II

Cantándole a los problemas
La popularidad de Mariños creció en la primera mitad de la década de los 90´ de manera exponencial. En el mundo de la música tropical este hombre pequeño y morocho resultó ser una celebridad. Pero, como casi siempre ocurre con las estrellas de ese turbio ambiente, esa imagen y estilo de vida ocasionan serios problemas. Y así fue que en 1995 sucedió con el cantante de Caricias.
Mariños fue detenido por la policía en abril de ese año cuando se encontraba de gira con la banda en la ciudad de Santa Fe. En aquella oportunidad, los efectivos realizaron un operativo en el hotel donde el músico se alojaba y hallaron al vocalista en su habitación con un gramo de clorhidrato de cocaína en su poder y acompañado de una menor de 17 años.
Mariños fue puesto a disposición de la Justicia Federal santafesina por infracción a la Ley 23.737 y al poco tiempo fue puesto en libertad. Aunque los reveses en la vida del bailantero recién estaban comenzando.
Tras el incidente en Santa Fe, la relación entre Soto y Mariños se fue tornando cada vez más problemática hasta que en abril de 1996, cuando la idea de disolver Caricias ya era casi una realidad consumada, se tornó violenta y peligrosa.
Una noche de otoño, el cantante bailantero se encontraba en la esquina de Defensa y Huergo, en la localidad de Dock Sud, en Avellaneda, esperando una combi para ir a un recital y desde una Renault Trafic fue atacado a balazos por un grupo de hombres.
Mariños resultó gravemente herido de nueve tiros y debió ser internado en el Hospital Cosme Argerich, en el barrio porteño de La Boca, donde fue intervenido quirúrgicamente en varias oportunidades.
Tras cuatro serias operaciones y una milagrosa recuperación que duró muchos meses, el popular vocalista de la música tropical se recuperó ante la sorpresa de todo el ambiente de la bailanta y de los propios médicos.
En tanto, los investigadores policiales y judiciales sospecharon de inmediato de Soto, ya que momentos antes del ataque, la víctima había discutido con su representante por cuestiones laborales y económicas.
La noche del tiroteo, el “Cholo” estuvo acompañado de su hijo y un tercer hombre, y a pesar de su coartada, el manager bailantero fue detenido acusado de tentativa de homicidio por orden de la justicia de Lomas de Zamora, aunque luego recuperó la libertad ya que Mariños no lo identificó como su agresor.
Esta causa fue recorriendo posteriormente los pasillos y oficinas atestadas de expedientes de los tribunales de Lomas y La Plata pero nunca fue esclarecido a pesar de que los investigadores estaban seguros de que el autor –al menos intelectual- del hecho había sido el “Cholo” Soto.