausto Mascherano dejó la cancha en lugar de Sambueza. Así Coudet pasó a la derecha, su lugar natural, y el recién ingresado quedó en la izquierda. La idea de Astrada fue la de tratar que sus dirigidos tuvieran más tiempo la pelota y alejar a Boca del arco de Lux. Pero su plan no le funcionó.
El desarrollo se hizo cada vez más tenso, friccionado. Boca iba como sea y River esperaba, rezando y esperando que el reloj corriera. Llevado de la mano del colombiano Vargas los xeneizes buscaron hasta el final, pero no supieron encontrar los caminos para llegar al gol.
La última jugada del encuentro fue para el infarto. A los 95 hubo tiro libre ejecutado por Tévez en la puerta del área y Coudet detuvo el disparo que iba a al arco con sus brazos. ¿Penal? No. Martín, rubricando su mala noche, ni siquiera atinó a sancionarlo.
Boca justificó la victoria en el segundo tiempo, cuando creó algunas situaciones de gol amén de su ventaja numérica. Pero no sacó muchos réditos ya que cuando tuvo claridad para elaborar, le faltó contundencia para definir.
Después de jugar todo el segundo tiempo con uno menos, River al cabo respiró aliviado porque aguantó el 0-1 hasta el final. Y era un resultado que no le quitaba muchas chances para la revancha en el Monumental.
Con el 1-0 fueron 10 las victorias que Boca sumó sobre River en la Copa Libertadores. De esta manera duplicó en triunfos entre sí a su gran rival.