Las comparaciones no tienen por qué ser odiosas

Uno, el más joven de los dos, roza la perfección, tanto dentro como fuera de una cancha de fútbol. Es un ejemplo que despierta admiración y respeto entre propios y extraños.

El otro era un genio con defectos, un artista un poco loco y rebelde; quien, como un imán, generaba atracción pura, para lo bueno y también lo malo. Por eso trascendió el deporte y todavía lo hace.

El primero, de perfil bajo y algo tímido, es el mejor de todos los tiempos. El segundo, el más grande de la historia.

Y siendo de distintas generaciones y épocas, ambos se cruzaron en un mismo camino para que podamos disfrutarlos a los dos, sin la necesidad de elegir a uno sobre el otro.



AA
Diciembre 2022