1962-1965: Parte IV*

* Basado en un texto de Julio Godio. 

En enero de 1965, tras un congreso ordinario de la CGT, asumió el nuevo Secretariado de la central obrera a cargo de José Alonso. La consolidación de esta “columna vertebral” peronista reforzó en el Gobierno radical la errónea tesis de que era necesario dividir al movimiento sindical.

 La actitud antisindical de la UCRP devenía de su carácter de partido liberal-popular basado en la clase media y liderada por una elite política aferrada al paternalismo y al caudillismo patricio instalado por Yrigoyen.

 Pero esa idea no se correspondió con su amplia actitud política institucional de favorecer la progresiva legalización del peronismo y el 14 de marzo, en las elecciones para renovación parcial del Congreso Nacional y otras autoridades provinciales, las listas peronistas de la Unión Popular triunfaron.

 Así, la UCRP decidió a restablecer la democracia política sin proscripciones, mientras que en el accionar del peronismo estaba latente la opción de un pacto con las FF.AA. para desalojar por la fuerza a la UCRP del gobierno.

 La confrontación entre la UCRP y la CGT llego al súmmun cuando en febrero del 65´ el Gobierno promulgó el decreto 969 de Asociaciones Profesionales que estableció:

-La restricción de los poderes de los órganos directivos de los sindicatos en favor de las asambleas.
- El voto secreto y obligatorio para los afiliados.
- El otorgamiento al Ministerio de Trabajo del poder de suspender las personerías. 
- La autorización a las seccionales de manejar los aportes de los afiliados. 

 Este decreto 969 prohibió también a las asociaciones gremiales realizar “actividades políticas partidistas”, con la sanción de la pérdida de personería gremial. Y como era previsible, la CGT acusó al gobierno radical de pretender dividir y controlar al movimiento sindical, lo que la llevó a jerarquizar el rol organizador de “Las 62” y los grandes sindicatos industriales y de servicios peronistas según la teoría vandorista.

 Esta nueva realidad debilitó la táctica de Perón de dirigir “por encima” de todas las alas del movimiento ya que el propósito del vandorismo fue darle cauce a la organización en cuadros de conducción, lo que hirió mortalmente la relación entre el caudillo y la masa, y también tendió en última instancia a sumar al peronismo a las reglas del juego del sistema de partidos.

 Esto generó una respuesta por parte del mismo Perón, quien envió a la Argentina como delegada personal a su esposa María Estela Martínez con la finalidad de defenestrar por completo el intento independentista y autonomista de Vandor. 

 Para Perón, Vandor había ido demasiado lejos, por lo que era necesario desmontar el intento de organizar “un peronismo sin Perón”. Entonces, el General se vio obligado a actuar directamente en varias elecciones provinciales llegando a dividir al propio peronismo para impedir triunfos electorales del neoperonismo-vandorismo.

 Pero mientras se desarrollaba la confrontación interna en el peronismo y mientras la UCRP intentaba continuar gobernando sola, en las FF.AA. creció el sentimiento de que el frágil sistema democrático no podría impedir un nuevo triunfo electoral del peronismo en las alecciones generales previas para 1967.

 Las FF.AA. consideraban que el golpe de Estado era inevitable ya que no le cabían dudas de que radicales y peronistas marchaban hacia el abismo. Mientras que para ambos partidos era “fatal” un retorno de os militares.

AA
Noviembre de 2011