VI

Contra las cuerdas
Julio trabajaba al momento del crimen de Marcos en una remisería situada sobre avenida Del Libertador y cuando se sentó frente al tribunal dejó a Cozza contra las cuerdas ya que el testigo aseguró que vio cuando desde una camioneta baleaban el auto en el que viajaba la víctima y cómo ambos vehículos chocaron tras los disparos. El hombre señaló la marca, el modelo, el color y hasta el tipo de llantas de la 4x4 a la que luego reconoció en fotografías.
Luego, el primer policía de la comisaría de Béccar en acudir al lugar del hecho declaró que escuchó a las víctimas sobrevivientes del ataque mencionar como sospechoso al “dueño de Dallas” y que las dos jóvenes le dijeron que lo habían reconocido como el conductor de la 4x4. El efectivo dijo también que Gisella tenía “mucho miedo de declarar, porque estaba su hermano de por medio y temía que perdiera el trabajo”.
Pero los golpes a Cozza no sólo fueron efectuados por testigos pedidos por la querella o la fiscalía de juicio sino por los propios solicitados por la defensa del imputado como otro oficial de la policía bonaerense que fue el encargado de las inspeccionar el local gastronómico del acusado.
Según los abogados del imputado, el policía había declarado durante la instrucción que la noche del crimen fue a cenar con amigos a Dallas y vio a Cozza en otra mesa con un grupo de gente y que estaba acompañado por una mujer de pelo rubio –no castaña como Paula- mientras que al momento de declarar ante el tribunal dijo que no recordaba haber estado en el restorán por lo que la defensa pidió el procesamiento del testigo por falso testimonio.
Una de las jugadas que le quedaba a la defensa era la de declarar ilegal el allanamiento que la policía realizó en la casa de los Cozza y donde se secuestró el arma con la que asesinaron a Marcos. Sin embargo, un civil y dos policías de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de San Isidro declararon ante el tribunal y afirmaron que el procedimiento fue realizado sin cometer ninguna irregularidad.
En la audiencia siguiente, dos peritos balísticos de la policía ratificaron ante el tribunal que las balas extraídas del remise en el que viajaba la víctima y su chofer fueron disparadas por el arma secuestrada en la casa de Cozza.
A pesar de la contundencia del testimonio de los peritos balísticos, la defensa denunció que se habían cometido irregularidades con el proyectil extraído al remisero al cuestionar que esa bala no fue debidamente preservada y custodiada porque el sobre donde fue colocada no fue lacrado, sino pegado con un adhesivo que tarda en secarse, por lo que permite despegarlo. Sin embargo, varios testigos declararon luego que todo el procedimiento había sido realizado correctamente.