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Los sospechosos
Recién afines de 2006, luego de que el Ministerio de Seguridad bonaerense ofreciera una recompensa por datos sobre el doble crimen de Máximo Paz, se empezó a romper esa especie de pacto de silencio entre los testigos del caso, en su mayoría vecinos de toda la vida de las chicas asesinadas.
Sin embargo, los pesquisas primero debieron descartar una pista falsa surgida declaración de un vecino de las chicas –que luego resultó ser familiar de uno de los principales sospechosos- que sostenía que Soledad le había robado tres kilos de cocaína a un conocido delincuente de Máximo Paz y que por esa razón la habían asesinado junto a su cuñada.
Pero resultó claro para los detectives que este testimonio buscaba desviar la investigación y luego comenzaron a seguir la pista más firme que surgió de un nuevo testigo que habló sobre una fiesta de cumpleaños en Spegazzini donde Flavia y Soledad habrían estado la noche del doble crimen junto a sus asesinos, cuatro hombres de la zona.
Este joven, que habló bajo identidad reservada, describió a uno de los sospechosos que estuvieron en esa fiesta y así los peritos pudieron confeccionar el primer y único identikit de la causa. Mientras que otro testigo, vecino del barrio de las chicas, confirmó el dato del auto rojo, un Fiat Duna, y, además, agregó que junto a ese vehículo había un auto blanco y una motocicleta negra de alta cilindrada.
Con estos datos, los efectivos de la comisaría de Cañuelas, de la Policía Comunal de ese partido y de la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de la Plata, realizaron en abril de 2007 una serie de procedimientos en los que apresaron a Carlos, quien se movilizaba por Máximo Paz, donde residía, a bordo de un Fiat 147 color blanco.
Por orden judicial, este sospechosos quedó preso e imputado como unos de los partícipes del doble crimen y quien, precisamente, conducía el auto blanco señalado por uno de los testigos.
“Nuestras casas quedaban fondo con fondo. Yo trabajé en un almacén que tiene su ex esposa. No lo puedo creer ¡Cómo no me di cuenta! Es terrible, verdaderamente terrible”, se lamentó la madre de Flavia al conocer la noticia de la detención.
Este detenido se quebró ante los investigadores y rápidamente aportó más datos que derivaron en las detenciones de otros dos hombres: Fermín y Roberto.
Estos dos fueron detenidos en las localidades de Monte Grande y Ezeiza donde los policías secuestraron una moto negra, que se cree es el rodado visto por los testigos junto al Duna rojo.
Para los investigadores las chicas ni bien comenzaron a caminar para su casa se encontraron con Fermín y Roberto, quienes iban en el Duna rojo y las invitaron a la fiesta de cumpleaños en la casa de Luciano, en Spegazzini.
Allí, las víctimas estuvieron un rato y se cree que una de ellas se negó a mantener relaciones sexuales con uno de los cuatro sospechosos, lo que disparó la furia asesina de estos hombres.
Así, las cuñadas fueron obligadas o engañadas a subir al Duna en el que abandonaron la fiesta, mientras que en el auto blanco los siguieron Roberto y Luciano.
Siempre de acuerdo a la hipótesis que manejaban los pesquisas policiales y judiciales, entre todos cometieron las violaciones seguidas de muerte de las cuñadas y arrojaron los cuerpos cerca de la casa de las víctimas para que los detectives sospecharan de los familiares y allegados; y funcionó durante muchos meses.

AA
Mayo 2007